La guerra ‘friki’ de Google estalla en Barcelona
Más de 1.200 personas se enfrentan en la ciudad con 'Ingress', una 'app' que funde el mundo de los videojuegos con la realidad
"Vamos a tirarlos, capturarlos y lanzarles un virus". "Pero si tiramos un virus no pueden deployar". "¿Y cuándo atacamos?". "¿A y 58?". "Vale, a y 58". Los que hablan en el argot incomprensible son tres chavales en un banco del espigón de Moll de la Fusta de Barcelona. Chavales en sus veintipico o treintaipocos —como AngelConde64x, guipuzcoano de 31 años y número uno en España del juego— pateándose el centro de la ciudad para luchar en el videojuego Ingress, creado por la startup de Google Niantic Labs. Tres de los más de 1.200 que se han reunido este sábado para celebrar una colosal batalla entre los bandos de esta app que ya utilizan más de siete millones de personas en todo el mundo.
Esta mañana, sobre la una de la tarde, este millar largo de seguidores se reunió ante los grifos de piedra de la Cascada del Parc de Ciutadella. Motivo, sacarse una foto antes de batirse el cobre con el móvil. Dos colores para dos facciones: el verde de Los Iluminados y el azul de La Resistencia. Colores que se repetían en banderas, barbas y hasta tatuajes. Cuchicheos en alemán, italiano, inglés y hasta algún "¡Eu son de Galicia, carallo!". Y ganas de pasárselo bien caminando durante cuatro horas por distintos puntos de Barcelona, los campos de batalla. Aunque hubiera que cargar con el bebé a cuestas, como lo hicieron nervxp (32 años, padre) y yume7 (28 años, madre) de Palma de Mallorca, sus nicks. Su bebé, Lucas, colgaba del peto del padre con un logotipo de su facción, la marea verde de los Iluminados: "Ahora se tiene que venir así. Pero en unos años se vendrá a jugar con su padre".
El furor que ha vivido Barcelona es una fracción de un fenómeno mundial. Hoy mismo, otras 5.000 personas lucharon en Tokio en un evento análogo, el récord in situ hasta el momento para el juego. Stuttgart, Toulouse o Pretoria también están en la lista. Se trata de la revolución de los videojuegos más allá del sofá. Una idea de éxito planetario que llevan gestionando durante dos años una startup de Google con apenas 50 empleados: "Aunque estamos creciendo. Y es obvio que ya pensamos en ampliar el juego con las Google glasses, los relojes smart y las demás posibilidades de la realidad aumentada. Triunfa porque la gente juega y se conecta en el mudo real", afirma Anne Beuttenmüller (Berlín, 1979), portavoz de Niantic presente en el evento.
Iniciarse en Ingress exige empaparse de ciertos mitos. Una especie superior (o lo que fuere) ha dejado en nuestro mundo una tecnología de portales. Estos portales conectan con una emisión mística (algo así como La Fuerza de Star Wars o el éter aristotélico) conocida como energía exótica. El bando de Los Iluminados quiere expandir la creatividad humana consumiendo esta energía. La Resistencia defiende que no se debe contaminar la especie aprovechándose de una esencia que ni se sabe de dónde viene. Y esa es la guerra que libran en sus móviles siete millones de personas.
El objetivo de las partidas es ganar tantos portales como se pueda. En la pantalla de móvil se ve un mapa al estilo Google pero en negro, con los codiciados portales representados como una fuente azul o verde dependiendo del bando que la domine. "Los dos bandos podemos realizar las mismas acciones sobre los portales. Te acercas a un portal a un mínimo de distancia de 40 metros o menos y entonces puedes interactuar. Esto obliga al jugador a salir de casa y andar hasta el punto que le interese visitar", explica Arnau Real (23 años), enfermero y líder de Los Iluminados para este evento. La lucha surge porque los portales pueden ser atacados y secuestrados por el enemigo. El jugador pulsa sin cesar el botón de bombas para machacar una base enemiga y despliega resonadores (una suerte de escudos) para dificultar que capturen las de su bando. Y de paso, de portal a portal, le va mapeando a Google rutas y lugares de interés turístico para incluir en aplicaciones como Field trip. Los jugadores reconocen ser conscientes de estar ahorrándole a Google muchísimo dinero. Pero no pareces importarles porque la meta es pasárselo bien. El juego, eso sí, es gratuito y solo tiene una publicidad, "muy mínima" según sus fans, de productos Google.
La verdadera razón del éxito para sus jugadores, dispuestos a pagarse vuelos y la estancia en Barcelona desde Alemania, Suecia o Israel, no está ni en su interfaz ni en su contexto fantástico. Todos repiten lo mismo: la gente y la ciudad. "Es un juego, que en contra de lo que parece, es muy social. Quien solo juega con su teléfono, acaba dejando el juego en una semana", explica Sergio González Martín (Ohmslaw, 39 años), líder de la marea azul de La Resistencia en la contienda barcelonesa. Y redescubrir lugares del día a día que habían pasado desapercibidos, como le ocurrió a González: "El primer sitio que vi me llamó mucho la atención. Eran unos arcos, como un claustro romano, justo delante de un edificio horrendo de 10 plantas en medio de donde empieza el casco antiguo de Terrassa. Pasaba cada día por ahí y nunca me había dado por mirar para allí. Y no sé el valor histórico que tienen, pero a mí me impactaron".
Por cierto, la batalla la ganaron los azules, La Resistencia.
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