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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La juez y el bilingüismo

El caso de la magistrada canaria y la madre a la que quita la custodia de su hija por trabajar en Cataluña

Mercè Ibarz

Ya saben, una juez de Tenerife ha quitado la custodia a una madre que, al encontrar por fin trabajo, se trasladó con su hija a Ripollet hace un año, cuando la niña tenía tres. Por más paro que haya, venir a trabajar a Cataluña no es de recibo maternal. La cooficialidad lingüística (ojo al dato) es, según la juez, un peligro.

Es un caso sin precedentes que los especialistas agradecerán. El bilingüismo ¡nocivo! No la inmersión escolar, sino el bilingüismo. No sé en qué mundo mental vive su señoría, pero la sentencia da que pensar. Es un desafío al sentido común y a lo que se espera de la preparación y ecuanimidad judiciales. Alguien debería poner a la juez al corriente de las ventajas del bilingüismo, según los pedagogos, y, para su tranquilidad, de la supremacía demostrada que otorga al castellano, según los expertos y la experiencia. ¿Qué más quiere? Esta juez parece salida del elenco de parodias del Polònia.

El Estado lingüístico está presionando cada vez más a las personas y ganando terreno a la inteligencia y la cultura

Mirar hacia otra parte se ha convertido en una costumbre, está claro, y la sentencia no ha provocado ni demasiada indignación ni protestas relevantes. La juez se ha llevado a la niña y ya está. Pasan tantas cosas… Cierto, es cansado razonar con quien no quiere. Y este caso es demasiado singular ante la urgencia social que mueve a tantos ciudadanos, ya sean los guerreros de las listas de espera sanitarias en Barcelona, los dignos que el domingo tomaron Madrid, los Stop pujades que cada miércoles se alzan con brío contra las tarifas de transporte, o la rabia ante el baile de bastones en el que se ha convertido el (im)posible debate soberanista. Pero para Nadya L., informática de 30 años con trabajo, es su vida.

Ella estaba en el paro en Tenerife, al igual que el padre de la niña. La pareja se está divorciando, no sabemos cómo llevaban las cosas ni viene al caso. Esta es la historia de un fallo judicial delirante. Según la sentencia, por parte de la madre “no existió hasta el tiempo de irse a Barcelona un apego intensivo a la menor, que disfrutó de la compañía de ambos progenitores por igual”. ¿En qué quedamos, disfrutó la niña o no? Y ya que estamos, ¿en Canarias, puerto de migración y de turismo, no hay niños políglotas? Lo único probado es que la madre buscó trabajo, lo encontró en Ripollet (donde vive su madre, que la ayuda con la niña) y aquí se trasladó. La juez cree que el padre en paro puede hacerse cargo mejor de la niña. Pero lo relevante es que lo argumenta alegando indirectamente que el padre no vive en contexto bilingüe.

Dice la juez: “No ha quedado acreditado” que el traslado a Ripollet sea bueno para la niña puesto que —y perdonen la enrevesada gramática judicial— “dicha ciudad y comunidad autónoma viene definida por unas características especiales de integración, pues al hecho de la adaptación normal a un cambio de territorio o de costumbres, ha de añadirse la dificultad de tener una lengua cooficial al castellano, el catalán, que, de todos es conocido, es la lengua empleada por gran parte de la sociedad catalana así como por los colegios”. Pum. Tiro al bilingüismo.

¿Es soberanista monolingüe la juez? No, no, oiga, se trata de justicia…

En el País Valenciano, sus gobernantes han conseguido dejar a los hablantes sin ningún medio audiovisual en valenciano y han bloqueado la radio catalana

El Estado lingüístico está presionando cada vez más a las personas y ganando terreno a la inteligencia y la cultura. La nueva ley de lenguas de Aragón cabalga feroz por los territorios de la Franja contra el catalán franjolino. En el País Valenciano, sus gobernantes han conseguido dejar a los hablantes sin ningún medio audiovisual en valenciano y han bloqueado la radio catalana. En las Baleares, las protestas de los maestros han puesto de relieve las afrentas en las islas. Pero a pesar de todo, en estas tierras de habla catalana en sus diversas variantes, crece la conciencia de que el Gobierno central, ahora del PP, se está pasando de la raya.

En cambio, en Cataluña, las animaladas lingüísticas del Estado se centran en familias, ya sea en las escuelas o en Ripollet. El desamparo de Nadya L. es grande. El de los niños obligados a ser escolarizados solo en castellano, separados de sus compañeros…, bueno, espero que algún día alguno de ellos nos lo cuente. El respeto a las criaturas es nulo y un día pedirán cuentas.

Ante las puertas de la ley no cabe ni el sentido común. No solo te vuelve tarumba sino que pierdes la custodia de tu hija. Así le ha sucedido a Nadya L. No se le ocurrió (a su abogado tampoco) presentar un informe escolar. Confió en el sentido común. “Todo el mundo sabe lo fácil que es para un niño aprender un idioma, y más el catalán”, razonó. Ay, Nadya L. ante las puertas de la ley. Todo el mundo sabe. Ya. Pidió el informe a la escuela, pero el juicio estaba ya a la espera de sentencia. De nada valió. La niña “comprende correctamente” el catalán. Da lo mismo. Perdió.

Letrados, bajen del escenario.

Mercè Ibarz es escritora.

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