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El electricista lleva de testigos a clientes para probar que no robó

Un perito defiende que una familia modesta puede llegar a ahorrar dos millones

Manuel Fernández Castiñeiras, su esposa y su hijo, ante la abogada que los defiende y el tribunal de la Audiencia de A Coruña que los juzga.
Manuel Fernández Castiñeiras, su esposa y su hijo, ante la abogada que los defiende y el tribunal de la Audiencia de A Coruña que los juzga.ÓSCAR CORRAL

Caso Códice, o cómo un matrimonio austero puede ahorrar 2,3 millones de euros trabajando 40 años, él como electricista y ella como costurera. Las dos últimas sesiones con testigos del juicio por el robo del Códice Calixtino, que esta semana hasta el jueves enfila su recta final, han consistido en un desfile de personas que en algún momento de su vida fueron clientes de José Manuel Fernández Castiñeiras y, sobre todo, de Manuela Remedios Nieto Mayo, la esposa del hombre acusado de secuestrar el manuscrito medieval por despecho y de robar ingentes cantidades de dinero y documentación de la Iglesia entre 2000 y 2012. El fiscal, Antonio Roma, y la acusación particular, que ejerce el cabildo de la catedral de Santiago, consideran que estas sustracciones dieron lugar a un botín de aproximadamente 2,3 millones (1,7 fueron incautados en los domicilios del electricista y el resto creen que fue invertido en la compra de dos pisos).

Sin embargo, la abogada ha agotado los días de declaraciones en intentar demostrar que esa capacidad de ahorro es posible, y con ese fin ha hecho pasar por la sala a una decena de mujeres (dos de ellas dependientas de una tienda de ropa) y tres hombres que durante años hicieron encargos a la modista o recurrieron al electricista para confiarle diversas instalaciones. Los unos y los otros reconocieron que les pagaban en metálico y sin que mediasen contratos. Una de las clientas llegó a contar que hacía cuatro décadas que Remedios Nieto trabajaba para ella, y otra, vecina de calle en Milladoiro, aseguró que la veía por la ventana, cosiendo en la máquina, también de noche. Hoy, un perito movilizado por la abogada de la familia acusada intentará demostrar al tribunal que para una familia modesta y abnegada es factible ahorrar dos millones. Otro, también de mano de la letrada, aunque parezca contradictorio, explicará que el electricista sufre un síndrome acumulador que lo empuja sin piedad a atesorar todo tipo de papel, como por ejemplo billetes de curso legal.

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