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Barberá frena la ampliación del Museo Nacional de Cerámica

El Ministerio de Cultura espera que le dé el visto bueno a su plan desde 2007

Ferran Bono
Jaume Coll muestra una vajilla del siglo XV en un nuevo panel del Museo Nacional de Cerámica.
Jaume Coll muestra una vajilla del siglo XV en un nuevo panel del Museo Nacional de Cerámica. JOSÉ JORDÁN

Es uno de los museos más apreciados de Valencia. 131.000 personas desfilaron el pasado año por debajo de su popular portada de alabastro que representa una alegoría del más puro estilo barroco del Turia y el Júcar. No en vano, las webs especializadas en turismo sitúan al Museo Nacional de Cerámica y Artes Suntuarias González Martí como uno de los principales atractivos urbanos.

Son muchas razones para defender el museo y el excepcional palacio que lo alberga y los beneficios que aporta a la ciudad, pero no parecen suficientes para, al menos, desbloquear administrativamente su esperada ampliación. Aunque los planes de ampliación se remontan a 1998, el Ministerio de Cultura, titular y gestor del centro, está esperando oficialmente desde 2007 una actuación del Ayuntamiento de Valencia, presidido por Rita Barberá.

El hecho de que el PP dirija los destinos de ambas instituciones no ha modificado de momento el estado de la cuestión de este monumento declarado Bien de Interés Cultural, regido por la ley estatal de patrimonio.

El museo tan sólo exhibe un 13% de su excelente colección, formada por cerámicas de las reales fábricas valencianas y de todo el mundo. Precisa espacio y para ganarlo, “es necesario realizar una adecuación de la normativa urbanística que afecta al inmueble, por lo que se encargó un Plan Especial de Protección que fue entregado al Ayuntamiento en 2007, y que no ha prosperado hasta el momento”, explica el ministerio que dirige José Ignacio Wert en una respuesta a EL PAÍS.

La rehabilitación de su sede principal, el palacio del Marqués de Dos Aguas de raíces góticas y reformado en el siglo XVIII, concluyó en 1998. Fue la primera fase de ampliación.

Poco después arrancaron los trabajos para ampliar las instalaciones museísticas a través del edificio anexo, conocido como González Martí. Estas dependencias, recayentes a la calle San Andrés, se sumaron al museo en la década de los sesenta del pasado siglo, si bien desde el exterior no se aprecian muchas diferencias porque se uniformizó la fachada, mimetizando la del palacio.

El propósito es transformar este espacio anexo de oficinas y otras dependencias, sin interés histórico ni artístico, en más de 2.000 metros cuadrados de superficie para exhibición de obras. Es la “segunda fase de ampliación”. Incluye un retranqueo y un aumento de alturas, imperceptible desde la calle. En definitiva, un cambio de volumetría.

Año tras año, Cultura consigna presupuestariamente esa segunda fase que nunca llega a arrancar, hasta el punto de que se ha convertido en una muletilla entre los periodistas preguntar al director del museo, Jaume Coll, por esa ampliación. Pasó la semana pasada, cuando se presentó la exhibición en la colección de las últimas adquisiciones, entre ellas una notable vajilla de Fernando el Católico, como rey de Sicilia. Coll remitió cualquier información al Ministerio dirigido por José Ignacio Wert.

¿Por qué postergar tanto la segunda fase de ampliación? Respuesta de la subdirección general de Museos Estatales: “El proyecto no se ha postergado. La rehabilitación y ampliación del museo se consideran necesaria, pero ha influido en su ralentización la no resolución de la situación urbanística y las dificultades presupuestarias”. Esas dificultades también han influido negativamente en el propio funcionamiento del museo, que tuvo que cerrar el pasado año algunas salas por falta de personal. Ahora, se ha solucionado ese problema con las contratas, según ha asegurado Coll.

“En la actualidad, el Ministerio ha decidido impulsar el proyecto, y para ello se está trabajando en la resolución de la situación urbanística y en la actualización de los pliegos de prescripciones técnicas, con el fin de poder licitar el concurso de redacción del proyecto”, añade Cultura.

“Entre tanto”, añade el Ministerio, se están poniendo en marcha nuevas actuaciones “como la renovación de la climatización del museo y de los interactivos de la exposición permanente”. Para ello, se han presupuestado 300.000 euros para este año, y se ha contemplado una proyección de 5,4 millones hasta 2017.

Falta por ver si, al final, se ejecuta esta proyección de consignación. Los precedentes no son muy halagüeños, como tampoco lo son los fallidos pero interesantes intentos de buscar alternativas a la ampliación del museo fuera del mismo. Es el caso de la compra del inmueble anexo al museo, de la Rinconada Federico García Sanchiz, que se frustró por el elevado precio demandado por los propietarios, o el propósito infructuoso de comprar la fábrica de la Ceramo de Valencia.

El ministerio, por último, asegura que su ubicación en Valencia, en la periferia de la Administración central, no “perjudica en absoluto al museo”. “Es el emplazamiento idóneo dadas las características de sus colecciones, relacionadas con la producción alfarera levantina, el marco en que se exhiben, de excepcional relevancia, y su inmejorable situación en la ciudad”, concluye.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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