“Hay que distinguir entre corrupción y anomalías administrativas”
“Nunca pedí que se enchufase a alguien, pero si te piden una gestión la trasladas”
Agustín Hernández (Madrid, 1961) entró en la Xunta a principios de los años noventa, de 1998 a 2005 fue director general de Infraestructuras y en 2009 Feijóo lo rescató como conselleiro del ramo. Hace tres meses lo hizo alcalde de Santiago tras la condena por prevaricación de siete concejales del PP. Hernández multiplicó su presencia pública, pero se toma tiempo para reflexionar cada pregunta antes de responder.
Pregunta. ¿Qué decisión ya tomada considera más relevante y cuál es el principal reto antes de las municipales de mayo?
Respuesta. He tomado muchas pequeñas decisiones que cumplen el objetivo de que el Ayuntamiento retomara la normalidad. Resolvimos el problema que había con la rotonda de Galeras [el Ayuntamiento paró la ocupación de un espacio público por un aparcamiento privado autorizada por el anterior gobierno local]. Me gustaría cerrar la financiación de la nueva depuradora, establecer una planificación consensuada para la estación e iniciar la ampliación de la AP-9.
P. ¿Por qué no era normal lo que estaba pasando en Santiago?
R. Porque los acontecimientos ajenos a la vida municipal eran de tal magnitud que habían contaminado el quehacer diario. Unos, consecuencia de actuaciones en el propio Ayuntamiento y otros ajenos, como lo que ocurrió con [el exalcalde] Gerardo Conde Roa, temas de su vida anterior que llevaba arrastrando.
P. ¿Qué hizo bien el anterior gobierno?
R. La gestión del ajuste presupuestario, con sacrificios que sanearon las cuentas.
P. Anuncios de inversiones que hace usted ahora ya estaban comprometidos antes. ¿Entiende que se le acuse de electoralismo?
R. Entiendo que se me acuse de cualquier cosa, respeto las críticas. Es la obligación de un responsable político hacer gestiones e informar a los ciudadanos de ellas. Y es verdad que hay temas que estaban en marcha y se han concretado estando yo en el Ayuntamiento y hay temas nuevos. Como cuando nosotros nos fuimos de la Xunta en 2005, que dejamos el Corredor do Morrazo sin inaugurar y lo hizo el Gobierno de Touriño en diciembre. Nada que recriminar. Entra dentro de la normalidad en un Estado democrático donde hay alternancia.
P. ¿La presencia en su gobierno del exalcalde Ángel Currás, imputado, no recuerda esa anormalidad que pretende superar?
R. Es un concejal que tiene su acta y colabora con el gobierno como cualquier otro concejal.
P. Como cualquier otro, ¿irá en su lista en las municipales?
R. No se sabe quién va a ser el cabeza de lista, mucho menos los candidatos. Cuando yo tenga la designación, y no antes, haré una reflexión al respecto y conformaré el mejor equipo para la ciudad.
P. Cargos del PP en similar situación han dimitido y lo reclaman a otros partidos. Pero otros imputados no lo hacen, como usted antes de archivarse la denuncia por certificar como acabada una obra que no lo estaba. ¿Cuál es el criterio del PP?
R. Está en sus estatutos. Expediente informativo cuando se abren diligencias, expediente disciplinario cuando la instrucción progresa y expediente de expulsión si hay condena. Hay que respetar la presunción de inocencia y distinguir entre corrupción y anomalías o cuestiones de índole administrativa.
P. El PSdeG ya ha dicho que va a llevar imputados en sus listas municipales. ¿Y el PP?
R. Aplicará sus Estatutos y será absolutamente inflexible en los temas de corrupción.
P. Pero también se puede dimitir sin corrupción. ¿Hay cuestiones éticas que puedan obligar a alguien a dimitir o solo se ciñen a la acción de la justicia?
R. La dimisión es una decisión personal, el acta es personal.
P. Como número tres del PP gallego, ¿qué les dice a los populares de Vigo o A Coruña cuando critican la Cidade da Cultura o el aeropuerto de Santiago?
R. No he percibido críticas a la Cidade da Cultura como proyecto de Galicia. Tampoco he percibido una crítica excesiva al aeropuerto de Santiago. Cada uno defiende lo suyo. Yo defiendo los intereses de Santiago e intento hacerlo con criterios objetivos. Mantengo el mismo discurso que en la consellería al respecto de los aeropuertos: necesidad de coordinar y de potenciar Santiago de cara a los vuelos internacionales, y mejorar la conexión de los aeropuertos.
P. ¿Cuál es la infraestructura más necesaria de Galicia?
R. Acabar el AVE.
P. En 2010 decía que era la autovía A-57 [conexión directa de Pontevedra con la Autovía das Rías Baixas alternativa a Rande].
R. Es una respuesta a bote pronto. La A-57 es una alternativa a la AP-9 en la zona sur, donde tiene más tráfico. Creo que es más necesaria que la propia ampliación de la AP-9.
P. La vida municipal de Santiago, con Ourense, está siendo la más convulsa. Pero no han surgido mareas ciudadanas o candidaturas de unidad contra la casta.
R. Es una ciudad tranquila, que no tiene a lo mejor la vida convulsa de ciudades con más peso industrial. De todas formas, me indigna oír hablar de la casta a ciudadanos que sí son la casta, que critican a los políticos profesionales desde un sillón de político absolutamente profesional.
P. Santiago es una ciudad con gran porcentaje de funcionarios. ¿Teme que lo castiguen a usted en las urnas por los recortes?
R. Los funcionarios son conscientes de un país que ha tenido que hacer grandes esfuerzos. En la función pública el castigo ha sido menor. El funcionario sabe que el empleo lo tiene garantizado y en la empresa privada, no.
P. ¿Recomendó usted alguna vez a alguien para que lo contratase una adjudicataria pública?
R. Nunca pedí emplear a alguien por tener una relación conmigo o porque me lo hayan pedido. Obviamente, como cualquiera, si te piden cualquier tipo de gestión, lógicamente la trasladas sin ningún tipo de indicación de que se haga ningún trato de favor.
P. ¿En qué situación queda el ciudadano que no tiene acceso a usted para que haga esa gestión?
R. Yo nunca he dado indicaciones para que se colocara a nadie por el conocimiento que tenga de mí. Tampoco he limitado a nadie que me pare en la calle. Cualquiera es libre de acercarse a mí y yo atiendo a todo el mundo.
P. Cuando dejó la Xunta en 2005, como ingeniero, trabajó en una constructora. Pero su departamento, antes y después, le adjudicó contratos. ¿Cuál es el límite de la llamada puerta giratoria?
R. Si la política la circunscribimos a funcionarios y a las universidades cometemos un gravísimo error. Critico con la misma vehemencia la puerta giratoria Universidad-Administración, porque son cursos, ponencias, publicaciones... La honestidad va en las personas y en el respecto escrupuloso a la ley de incompatibilidad.
P. Hasta 2005 usted planificó las principales autovías gallegas y ahora, antes de dejar la Xunta, preparó la posibilidad de pagar a las concesionarias más de lo previsto. ¿Qué se hizo mal?
R. Se planificaron en un momento, con unas expectativas de crecimiento, que nadie puso en duda. Estuve en la primera piedra y en la inauguración del aeropuerto de Santiago y nadie lo cuestionó. Es muy fácil criticar a posteriori. Galicia todavía requiere infraestructuras. Probablemente se fue excesivamente optimista. Volveremos a un punto intermedio.
P. ¿Los plazos influyen para abrir infraestructuras cuyas medidas de seguridad hay que mejorar tras accidentes como Angrois o el de la Autovía del Cantábrico?
R. Nunca he dado una instrucción para decidir un trazado ni para aprobar determinadas prestaciones técnicas. España es de los países más rigurosos en ingeniería. Si una infraestructura se abre es porque tiene las condiciones. Si la A-8 tiene ese trazado es porque se ha elegido con un análisis técnico riguroso. En el AVE, si se puso en servicio fue con informes técnicos y cumpliendo la normativa. Y si no es así, que se acredite y responda quien lo decidió.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.