La crisis altera la vida sexual del 41% de los pobres atendidos por la Cruz Roja
Un estudio de la ONG revela los problemas de salud y anímicosde la población más vulnerable
La situación de vulnerabilidad extendida en el tiempo a la que se enfrentan las miles de familias catalanas con problemas económicos comienza a hacer mella en su salud y hábitos vitales. A las voces que desde hace tiempo alertan de esta situación se sumó ayer la Cruz Roja. Su observatorio presentó un informe que muestra los efectos de la crisis en la salud de las personas que atiende. El estudio pone de manifiesto aspectos hasta ahora inexplorados. Por ejemplo, que el 40% de los beneficiarios aseguran que su actividad sexual se ha alterado a causa de su situación económica.
Es la primera vez que la ONG pregunta casi monográficamente por el tema de la salud, explicó Josep Marquès, presidente de la entidad. En el estudio participaron 1.026 personas del total de 18.858 que se atienden en el programa de lucha contra la pobreza. La edad promedio son los 40 años, mayoritariamente mujeres y la mitad, autóctonos. La principal conclusión es que casi ocho de cada diez encuestados ven afectada su salud por la crisis.
Anímicamente los efectos también son devastadores. Un 44% de los beneficiarios de la Cruz Roja afirma estar triste y el 31% dice llorar más que antes. El principal síntoma es la alteración del sueño, que afecta a siete de cada diez encuestados. Un 15,5% dice que a veces no vale la pena vivir. La crisis también ha afectado a la vida sexual. Un 41% de los encuestados asegura que han experimentado cambios. Un 1% dice que su actividad ha aumentado, el 40% que ha disminuido.
La afección en la salud, explicó Marquès, se ve especialmente en el acceso a los medicamentos por el copago sanitario. Un 64% asegura que tiene dificultades o no puede pagar la medicación que le prescriben. El 12% dice que las puede comprar pero con mucha dificultad. Este es el caso de Margarita Romero, de Santa Coloma de Farners (Selva). Tiene 44 años y tres hijos. El sueldo de su trabajo parcial, 410 euros, no le alcanza para pagarse las tres dosis diarias de insulina. Sanidad paga la mitad, pero aún así Romero no puede pagar la receta. “O comen los niños o me medico yo. Y claro, primero son los niños. Sé que la medicación es muy importante, pero si no llegas no llegas”, asegura la mujer.
Algo similar ocurre con otros servicios sanitarios. Más del 80% de los encuestados dicen que no pueden ir al dentista a pesar de necesitarlo, lo mismo ocurre con un 73% de personas que quieren cambiarse las gafas o revisarse la vista. “No todos los colectivos en dificultades están cubiertos por las excepciones del copago que dicta la ley”, criticó Marquès que pidió un cambio normativo.
El informe también revela que mientras en la población general las personas que consideran que su salud es buena, muy buena o excelente (según datos del INE), dentro de la población vulnerable atendida por la ONG este porcentaje llega solo al 50%.
Nueve de cada diez encuestados han cambiado sus hábitos alimentarios debido a los problemas económicos. Han dejado de comer productos frescos para reemplazarlos por congelados, por ejemplo. Un quinto de los encuestados han dejado de hacer actividades físicas.
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