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Y ahora, ¿dónde me alojo?

La Comunidad aprueba un decreto que regula las viviendas particulares de uso turístico. Los propietarios arremeten contra la norma que les impone un mínimo de cinco días de alquiler

Una pareja californiana alquilada en el Barrio de las Letras.
Una pareja californiana alquilada en el Barrio de las Letras.luis sevillano

En Madrid hay entre 6.000 y 8.000 viviendas de uso vacacional. Es decir, miles de apartamentos particulares a lo largo y ancho del territorio que se alquilan a turistas vía Internet, según datos de la Comunidad de Madrid. El cliente los busca desde cualquier parte del mundo en páginas web como Airbnb, Housetrip o Roomorama, se pone en contacto con el propietario y reserva. Así de fácil es ahora viajar.

Esta nueva forma de hacer turismo está en plena expansión en Madrid. Jóvenes, jubilados, familias, parejas, grupos de amigos… cada vez son más los que eligen alquilar una casa en pleno centro para conocer, desde otro punto de vista, la capital. Tanto es así, que el número de turistas extranjeros que pasó sus vacaciones de agosto en España durmiendo en viviendas alquiladas aumentó un 29,7% respecto al mismo período del año pasado, según una encuesta de Frontur. Un fin de semana, un puente o siete días. La estancia siempre va en función del tiempo del viajero.

Rose y Paul son un ejemplo de ello. Esta pareja de californianos se jubiló hace poco más de un año. Decidieron, entonces, invertir su tiempo y sus ahorros en viajar por Europa. Olvidaron los hoteles y se propusieron alojarse en casas particulares. Para ellos era toda una aventura. “Es una manera de conocer gente: a los propietarios, a los vecinos… Es como estar en casa y al mismo tiempo de vacaciones”, asegura Rose, recién llegada al barrio de Las Letras, donde se hospeda junto a su marido en una casa particular. Se quedan cuatro días en la capital y luego ponen rumbo a Barcelona.

Santiago, dueño de una empresa de alquiler de apartamentos.
Santiago, dueño de una empresa de alquiler de apartamentos.samuel sánchez
Turismo obliga a que los visitantes se alojen un mínimo de cinco días

Sin embargo, desde el pasado 1 de agosto, alojarse en una casa particular en Madrid puede conllevar una sanción para los propietarios de estas viviendas, al menos, si estos no cumplen con los requisitos de la nueva normativa aprobada el pasado mes de agosto. La Comunidad de Madrid puso en marcha un decreto, el 79/2014, con la intención de regular las viviendas de uso turístico en la región, después de que el Gobierno central modificase hace unos meses la ley por la que se regían anteriormente: la LAU (Ley de Arrendamientos Urbanos).

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Si la casa está anunciada en Internet, amueblada y destinada al turismo, el propietario está obligado a registrarla en la Dirección General de Turismo, a poner una placa en la puerta de la vivienda con los precios visibles y, lo más criticado, a alquilarla un mínimo de cinco noches. De no cumplir alguno de estos requisitos, el Gobierno regional podría sancionar al arrendador. La multa oscilaría entre 3.000 euros y 300.000. “No irán puerta por puerta ni buscarán en Internet posibles infractores. Con la denuncia de un vecino sería suficiente”, advierte Eduardo Fernández-Figares, abogado experto en arrendamientos urbanos y gerente del blog Abogados para todos (www.abogadosparatodos.net).

David Tornos, presidente de la Asociación de Gestores de Viviendas de Uso Turístico (ASOTUR), cuenta que llevaban mucho tiempo trabajando con la Consejería de Turismo de Madrid para llegar a esta regulación. Con el nuevo decreto creían haberlo conseguido. “Pero el resultado no fue ni el hablado ni el esperado. Al final le dieron un giro sorpresa… en favor de los hoteleros”, lamenta Tornos, que se pregunta por qué las viviendas de uso turístico tienen una restricción por noches y los hoteles no. “Nuestra primera medida ha sido recurrirlo en el Tribunal Superior de Justicia de Madrid”, revela.

Los propietarios temen perder el  80% de los clientes con la normativa

Pero el sector hotelero no lo ve como el presidente de ASOTUR. Para ellos, la nueva normativa es un paso adelante y, precisamente, lo más relevante es incluir la limitación de las reservas a un mínimo de cinco noches. “Es una medida que ya se ha tomado en otras ciudades. En Madrid son cinco, en Nueva York 30, en San Francisco 18 y en París, 7”, señala Antonio Gil, presidente de la Asociación Empresarial Hotelera de Madrid (AEHM). También Bruno Hallé, socio director de la empresa turística Magma, está de acuerdo con el decreto. “La gente que se aloja en apartamentos suele estar más de dos días. Buscan privacidad. Es un público diferente al de los hoteles”, opina. Desde su punto de vista, esta medida da cierta tranquilidad al sector y a los usuarios. “Es una manera de que el cliente no tenga sorpresas, de que esté seguro y viva una buena experiencia en Madrid”, dice por teléfono desde Barcelona, donde vive y donde la polémica y la problemática de viviendas turísticas es mucho más fuerte que en la capital.

Adolfo Merás está indignado con las afirmaciones que van en la dirección de Gil y Hallé. Él y su mujer son propietarios de cuatro apartamentos vacacionales. Les costó mucho trabajo alzar su pequeña empresa. Él perdió su trabajo durante la crisis, ella cerró la tienda que regentó durante más de dos décadas. Después de un par de años dando tumbos, encontraron una oportunidad de negocio en el sector y se arriesgaron. Vendieron su casa, se fueron de alquiler y se pusieron a trabajar. “El lobby hotelero ha hecho una campaña brutal contra todos nosotros. Economía sumergida, fraude, falta de seguridad, sanidad… Nada de esto es verdad”, denuncia Merás.

Para probarlo y luchar contra la desinformación que, según dice, están creando, Adolfo Merás y un grupo de propietarios crearon una asociación para defender sus derechos y estar protegidos legalmente. La llamaron Madrid Aloja y vio la luz por primera vez el mismo día que se puso en vigor el decreto: el 1 de agosto. Como ASOTUR, él y los más de 80 socios de Madrid Aloja también han recurrido la medida. “No queremos pensar que se ha hecho mal a propósito, sino que lo han hecho equivocadamente”, añade Merás, convertido en presidente de la asociación.

El lobby hotelero ha hecho una campaña brutal contra todos nosotros.

En este sentido, cuando la Comunidad de Madrid anunció la puesta en marcha del decreto, aseguró que lo hacían con la intención de beneficiar a ambas partes. “Vamos de la mano de las viviendas y del sector hotelero. Había que acabar con intrusismo, competencia desleal y garantizar la libre competencia. Entiendo que el sector hotelero ha quedado satisfecho”, expuso la consejera de Empleo, Turismo y Cultura, Ana Isabel Mariño en la presentación del documento el pasado mes de julio, mientras añadía que, según sus cálculos, la estancia media en los hoteles era de dos noches y de los apartamento de cinco. De ahí el requisito de la estancia mínima. Desde Madrid Aloja aseguran que el mínimo noches no solo no es objetivo, sino que es discriminatorio. “Se convierte en una prohibición encubierta que pretende que perdamos el 80% de nuestro negocio”, lamentan.

Propietarios contra la norma

Enrique es uno de los propietarios que se asoció con Madrid Aloja. No quiere que se sepa su nombre completo por miedo. Su casa todavía no tiene número de registro, aunque está en proceso. Él, como Merás, perdió su trabajo durante la crisis y pensó que alquilar su apartamento de Malasaña era una buena manera de sobrevivir. Ahora, siente que le pueden arruinar la vida si le sancionan por alquilar menos de cinco noches. “¿Pero qué hago? ¿No lo alquilo? Y, entonces, ¿de qué vivo?”, se pregunta, para añadir que Madrid es una ciudad de turismo cultural donde los posibles inquilinos no vienen más de tres o cuatro noches.

Mi experiencia me dice que la media son tres noches

Sin embargo, el presidente de la AEHM considera que no todo es blanco o negro y asegura que los hoteleros madrileños pretenden romper con la idea de que todas las viviendas de uso turístico son una forma alternativa de ingresos para familias necesitadas. “No dudamos de que puede haber algún caso aislado de familia que utiliza una segunda vivienda para suplementar sus ingresos, pero, en general, estamos hablando de un negocio en el que están entrando grandes inversores en cubierto que dan cobijo a la economía sumergida y al fraude laboral y fiscal”, critica Gil, que insiste en que no están en contra de la entrada de las viviendas de uso turístico en el sector y que lo único que quieren es regulación, para que así estas viviendas convivan con el resto de los subsectores de alojamiento.

Con todo, Enrique y tantos otros propietarios, siguen pensando que el sector hotelero ha presionado al Gobierno. “Creo que tienen miedo porque podemos competir en calidad y en precio”, opina.

Otro de los propietarios afectado por la medida es Santiago. Como Enrique, no quiere hacer público su apellido. La vulnerabilidad y la inseguridad que siente ante los cambios de normativa son algunas de las razones que da. Él tiene una pequeña empresa de apartamentos turísticos, The Green House Madrid (www.flatinmadrid.com). Uno de ellos está en Lavapiés. Lo compró hace unos meses y lo está reformando por completo. “Yo pago impuestos, genero riqueza al barrio y, además, empleo”, dice en referencia a los obreros que están trabajando por dejar la casa tal y como él la ha pensado. Su opinión no es diferente a la de los demás y, como ellos, su principal queja es la limitación de estancia de cinco noches. “Mi experiencia me dice que la media son tres noches. No más”, sentencia.

La mayoría de los propietarios y gestores prefieren pagar las tasas y los impuestos tal y como hacen los hoteles, las pensiones y los hostales. Prefieren estar regulados. Sin embargo, a todos les asalta el mismo miedo. Si están registrados son visibles y, por tanto, más fáciles de controlar y sancionar. A esto se añade otro recelo, que el Ayuntamiento les ponga trabas a la hora de regular su negocio. “Tememos que el Consistorio no nos de apoyo y que esto se convierta en una guerra entre administración y arrendatarios”, reconoce el presidente de ASOTUR, David Tornos. “No sería bueno, lo único que generaría sería economía sumergida y, precisamente, es eso contra lo que están luchando”, concluye.

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