“Con estas obras me he hecho mujer. Eran mi lugar de consuelo”
La donostiarra vuelve a "casa" para presentar 'Aura', su disco más personal
Judith Jáuregui (San Sebastián, 1985) es pianista y concertista, pero también una joven emprendedora. Aura, su nuevo disco, un viaje por el impresionismo de Liszt, Debussy y Mompou, "desnuda" su experiencia más íntima. Sus recuerdos y vida se escuchan a través de las teclas y acordes, pero su personalidad también brilla en la producción, gracias a un disco esculpido en su propia sello discográfico, Berli, que no por casualidad es un anagrama de libre. La donostiarra vuelve ahora a sus raíces para presentar este martes en la sede de la Fundación BBVA en Bilbao este Aura, en un ambiente íntimo de no mucho más de 120 personas, que, como siempre que se acerca a su casa, "ha revolucionado" a su familia.
Pregunta. Casi parece una locura auto-producirse en los tiempos que corren. ¿Cómo se animó?
R. Lo es. Tenía un par de propuestas de unas discográficas, pero la situación es delicada y existen condicionantes para apostar por alguien joven. Pensándolo, después de tener experiencia en el mercado español, me compensó lanzarme. Al principio no sabía si lo haría, pero después de año y medio de esta aventura de Berli, la libertad que aporta compensa.
"He crecido con la crisis"
P. ¿Cómo se puede sacar provecho a la música en tiempos de crisis?
R. He crecido en la crisis. Cuando volví de Alemania la cosa ya estaba mal, y he tenido que luchar. Hay muchos jóvenes en un punto muy bueno. Chelistas, cantantes, violinistas, viento, trompetistas... que están trabajando mucho y también fuera de España. La generación es una embajadora de lo que es la cultura. No nos ha importado luchar por conseguir conciertos uno a uno. Sabíamos que la paciencia era uno de los requisitos indispensables, y nos hemos apoyado muchísimo entre nosotros. La soprano Raquel Andueza, que ya tenía su sello, me ayudó me dio una guía que seguir. Si algo bueno ha traído la crisis es la unión y compañerismo. Es bonito y bueno destacarlo.
P. ¿Es diferente en España?
R. Es verdad que en otros sitios la tradición se nota en la calle, pero es imposible compararse con la historia de Alemania. España goza de una salud muy buena, con buenos auditorios y programación. Yo nunca diré que fuera de España todo está mejor. A mí España me ha ayudado mucho, y me he sentido muy querida y muy bien tratada.
P. Jordi Saball, sin embargo, dijo no al premio nacional de música, argumentando que se maltrata a la música.
R. Esas razones van más allá, con las políticas en el Ministerio de Cultura. Pero, al final, el que nos programa no es el Ministerio de Cultura. Hay que respetar todas las decisiones y posiciones.
P. ¿Cuál es esa libertad?
R. Libertad para elegir, para no tener presiones de tiempo. En una discográfica podrían obligarme a grabar una vez al año, y yo puedo no sentir que ese sea el momento o quizás lo siento a los seis meses. Para este disco he necesitado año y medio, y para el próximo posiblemente algo más. En Aura me he descubierto, pero sin presiones de tiempo, ni repertorio. Esa era la libertad que necesitaba, que quería y que me parecía tan importante. El mundo de la autoproducción está en auge, pero también en el teatro y otras disciplinas. Probablemente fui una inconsciente, pero estoy encantada. No hay condiciones y tienes todo el camino por recorrer y elegir.
P. Además está el añadido de sacar un disco en el mercado actual, con un lanzamiento en itunes incluido una semana antes. ¿Sigue mereciendo la pena tener un CD?
R. Refleja un momento de mi etapa. Lo tienes para poder escucharlo en 20 años. Quizás me horrorizará o me devolverá una sonrisa. Me parece muy bonito dejar un pequeño legado e ir aprendiendo paso a paso de la trayectoria
P. ¿Ha redescubierto su historia en este disco?
R. Sobre todo con estas obras. Son las que empecé a tocar con 11 años. Con ellas se me viene a la memoria todo. He crecido con ellas. Me he hecho mujer con ellas. Siempre que he necesitado un lugar seguro o un consuelo, han estado ahí. No son solo especiales, son parte inseparable de lo que soy, no solo como música sino como persona.
P. Dice que en el disco descubre su voz más íntima.
P. Descubres que la esencia es la misma, pero recuerdas todo lo que ha pasado. No eres la misma niña de once años que se enfrentaba a Las escenas de niños de Mompou con esa frescura e inocencia. Han pasado años, probablemente la frescura siga, pero hay más picardía.
P. ¿Cuál es su mejor versión?
R. De todo en su etapa se puede sacar algo. Ya no tocas sintiendo que estás jugando, sino recordando cómo jugabas. Era la idea de Mompou, leer esa nostalgia de la infancia.
El mundo de la autoproducción está en auge en muchas disciplinas como el teatro
P. Grabado en la Saal de Hannover, con producción Christopher Alder... lejos de esa niña.
R. La producción ha sido impresionante. La sala espectacular. Una acústica maravillosa. El piano Steinway, un descubrimiento. Creo que se aprecia muchísimo. en el disco Y la producción a cargo de Christopher Olden, ha sido el verdadero regalo. Un aprendizaje en el que me he dejado llevar, guiar por su experiencia y su buen criterio. Es un consejero.
P. Esa figura del productor aparece siempre a la sombra. Es una desconocida. ¿Cómo cambia un buen productor?
R. La personalidad del pianista tiene que predominar, pero un productor con criterio puede hacer una grabación no solo más fácil, sino que también te descubre cosas que no sabías que ni tú ni la partitura tenía. Yo sé lo que quiero decir, pero es importante esa humildad de dejarse llevar por lo que dice ese tercero. El primero soy yo, y el segundo es el piano. Escuchar cosas que no quieres y dejarte llevar no es fácil, pero prefiero enfrentarme a todo y probar. Lo bueno de esta grabación es que hemos tenido muchos días y he podido probar. Un buen productor sabe, además, respetar la personalidad del artista esté o no de acuerdo con su versión. Esa es su labor.
P. Entrar en la Saal sería una impresión.
R. Impone porque allí han grabado tus héroes. Wilhelm Kempff grabó allí Schubert. La sala es muy cálida y acogedora, y crearon una luz para la intimidad en torno al piano. Yo estaba sola, y ellos lo escuchaban en otra sala. La atmósfera muy especial.
R. ¿Cómo se toma un descanso en la agenda de conciertos?
Estamos muy encerrados y muy solos. Es una profesión bastante obsesiva
P. Si tengo unos días, cierro el piano. Necesito respirar y viajar. En el día a día, no existen los sábados y domingos, pero todos los días tomo algo para mí. Me encanta cocinar, pasear e ir al gimnasio, con el que he descubierto una disciplina fuera del piano. Cuidarse para estar fuerte en las giras. Me encanta lo cotidiano, tomar un vino, una caña, ir al mercado... Nosotros estamos muy encerrados y muy solos, y es una profesión bastante obsesiva. Nunca hay fin. La pieza siempre puede estar mejor. Romper con eso, media hora o una hora al día, y volver a lo humano y mundano es positivo.
P. Siempre se ha dado la impresión de ese aspecto casi de élites.
R. La esencia de la clásica nunca ha sido de élites. Es música. Las emociones que no pueden tener clases. Pero se convirtió en un evento social de clase. Hoy en día está más abierto, y las nuevas generaciones traemos un mensaje natural: si no entiendes no te preocupes, déjate llevar y siente.
P. ¿Se plantea dar oportunidades a esta nueva generación con Berli?
R. Es uno de mis sueños e ilusiones. Tengo que ver cómo lo hago, pero me encantaría. Tenemos un talento impresionante que dar a conocer. Estoy trabajando en ello.
P. ¿Cómo es el paso después de un disco tan personal?
R. Me va a costar. Siento que me he desnudado mucho. Estas obras eran mi refugio y al darlas a conocer a través de mis ojos, ya no son solo mi refugio.
P. ¿Cómo se supera?
R. Me supero día a día, pero salir de este aura costará. Por eso no puedo decir qué será lo próximo, porque honestamente no lo sé. Ahora quiero disfrutar. En la clásica tenemos un repertorio enorme que da para cuatro vidas. Puedo ir para atrás o para adelante. Probar con un Mozart o con música rusa o nórdica. Pero quiero parar y respirar. Ese es el lujo de la libertad.
P. ¿Cómo es regresar a Euskadi?
R. Es volver a casa. Estoy feliz. Cuando empecé el festival Musika-Música me dio un empujón para seguir.Estoy en casa, agradecida y querida. El calor y la ilusión lo intento devolver con la música.
P. ¿Y el teatro Victoria Eugenia al que volverás el 12 de diciembre?
R. Es el teatro de mis sueños. Allí soñé con ser pianista y concertista. Me trae todo a la memoria. Es una experiencia cercana. Una sensación de que he vuelto, y tengo a la familia revolucionada, con las invitaciones. Siempre es especial por el concierto, y por el vino de después.
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