‘Misioneros’ del catalán
El inglés se convierte, por vez primera, en la segunda lengua a la que más obras se vierten tras el castellano
“Me enseñaron a mirar distinto y me sumergí en ellos porque traducir el texto de alguien es como hacer una inmersión en apnea”, sentencia Giuseppe Tavani, traductor al italiano de Pere Calders o Jesús Moncada. Es uno de los misioneros, o particulares embajadores, del catalán por el mundo, de los que hacen posible que, como en el recién acabado 2014, se tradujeran 112 obras de las letras catalanas a otras lenguas, de las cuales 13 en inglés, idioma que por vez primera es el segundo de mayor traducción tras el castellano (39).
La traslación de dos títulos señeros de las letras catalanas, El quadern gris, de Josep Pla, por la editorial norteamericana The New York Review of Books, e Incerta glòria, de Joan Sales, por la inglesa McLehose Press (y considerada por The Economist como una de las 10 mejores obras de ficción del año pasado publicadas en Inglaterra) realzan el valor de un objetivo perseguido por los rectores culturales de la Generalitat desde 1989 a partir de la Institució de les Lletres Catalanes y con más razón de ser si cabe desde 2002 por el Institut Ramon Llull (IRL), organismo destinado a la promoción de la cultura catalana en el extranjero. “Hace años que buscábamos esto: una presencia en un mercado escasamente propenso a abrirse a otras lenguas y traducir literatura extranjera y confirma una tendencia iniciada en 2012”, asegura exultante Àlex Susanna, director del IRL.
El traductor de ambas obras a la lengua de Shakespeare es el inglés Peter Bush, también presente, como Tavani, en el vídeo en el que casi una decena de traductores cuentan qué han vertido a la lengua de Joanot Martorell o Pla y los motivos para ello, que son infinitos: desde una remota estancia en Barcelona (Edmond Raillard, padre del Quim Monzó de Benzina y de la obra teórica de Antoni Tàpies al francés) a ganarse los primeros dineros en la época de estudiante (Basilio Losada, que ha versionado al castellano a Pere Gimferrer, entre otros). El audiovisual es uno de los homenajes que la IRL desea hacer a los traductores y se puede ver en la nueva Biblioteca Bernard Lesfargues especializada en traducciones de obras escritas en catalán inaugurada hoy en la propia sede del IRL (el Palau del Baró de Quadras, en Barcelona) y que, ordenada por lenguas (exactamente 66), recoge 4.324 traducciones y un total de 8.427 volúmenes si se suman las publicaciones del propio instituto y un fondo dedicado a la enseñanza del catalán.
La biblioteca, que lleva el nombre del decano de los traductores de las letras catalanas, que tras trasladar a Borges y Aleixandre ha vertido desde que descubriera el catalán en los años 60 del siglo pasado a Sales, Jaume Cabré o Baltasar Porcel al francés, es la muestra tangible y duradera de una labor siempre más efímera del IRL en ese ámbito. De su presupuesto global de ocho millones de euros en 2014 (la cifra para este año será similar), el IRL dedicó 219.517 euros a subvenciones a la traducción y 90.186 a la promoción de la literatura catalana. De las 112 obras traducidas al catalán en 2014 (en 2013 fueron 127), el organismo subvencionó y promocionó 79. La media resultaría de unos 3.900 euros por título, si bien no siempre se sufraga el 80% de la traducción (“nunca en castellano, por ejemplo”, aclaran en el IRL) ni siempre con las mismas cifras (“las lenguas nórdicas son muy caras porque se paga muy bien a los traductores; en italiano, por ejemplo, se retribuye peor”).
Albert Sánchez Piñol (37 lenguas, La pell freda), Mercè Rodoreda (35 lenguas, La plaça del Diamant), Salvador Espriu (24 lenguas) y Jaume Cabré (23 lenguas, Jo confesso) copan el ranquin de autores y títulos más traducidos en 2014, mientras que el italiano (10 títulos), el polaco y el francés (ambas con ocho), son las lenguas de destino del 2014 tras el liderazgo de castellano e inglés (todas las traducciones editadas el 2014 se pueden consultar en www.llull.cat/trac).
No parece que el 2015 vaya a romperse la línea ascendente y, sobre todo, la presencia en el mercado editorial anglosajón: La vida amarga, de Josep Pla, y Vida privada, de Josep Maria de Sagarra (ambas en el sello Archipelago, en EEUU) y Quanta, quanta guerra, de Mercè Rodoreda (Open Letter) son títulos que aparecerán este año en el mercado estadounidense. Pero es que Incerta glòria llegará a Alemania (Hanser) y Solitud, de Víctor Català, a Italia (Elliot Edizioni).
Eufóricos, el IRL (que incrementó el año pasado de 61 a 84 las acciones internacionales de promoción) pretende atacar ahora el siempre goloso por gigantesco mercado asiático: Les veus del Pamano, de Cabré, se traducirá este año en Homeward, de China, y el pasado noviembre se organizó una misión comercial de editores catalanes a la China Shanghai International Children’s Book Fair. El área editorial infantil y juvenil será una de las que el IRL potenciará más en breve, con una nueva línea de ayudas para la promoción al extranjero de libros ilustrados, amén de proseguir con la labor de que Cataluña sea la invitada de honor en la Feria de Bolonia, la más prestigiosa del subsector.
La otra área lingüística a potenciar será el Este europeo (Cataluña será la invitada en la Feria del Libro de Varsovia de 2016) y los países nórdicos, en especial el sueco (el año pasado ya se asistió como protagonistas de la Feria del Libro de Göteborg), con la mirada tácita en la lengua que puede ayudar a posicionar a autores catalanes en la candidatura de un premio Nobel.
De las cosas que más feliz tiene a Susanna, sin embargo, es el tácito relevo generacional que ha detectado que se da en las traducciones de obras catalanas. Sí, están Pla y Sales y Rodoreda y Porcel y Cabré, pero también Jordi Puntí (Maletes perdudes se traduce este año al polaco), Imma Monsó (La dona veloç va al francés) o Marta Rojals (su L’altra, este año, se leerá en italiano, holandés y francés). Más mar catalán para inmersiones en apnea.
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