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Navantia duda del dique de Ferrol mientras apuesta por las reparaciones

Un alto cargo de la empresa sostiene que la infraestructura flotante no es viable

Trabajadores en las instalaciones de Navantia en Ferrol
Trabajadores en las instalaciones de Navantia en Ferrolgabriel tizón

En el baile político del dique flotante para la ría de Ferrol, los argumentos que el Gobierno esgrime para enterrar la obra, escudándose en la falta de mercado para grandes reparaciones navales o en la negativa de Bruselas a financiarlo con dinero público, tropiezan con los documentos y las cifras oficiales. El último informe anual de la SEPI, la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales, que controla los astilleros públicos de Navantia, revela que el 68% de los 301 millones de euros que el grupo naval contrató en 2013 correspondían al área de Reparaciones (204,4), la mayor parte en buques civiles (70%). Esta división volvió a ser la única que generó beneficios: casi cinco millones en positivo (4,85) que son el contrapunto a los 59,7 en pérdidas netas que acumuló el pasado ejercicio, nada nuevo para una compañía con 5.606 empleados en toda España que se mueve en los números rojos.

 Aunque el documento no desglosa los datos por centros, los diques de Ferrol y Fene aportan buena parte de esos réditos en carenas. Por la ría pasaron 45 buques para reparar en 2013 y 20 de ellos eran gaseros (LNG), con un mantenimiento muy exigente en el que se han especializado las factorías gallegas. Fueron menos barcos que en 2012 pero con facturas más abultadas. “Reparaciones Ría de Ferrol tuvo el mejor año de su historia”, refleja el Informe anual de actividades de Navantia. El dique flotante pretende aumentar la capacidad de la factoría ferrolana para reparar grandes buques.

Los resultados económicos del último año contrastan con las afirmaciones de un alto directivo del grupo, Juan José Porras Borrego, responsable de Planificación y Control, que en un artículo en el diario Expansión dudaba ayer de la viabilidad de “acometer inversiones significativas” en mercados que considera que no son los “naturales” para un grupo enfocado al segmento militar, en caída libre de pedidos desde el inicio de la crisis. Apunta, además, que las rutas de mayor tonelaje se localizarán en el sudeste asiático y Oriente Medio.

Porras aludía, aunque sin mentarlo, al dique flotante de Ferrol. Se trata de una plataforma marina que permitiría a los astilleros gallegos de Navantia reparar grandes buques portacontenedores, un nicho de negocio para el que no disponen de espacio físico. El dique, con una inversión estimada de 140 millones de eurtos, lleva tres años en la lista de exigencias de la plantilla y ha recabado el apoyo de todas las formaciones políticas, especialmente en época electoral, pero no termina de concretarse. El último tropiezo ha sido con la Comisión Europea. La Xunta, que reservó cinco millones de los presupuestos de 2013 para esta infraestructura, se escuda ahora en que Bruselas se opone a financiarlo con dinero público porque sería una ayuda de Estado irregular. Los socialistas lo desmienten y airean una carta del comisario de la Competencia, Joaquín Almunia, donde expone que la consulta del Gobierno central sobre el dique fue “informal” y que la UE no está en condiciones de pronunciarse aún.

Los trabajadores ultiman el calendario otoñal de movilizaciones para exigir el dique mientras el flotel de Pemex, el único encargo en nuevas construcciones, camina despacio y genera muy poco empleo, apenas un centenar de puestos entre personal directo y auxiliar, para una plantilla de 2.300 trabajadores

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