Radares contra la soledad
180 farmacias de Barcelona se unen a un proyecto para detectar gente mayor en riesgo de aislamiento En el Eixample 11.000 ancianos viven solos
Espabilada, Magdalena Aragonés atraviesa el pasillo alfombrado que conduce al salón de su casa y parlotea amablemente mientras ahueca los cojines del sofá. Sus ojos azules escudriñan por el ventanal de un salón impecable, cargado de retratos y tapetes de ganchillo. Son ya 93 años los que guarda en la mochila; 30 de ellos, sola en su casa del Eixample barcelonés. “No tengo hijos, pero tengo muchos sobrinos. Lo que pasa es que todos están ocupadísimos y no pueden venir”, justifica. Magdalena es uno de los ancianos en riesgo de aislamiento que monitoriza el Ayuntamiento de Barcelona a través del proyecto Radars. Unas 150 entidades sociales, 269 comercios y 524 radares vecinales participan en la iniciativa detectando gente mayor que vive sola y comunicándoselo a los servicios sociales. Las farmacias son el último gremio que se ha unido para abordar la vertiente sanitaria.
Magdalena entró en la iniciativa porque un radar de Cruz Roja se lo comentó a su portera, Mari. “Me llama Marisol de Cruz Roja de vez en cuando para preguntarme qué tal estoy, cómo me va…”, explica la anciana. La iniciativa, presente en 15 barrios de la ciudad, controla a más de 400 personas mayores de 75 años. Según el padrón municipal, cerca de 59.000 ancianos de esta edad viven solos en Barcelona. “Se trata de una acción comunitaria del vecindario. La gente detecta lo que no vemos”, explica Assumpció Rosset, comisionada de gente mayor del Ayuntamiento. Desde el verano, Josep Regàs, voluntario de Cruz Roja en Radars, ha visitado más de 400 pisos. “Lo que más necesitan es hablar”, explica.
Desde su pequeña farmacia en el Gòtic de Barcelona, Montse Gironès reparte más que medicamentos a sus clientes más mayores. Leer una carta a algún anciano o explicarle una factura son algunos de los extras que brinda la boticaria. Su farmacia es una de las 180 que se han unido al proyecto. “Generamos confianza y proximidad con los clientes, conocemos su historia y podemos detectar mejor cuando hay alguna incidencia”, explica.
La cercanía de las boticas del barrio con el vecindario ayuda a detectar situaciones de riesgo. Que el anciano tarde más tiempo del habitual en visitar al farmacéutico o una falta de higiene pueden ser indicadores de alerta. “En las farmacias detectábamos problemas de alimentación, soledad, gente mayor en riesgo de exclusión que se iban autolimitando cada vez más”, advierte Mercè Barau, portavoz del Colegio de Farmacéuticos de Barcelona. Los farmacéuticos actúan desde el radar básico —si detectan situaciones de riesgo, derivan el caso a los servicios sociales—, o bien como radares especializados, en los que los boticarios completan la red de servicios sociales con intervenciones de tipo sanitario.
Los farmacéuticos advierten de que el número de ancianos en riesgo de aislamiento es mucho más alto del que se calcula. “Se han atendido a unos 400 ancianos en riesgo, pero creemos que esta cifra es mucho más alta. Hay un hueco muy grande que queda por detectar. Se sabe que está pero no se sabe dónde”, señala Barau. Rosset dice que están “en pleno despliegue para llegar a todos los barrios de Barcelona”. El consistorio quiere ampliar sobre todo la red de Radars en el Eixample, donde hay unos 11.000 ancianos que viven solos. Apurando los minutos para ir a una reunión de vecinos, Magdalena reivindica también su papel como radar, aparte de usuaria: “Yo también estoy al tanto y si llevo tiempo sin ver a algún vecino del barrio que sé que está solo, pues aviso”.
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