El gabinete de curiosidades de los Salvador vuelve a mostrar sus tesoros
La colección está formada por 32.000 especies animales, vegetales y minerales Abierto entre 1831 y 1854, esta considerado el museo más antiguo de Barcelona
En los gabinetes de curiosidades de los siglos XVI y XVIII se investigaba sobre la naturaleza. Estos lugares privados, llenos de armarios y cajones con objetos de todo tipo pertenecientes al reino animal, vegetal y mineral, del entorno más cercano, pero también raros, curiosos y maravillosos, fruto de viajes por medio mundo, proliferaron por toda Europa. Pero casi todos han desaparecido o ingresado en las colecciones reales o universitarias. Pero no todos. El formado durante dos siglos y medio en la trastienda de una botica de la calle Ample de Barcelona, por seis generaciones de la familia de los Salvador se ha conservado íntegro hasta nuestros días.
Formado por más de 32.000 especímenes vegetales y animales que siguen siendo objeto de estudio y más de 1.400 volúmenes, el gabinete de los Salvador está considerado el primer museo que abrió sus puertas al público en Barcelona, ya que desde 1831 aparece como tal en las guías de la ciudad. Visitable hasta 1854, se perdió la pista de este fondo después de que los Salvador vendieran la farmacia, hasta que en 1938 la Generalitat lo requisó para salvarlo de los efectos de la guerra civil. Estaba en la buhardilla de la masía de la Bleda de Vilafranca del Penedés, vinculada con la familia Salvador.
Después de la guerra, el ayuntamiento franquista de Barcelona compró el conjunto en 1945 y lo depositó en el Instituto Botánico. Después de varias décadas, en 2013 se compró el resto del fondo, sobre todo libros y correspondencia entre los Salvador y sus colegas europeos, olvidados en la masía del Penedés. Hoy, después de 160 años de cerrar sus puertas, el gabinete de curiosidades de los Salvador vuelve a mostrar sus tesoros en el flamante Instituto Botánico de Montjuïc, dentro de la exposición Salvadoriana.
Y se abre a lo grande. Además de los tres cubículos protegidos con cristal para mantener las condiciones ambientales en el que se conserva el gabinete original completo: los armarios de madera bellamente pintados que contienen las colecciones de conchas, minerales, maderas, fruto tallados en cera, rocas y pequeños animales; todo debidamente etiquetado, nombrado y clasificado. Además del medio millar de libros, las mesas de trabajos con los objetos que pertenecieron y usaron los Salvador. Para la exposición, los responsables del montaje comisariado por José Pardo, del Instituto Milà i Fontanals del CSIC y Neus Ibáñez, del Instituto Botánico, han realizado una recreación a escala real de los cuarenta metros cuadrados del gabinete.
El visitante puede sumergirse en la atmósfera de estos lugares tan especiales. El montaje, casi teatral, acaba trasportando al visitante que puede abrir algunos cajones y ver las imágenes de los fósiles, minerales y especies vegetales. En las estanterías, la calidad de las reproducciones permite leer el lomo de los libros, mientras que colgados del techo, realizado con vigas de madera, cuelgan disecados algunos ejemplares de las especies que motivaron el estudio de esta familia: Águilas reales, flamencos rosas, pirañas, un pez globo, un pez manta o el enorme apéndice que da nombre al pez sierra, entre otros muchos.
El gabinete se integrará en el Museo Martorell de la Ciutadella en el futuro
La exposición permite ver el retrato de dos de los impulsores del gabinete, Joan y su hijo Jaume Salvador; algunos de los objetos originales conservados, como la caja con terras sigillatas, pequeñas píldoras de barro usadas para administrar medicamentos, que cuando tras bañarse en oro y plata para matar el mal gusto, dieron origen a la expresión “dorar la píldora”.
La exposición también permite conocer las tertulias científicas que acogió la trastienda de los Salvador; ver los viajes que realizaron por España o norte de África donde “recolectaron” sus especímenes; leer las cartas en las que intercambiaban productos e información con otros naturalistas europeos, como el inglés James Petiver, en las que se comprueba su conexión con las ideas científicas del momento; o conocer cómo era el jardín de Sant Joan Despí en el que sembraban las semillas con las que enriquecer su herbario. Entre ellas las del geranio gitanilla o la mimosa americana, que ellos introdujeron en la ciudad.
La exposición, enmarcada dentro de los fastos de celebración del Tricentenari, estará abierta al público dos años. Según el concejal de cultura de Barcelona, Jaume Ciurana, parte de estos fondos bajarán al centro de la ciudad para formar parte de la reapertura del Museo Martorell, en el que se explicará el mundo del coleccionismo de la historia natural.
“Pero eso será en la siguiente legislatura”, aseguró Ciurana. Sin embargo, Pardo pidió prudencia a la hora de pensar en trasladar el gabinete, porque se trata de “ciencia viva”, tras recordar que todavía hay investigadores que trabajan cada día en los 4.917 pliegos del herbario de los Salvador. La exposición concluye con un libro de visitas, situado junto al original que se usó entre 1831 y 1845 para animar a los visitantes a que dejen testimonio de su visita.
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