Navantia pone la quilla de un ‘flotel’ que se retrasa y genera poco empleo
La plantilla se queja de que la dirección ha impuesto cambios en la estrategia de producción y en el modelo de organización
Navantia colocó hoy en la grada la quilla del flotel que fabrica para Pemex, el único buque en nuevas construcciones. Fue en un acto interno y sobrio, a puerta cerrada dentro de los muros de la factoría ferrolana, lejos de los fastos de otras obras. Los astilleros públicos de la ría de Ferrol no están para fiestas. El BAP (Buque de Apoyo a Plataformas) avanza a trompicones y acumula “retrasos desmesurados” en cinco meses de obra, denuncia el comité de empresa. La plantilla culpa a la “alta dirección” del grupo naval por variar la estrategia de producción e imponer un nuevo modelo de organización que peca de una centralización “exagerada” y teledirigida a 600 kilómetros del mar desde las oficinas de Madrid, que subcontratan la obra por paquetes millonarios.
“Se está haciendo en bloques más pequeños como si fuéramos otro astillero y mucho nos tememos que esto no va a funcionar”, alertó hoy un portavoz sindical, preocupado por las quejas que llegan del cliente mexicano y enfadado con la actual dirección por dilapidar, dice, la buena reputación que la empresa se había forjado en décadas de construcción naval en plazo y calidad.
El 60% de la plantilla principal (2.300 operarios entre Fene y Ferrol) está en subactividad y el flotel no está generando la carga de trabajo que esperaba la industria auxiliar en una comarca con una tasa de paro del 30% que orbita en torno al sector naval y que ha destruido más de 4.200 empleos ligados a la construcción de barcos en los últimos cuatro años mientras esperan por contratos que no se concretan.
El comité calcula que, en este tramo inicial de la obra, el flotel emplea a unas 180 personas -lejos de las 500 que vaticinó la Xunta- que avanzan en la construcción a razón de un bloque por semana para un barco que ensambla 86 en total con fecha de entrega en julio del 2016. El primero se acomodó este mediodía en la grada. Mide 15,6 metros y pesa 128 toneladas. Corresponde a la parte baja del buque, que da forma al doble fondo de la sala de máquinas de un buque-hotel de 131 metros de eslora (largo) que suma 7.000 toneladas de acero en peso muerto capaz de alojar a 700 operarios de las plataformas petrolíferas que explota Pemex. El diseño del BAP se caracteriza, expone Navantia, por su posicionamiento dinámico y está pensado para ofrecer el 'máximo confort en alta mar' en sus camarotes y salas de ocio.
La primera chapa del buque, el hito que marca el inicio de cualquier obra naval, se cortó el 22 de mayo. El acero del barco procede de los altos hornos vascos y se corta en Ferrol y Gijón. En noviembre, Navantia prevé colocar otros 8 bloques sobre este primero y 8 más se montarán en las factorías de la bahía de Cádiz. La decisión de Navantia de derivar al sur una parte de la carga asignada a Ferrol -8 de los 86- molestó a los trabajadores, que se manifestaron en seis ocasiones este octubre dentro y fuera de la factoría, y también a políticos de todos los colores, que leyeron el gesto como un guiño al electorado andaluz y reclamaron la construcción íntegra del buque en los astilleros gallegos.
Mientras, en la ría de Vigo, el flotel idéntico que Pemex encargó a Barreras puso la quilla a finales de julio y le lleva ventaja al astillero ferrolano aunque su plantilla es 20 veces menor. Navantia defiende su apuesta por el barco como un proyecto “estratégico” que supone su vuelta al mercado civil. No obstante, a última hora excluyó a Fene de la obra del BAP a pesar de que el veto europeo sobre la antigua Astano expira el 31 de diciembre del 2014.
La otra cuestión que preocupa a los sindicatos tiene que ver con los derechos conquistados en décadas de pelea sindical y que creían consolidados. “No conocemos a esta empresa”, se lamenta un portavoz sindical. Las factorías gallegas, que han impugnado el IV Convenio Colectivo, denuncian que las últimas instrucciones de la dirección de Recursos Humanos para su aplicación pasan por denegar las licencias que permitían que un padre acompañase a su hijo menor al médico o a su esposa a una sesión de quimioterapia. “Apartan a Fene, devalúan a Ferrol y persisten en la vulneración de los derechos laborales de la plantilla”, resume el comité.
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