Vitoria arranca las fiestas de La Blanca sumergidas en las reivindicaciones
El lehendakari dice que como “capital vasca” debe ser “ejemplar” para el resto
Griterío, humo de puros, y un momento en el que todo lo que se respira es el alcohol del cava. Son unos pocos segundos que todo vitoriano ha sentido alguna vez y que son la señal de que la ciudad, como cada 4 de agosto, inaugura las fiestas. Este lunes no ha sido una excepción y el aldeano de Zalduondo volvió a bajar desde el campanario de San Miguel puntual, a las seis de la tarde.
Con él, como cada 4 de agosto, la tranquila estampa de Vitoria, habitualmente centrada en el murmullo de quienes charlan en las terrazas o el del agua que mana de las fuentes de la plaza, se ha tornado en un ronco y desacompasado cántico para saludar a Celedón. Un exhausto Gorka Ortiz de Urbina ha tenido el aliento justo para entonar un par de veces la canción del Celedón y para felicitar las fiestas a la ciudadanía en un discurso breve e íntegramente en euskera. En su txapela, aún quedaban restos de lo que algún periodista comprobó que era harina. El Celedón volvió a ser el único vestido de blusa en el arranque de las fiestas, una indumentaria que este martes estrenarán las cuadrillas de blusas y neskas, con más de 3.000 miembros, que este lunes apostaron por zapatillas y ropa vieja para dar la bienvenida a las fiestas.
La figura de Celedón avanza así hacia su 60º aniversario, que se celebrará dentro de tres años y, lejos de perder adeptos, año a año congrega alrededor de 80.000 personas en el arranque de las fiestas. Una celebración que este año ha contado como chupineros a las víctimas del 3 de marzo de 1976, cuando cinco trabajadores murieron por disparos de la policía durante una protesta laboral. Miembros de la Asociación Víctimas del 3 de marzo inundaron la balconada con camisetas rojas. Con ellos llegó también otra reivindicación, ya que desplegaron una bandera palestina. Abajo, entre la multitud, una pancarta reclamaba el boicot a Israel por los bombardeos en Gaza. Otras reivindicaciones ya tradicionales también se hicieron ver, como las que reclamaban el acercamiento de los presos y las que piden proteger Álava del fracking —"¿green?", se preguntaba un cartel, en referencia al título de Green Capital europea que Vitoria ostentó en 2012—.
Entre las autoridades, el lehendakari Iñigo Urkullu, ha acudido a la balconada de la iglesia de San Miguel —atestada, como cada año, de políticos locales, provinciales y autonómicos— por primera vez para mostrar el “compromiso” del Gobierno con la ciudad. El jefe del Ejecutivo, que ha hecho su aparición con los representantes del PNV en el Ayuntamiento de Vitoria y las Juntas Generales de Álava, ambos candidatos para los comicios de 2015, ha dado a los vitorianos la satisfacción de reivindicar la ciudad como “capital de Euskadi”. Como capital vasca, ha resaltado en euskera, “tiene que ser ejemplar”. Un exultante alcalde de Vitoria, Javier Maroto, ha asegurado que la suya es la “mejor ciudad del mundo”.
88 personas, entre operarios de limpieza y jóvenes voluntarios, han conseguido que, hora y media después de que miles de personas abarrotaran la plaza con cava y puros, en la Virgen Blanca solo un ligero olor a cava bajo el desinfectante y la música de fondo delataran lo que pocos minutos antes acababa de ocurrir. En 2013 fueron 13.200 botellas de cava, este año 12.800, con 17.100 kilos de basura trasladados al vertedero. No pocos han optado por suplir el cava por otro de carácter más vasco, el kalimotxo. Decenas de vecinos de las calles aledañas a la Virgen Blanca se han afanado en disipar todo rastro de mancha entre los participantes en el chupinazo, con cubos y cubos de agua —algunos directamente tiraron de manguera— lanzados desde los balcones de sus pisos al gentío ya de por sí empapado y, en algunos casos, ataviado para la ocasión con flotador y gafas acuáticas.
Con una Virgen Blanca limpia a base de litros y litros de agua y esfuerzo de los operarios, el mismo escenario del desenfreno se ha convertido a última hora de la tarde y primera de la noche en espacio para los acontecimientos institucionales y religiosos que siguen en el programa de fiestas. La Procesión de los faroles, que arranca a las diez de la noche, contará con la participación del lehendakari. Con todo, Vitoria arranca un extenso programa que ya se sentía desde días atrás y que cuenta con más de 300 actividades que finalizarán el próximo fin de semana.
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