El último pinchazo de la burbuja
El juez saca a subasta los bienes del Instituto Tecnológico de la Construcción, que ha sido víctima de la crisis del sector y de la Generalitat y de su gestión
A final de 2007, cuando la alarma por la crisis de las hipotecas subprime en Estados Unidos ya había cruzado el Atlántico, el entonces director del Instituto Tecnológico de la Construcción (Aidico), Ramón Congost, consideraba la preocupación injustificada. “Los datos de Aidico muestran un aumento de la inversión inmobiliaria en España”, afirmó. Siete años más tarde, la patronal valenciana del sector sigue viendo el negocio en crisis, aunque considera que la caída se ha detenido. Congost ya no dirige el instituto tecnológico, que abandonó en verano tras presentar el preconcurso de acreedores para centrarse en su cargo de cónsul honorario de la Federación Rusa en la Comunidad Valenciana. Y la administración concursal nombrada por el juez acaba de sacar a subasta los bienes del instituto tecnológico para saldar sus deudas, que al suspender pagos ascendían a ocho millones de euros.
El titular del Juzgado de Lo Mercantil número 3 de Valencia indicó este jueves en una providencia que se han recibido dos ofertas por activos de Aidico. En el marco del remate, otro instituto tecnológico, el del mueble y la madera (Aidima), ofrece 50.000 euros por el llamado Laboratorio del fuego de Aidico. Cuando fue inaugurado en 2005 por el presidente de la Generalitat Francisco Camps se informó de que había costado tres millones.
La segunda oferta ha sido presentada por All Word Certificación, una empresa que fundaron decenas de trabajadores y antiguos empleados de Aidico, que llegó a tener a 200 personas en plantilla. La propuesta se interesa por la unidad productiva de Aidico Certificación, por la que ofrece 310.000 euros.
El juez ha dado de plazo hasta el 1 de abril para que aquellos interesados puedan pujar por los mismos bienes. Las ofertas se analizarán en presencia de los oferentes, los acreedores privilegiados, la Administración concursal y los representantes de los trabajadores.
El instituto de la construcción, una pieza de la denominada red valenciana de innovación, fue creado en 1990 por la Generalitat y empresas del sector. El ánimo inicial, señalan fuentes que asistieron al proceso, fue enfocarlo hacia la innovación en los materiales de la construcción. Años más tarde, el instituto se centró en la construcción en sí misma.
A lo largo de estos 25 años ha recibido abundantes fondos públicos y de otras Administraciones, pero también del sector privado gracias a los proyectos que realizaba para empresas del sector. La crisis, especialmente intensa en esta actividad, explica su hundimiento, al que ha contribuido también la situación de las arcas autonómicas. La Generalitat ha recortado las subvenciones a todos los institutos, con los que llegó a acumular una deuda superior a los 70 millones.
La patronal valenciana de la construcción, Fevec, que preside Francisco Zamora, ha alertado de la importancia clave del instituto tecnológico para el sector, solicitando el apoyo de la Generalitat para evitar su completo naufragio.
La crisis de Aidico tampoco ha sido ajena a su gestión. El Ayuntamiento de Paterna denunció ante la Fiscalía hace unos meses el funcionamiento de una fundación creada por el Consistorio en la época del anterior alcalde, Lorenzo Agustí, y el instituto tecnológico para crear una superguardería. En la construcción y puesta en marcha de la escuela infantil, en la que se pretendían explorar “las técnicas educativas y los recursos tecnológicos más avanzados” y que se levantó junto a Aidico, se gastaron seis millones y medio de euros. Solo estuvo abierta ocho meses, hasta el verano pasado.
Congost, que dirigió Aidico entre 1996 y 2014, rechazó que se hubieran cometido irregularidades. Pero admitió que su nuera fue una de las pocas personas que estuvo desde el principio, en 2007, en nómina de la guardería vinculada a su instituto.
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