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opinión
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La eterna cuestión de Estado

El autogobierno vuelve a debatirse en Euskadi

Una vez más, la realidad ha demostrado que es mucho más fácil lograr la unanimidad y el consenso político en torno a los homenajes póstumos que en el día a día. La muerte del presidente Suárez ha logrado una foto de unidad que no logran los graves problemas sociales, económicos o políticos. Estos se recrudecen o se enquistan, mientras no cesan los reproches entre los partidos.

Tan solo hace una semana se constituía en el Parlamento vasco la vomisión para el estudio del Autogobierno. Una foto de todos los partidos políticos —por cierto, con una escasísima representación de mujeres— refrendaba su creación tras un cruce dialectico sobre su significado, contenido o destino. Mal comienzo para una comisión de trabajo que, en mi opinión, tiene dos asuntos de calado que tratar, y que siguen siendo asignaturas pendientes de nuestro desarrollo autonómico: la relación de Euskadi con el Estado o actualización de la misma, y el sistema de cooperación entre la Comunidad Autónoma Vasca y la Comunidad Foral de Navarra. Este último asunto fue debatido y aprobadas sus conclusiones en el Parlamento vasco en 1996 y también en navarro bajo la formula de un Órgano de Colaboración entre las dos comunidades autónomas. Visto así, cualquier tiempo pasado fue mejor, porque plantear hoy esta cuestión o incluso sacarla a colación parece una estrambótica innovación cuando en su momento tuvo el apoyo del socialismo vasco y navarro y también el del nacionalismo vasco y navarro.

Lo que ha sucedido hace bien poco en Navarra, con un PSN teledirigido desde la central del PSOE e incapaz de defender los intereses de los ciudadanos y ciudadanas para posibilitar un cambio de regeneración política, evidencia lo lejos que estamos de cambiar el significado de lo que actualmente es una cuestión de Estado. Y ¿cuál es esa cuestión? Pues no es otra que blindar la legalidad constitucional como un muro impenetrable e inamovible e impedir cualquier ámbito de colaboración con el nacionalismo en Navarra, no vaya a ser que se pueda desempolvar esa cooperación entre ambas comunidades que tan nerviosa pone al nacionalismo español. Y en esa unidad de acción están por desgracia los dos grandes partidos de ámbito español, PP y PSOE.

Por todo ello, pensar que el interés general es detenerse en si hay alguna competencia o mini competencia pendiente o un impuesto más o menos que transferir, parece un tanto trivial.

El socialismo defendió la cooperación entre ambas comunidades a través de sendos acuerdos parlamentarios, se sentó con el PNV y la entonces ilegalizada izquierda abertzale cuando aun ETA no había desaparecido para proponer textualmente en los llamados Acuerdos de Loyola que “ el acuerdo resultante reconocerá la identidad nacional del Pueblo Vasco. Dicho reconocimiento recoge así el sentimiento de pertenencia a una nación ampliamente compartido en la sociedad vasca”. “Nos comprometemos a defender —dice en otro apartado— que las decisiones que sobre su futuro político adopte libre y democráticamente la ciudadanía vasca sean respetadas por las instituciones del Estado”. Y añade “partiendo de la actual realidad jurídico-política, plasmada en la existencia de dos ámbitos institucionales diferenciados, ( CAV y CFN) nos comprometemos a promover la creación de un órgano de colaboración institucional común para los cuatro territorios comprendidos en dichos ámbitos”. Estas son algunas de las interesantes cuestiones que planteaba dicho documento de trabajo. Hay quien se sentó en aquellas reuniones y se sentará también en esta comisión parlamentaria. ¿No sería bueno avanzar en vez de retroceder y cambiar el signo de la llamada cuestión de Estado para hacer de ella un método con el que resolver más que una excusa para enquistar los problemas?

La reciente sentencia del Constitucional sobre la Declaración del Parlamento de Cataluña ha dejado clara que la Constitución no puede abordar expresamente todos los problemas que se puedan suscitar, en particular, los derivados de la voluntad de una parte del Estado de alterar su estatus jurídico. Corresponde a la política a través del diálogo encauzar esta cuestión. La misma política que en Euskadi nos debe permitir avanzar sobre lo ya construido, sin miedo.

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