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La busca de los restos de Cervantes está en manos del Arzobispado

El plan de investigación se retrasa por una impugnación privada, pese a una nueva inyección municipal de 50.000 euros

Rastreo con georrádar de los restos de Miguel de Cervantes.
Rastreo con georrádar de los restos de Miguel de Cervantes. LUIS SEVILLANO

Casi todo está dispuesto para proseguir la búsqueda de los restos de Miguel de Cervantes. Y hay novedades: el Ayuntamiento de Madrid (PP) ya tiene decidido el presupuesto para la segunda fase de la investigación bajo el templo del convento capitalino de las Trinitarias, en el barrio de Las Letras: 50.000 euros. Así lo asegura Pedro Corral, concejal de Las Artes, quien anuncia además que ya está aceptada esa partida para acometer la nueva etapa.

Sin embargo, el Arzobispado de Madrid, por medio de su Administrador Apostólico provisional hasta el 25 de octubre, el cardenal Antonio María Rouco Varela, arzobispo saliente, objeta su autorización a la prosecución de la búsqueda en el convento, como consecuencia de una amenaza de impugnación procedente de dos particulares.

Fuentes próximas a la Delegación del Arzobispado para Patrimonio Histórico explicaron a EL PAÍS que las dos cartas de familiares de personas presumiblemente enterradas en el convento de las Trinitarias dirigidas al cardenal Rouco Varela, “en términos contundentes anunciaban acciones legales” si se acometía la apertura de nichos previa al estudio de los restos óseos sepultados en el convento madrileño.

Aparte de que los últimos enterramientos datan presumiblemente de los años veinte del pasado siglo, las fuentes mencionadas señalan que, tras recibir las cartas de los dos familiares, el cardenal pidió entonces un estudio legal al Ayuntamiento y otro a sus servicios jurídicos, para abordar el caso planteado.

El Ayuntamiento se demoró hasta agosto en entregar el informe, en el que, por otra parte, no se contemplaba quién se haría cargo del coste del cierre de los nichos tras su apertura; sobrevinieron luego las vacaciones estivales hasta el 7 de septiembre, y el Administrador Apostólico, que realiza numerosas gestiones previas a su próxima despedida, no pudo resolver el asunto.

Argumenta Pedro Corral que el informe realizado por los propios investigadores al respecto —“informe convenido con el propio Arzobispado y rubricado por el abogado Juan Plaza, adscrito a la empresa de georradar que indagó la primera fase”, según precisó— “da garantías plenas de respeto, sensibilidad y delicadeza en cuanto al tratamiento de todos los restos óseos por hallar”. En cualquier caso, “no se moverán del mismo recinto de donde puedan ser examinados”.

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Por ello Pedro Corral señala que el Consistorio “apoya plenamente al equipo investigador y está seguro de que el Arzobispado madrileño va a dar luz verde a la segunda fase”, esperanza que mantiene asimismo la Delegación Episcopal que preside José Luis Montes y que, junto a Joaquín Martín Abad, Vicario de Vidas Consagradas, organización concerniente a las órdenes religiosas, son interlocutores eclesiásticos en este asunto.

El responsable municipal Pedro Corral ha subrayado por otra parte que “ni en la ley estatal de Patrimonio Histórico, de 1985, ni en la de la Comunidad de Madrid, posterior, se establecen cláusulas o prescripciones de ningún tipo, ni de autorización ni de prohibición, al respecto del tratamiento y la titularidad de restos óseos históricos de esta naturaleza”.

El forense Francisco Etxeberría, titular de la Sociedad Aranzadi, responsable de la segunda fase de actuaciones, asegura que en su propuesta para este nuevo período investigador “se establece un laboratorio de examen de vestigios óseos in situ, en el mismo salón que circunda el muro donde se encuentran los nichos; por todo lo cual”, precisa, “no se necesitará sacarlos de su ámbito propio y serán inmediatamente reintegrados a sus emplazamientos de origen”.

La Sociedad Aranzadi, que regenta Etxeberría, así como Luis Avial, responsable de la actuación previa con georradar y que ha protagonizado la primera fase en el convento de las Trinitarias, tienen una amplia experiencia de búsqueda e identificación de restos mortales en recintos eclesiásticos como catedrales, basílicas y otros templos y conventos, sin que hasta el momento se haya suscitado duda alguna al respecto. Han sido convocados, incluso, para documentar procesos eclesiásticos de beatificación.

Por otra parte, y a propósito del reciente anuncio de la alcaldesa, Ana Botella, de no concurrir como candidata del PP a las próximas elecciones municipales, el concejal de Las Artes señala que “ese hecho no ha alterado un ápice el entusiasmo y el compromiso personal de la regidora por investigar sobre los vestigios óseos de Miguel de Cervantes, hecho que ha revalorizado como bien histórico-cultural el convento de las Trinitarias, ya convertido en emblema del madrileño Barrio de las Letras, puesto así en el mapa cultural europeo”.

Según una fuente técnica experta en actuaciones semejantes y ajena al grupo investigador, llama la atención el hecho de que tales dudas de supuestos familiares no surjan cuando, bajo numerosos templos madrileños donde existieron enterramientos históricos parecidos, son instalados sistemas de calefacción, por ejemplo.

Los enterramientos civiles en el subsuelo y paramentos de templos de recintos eclesiásticos como catedrales y templos, fueron prohibidos ya en el siglo XVIII, cuando la abundancia de sepulturas en estos ámbitos causó graves problemas de salubridad e higiene, que la Corona se propuso atajar con una pragmática específica. Templos madrileños como el de San Sebastián, no lejos del convento de las Trinitarias, registraron numerosas complicaciones derivadas de aquel tropel de enterramientos, cuyos efectos forzaron numerosas mondas como la que se llevó por delante los restos de próceres madrileños allí sepultados.

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