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El bidón de El Cabril se destapa

Enresa pretende doblar el almacenamiento de los residuos de baja y media intensidad La Junta y el Ayuntamiento de Hornachuelos rechazan la propuesta

Vista de la sala de control del almacén centralizado de residuos de baja y media intensidad de El Cabril, en Córdoba.
Vista de la sala de control del almacén centralizado de residuos de baja y media intensidad de El Cabril, en Córdoba.juan manuel vacas

En la memoria de muchos cordobeses de más de 30 años se guarda la imagen de una paloma blanca sobre un fondo azul y un mensaje escrito: Córdoba no nuclear. Fue una campaña emprendida a mediados de los años ochenta cuando la ciudad, bajo el gobierno del alcalde Julio Anguita, centraba parte de las movilizaciones en contra del cementerio nuclear de El Cabril, el único de España. Tres décadas después, el debate vuelve a cobrar vigencia, tras el anuncio del presidente de Enresa (Empresa Nacional de Residuos), Francisco Gil Ortega, de que en un horizonte de máxima producción de basura radiactiva, el almacén de baja y media intensidad de la Sierra Albarrana de Córdoba, podría llegar a doblar su capacidad.

El cementerio de El Cabril está al 70% de su capacidad actual. Dispuesto en 28 celdas blindadas con hormigón, ya está ampliándose desde hace unos años en tres unidades más: las celdas 29, 30 y 31. Solo la primera está ahora mismo en funcionamiento pero ya se trabaja en la número 30, que cuenta con el correspondiente permiso.

Según las previsiones del sexto Plan General de Residuos Radiactivos de 2006, la generación total de residuos de baja y media prevista es de unos 180.000 metros cúbicos. De estos, 90.000 serán de media y baja y 90.000 de muy baja, procedentes en su mayoría de las seis centrales nucleares españolas, cuya vida útil se está acabando.

Actualmente, El Cabril tiene capacidad para albergar esa cantidad de residuos pero existe un desfase. El cementerio está ahora preparado para recibir hasta 50.000 metros cúbicos de residuos de baja y media intensidad (faltarían 40.000 para atender a las previsiones); mientras que su capacidad para albergar residuos de muy baja intensidad alcanza los 130.000 metros cúbicos, excediendo los cálculos de futuro. La ampliación de El Cabril responde a esta necesidad de superar el desfase que se espera entre la generación de detritus radiactivos y la capacidad de guardarlos. Pero además de ampliar la capacidad, desde hace años hay estrategias para tratar de reducir el volumen de basura radiactiva generada y de tratar la misma para convertir los residuos de baja y media intensidad a residuos de muy baja radiactividad.

El cementerio de

En todo caso, las cifras indican que, con toda seguridad será necesario aumentar la capacidad de almacenar residuos de baja y media radiactividad para el entorno del año 2020 en España. Y por ello, se han iniciado ya conversaciones con el Ayuntamiento de Hornachuelos y se están realizando estudios de emplazamiento en la instalación. De cualquier forma, insisten en Enresa, la ampliación en volumen no supondría un aumento del inventario radiológico autorizado para la instalación. “Es una ampliación volumétrica pero no radiológica”.

La noticia de la ampliación ha provocado reacciones inmediatas. El principal ayuntamiento afectado, el de Hornachuelos (4.700 habitantes), se han mostrado en contra. El equipo de gobierno de Hornachuelos declaró en un comunicado de prensa que “no es partidario de la ampliación” y criticó además “la falta de compromiso del Estado con los Ayuntamientos afectados por este tipo de instalaciones, que ha supuesto un menoscabo de las capacidades económicas de estos municipios a pesar de la aportación que realizan a favor de los intereses generales”.

Por otro lado, la normativa urbanística vigente en Hornachuelos no contempla una posible ampliación de las instalaciones del almacén de residuos radiactivos de El Cabril. El Ayuntamiento, regido por IU y PSOE, considera que cualquier intervención que persiga aumentar la capacidad de almacenamiento “deberá tener el acuerdo entre los Gobiernos estatal y autonómico antes de comprometer a un Ayuntamiento en una cuestión de tanta importancia desde el punto de vista medioambiental y social”.

Pero ese acuerdo no parece cercano. La Junta de Andalucía se ha mostrado muy crítica esta semana. La delegada del Gobierno regional en Córdoba, Isabel Ambrosio, afirma que su apuesta es cerrar y clausurar el cementerio nuclear de El Cabril una vez que sus actuales instalaciones alcancen el 100% de su capacidad. Ambrosio recuerda que “el Parlamento andaluz, en el año 2006 y con la unanimidad de todos los grupos, rechazó una ampliación del equipamiento”, por lo que “una vez que se colmate y llegue al 100% de la ocupación, el equipamiento debería clausurarse y cerrarse”.

El movimiento ecologista de Córdoba lleva años abogando por el cierre inmediato

Por su parte, el subdelegado del Gobierno en Córdoba, Juan José Primo Jurado, es el único que ha reclamado que se “dejen a un lado los discursos demagógicos” y que se valore “de manera objetiva las grandes posibilidades de desarrollo y beneficio para el empleo que esta instalación ha propiciado y propiciará para los municipios colindantes”. El subdelegado ha resaltado que el equipamiento “beneficia económicamente” tanto a Enresa, como “a la zona”.

El movimiento ecologista de Córdoba, que nació con las primeras manifestaciones contra el cementerio, hace casi tres décadas, lleva años abogando por el cierre inmediato. Juan Escribano, portavoz en la provincia de Ecologistas en Acción, recuerda “que el problema de los residuos es un problema que siempre va a estar ahí, son materiales que pueden contaminar durante siglos”.

Desde hace tres años, los grupos opuestos a la presencia del cementerio nuclear en Córdoba están organizados en la Plataforma Antinuclear de Córdoba que se va a convocar mañana lunes. “Esto no es algo que lo pueda hacer una sola formación”, aclara el portavoz ecologista. Escribano insiste en que El Cabril es un riesgo potencial para la zona y advierte de que ejemplos como el de la central japonesa de Fukushima, gravemente afectada por el tsunami de hace tres años, resumen la fragilidad de estas instalaciones ante catástrofes naturales “como los terremotos”.

De mina a almacén de residuos radiactivos

  • 1935. El ingeniero de minas Antonio Carbonell Trillo-Figueroa descubre rastros de uranio en la zona de El Cabril. Se inician labores mineras pero tras la guerra civil se abandonan.
  • 1961. La Junta de Energía Nuclear traslada a la mina abandonada los primeros residuos radiactivos de media y baja intensidad que generan sus incipientes investigaciones.
  • 1984. Nace Enresa, la empresa pública encargada de la retirada, tratamiento y almacenamiento de los residuos radiactivos en España.
  • 1985. Enresa acondiciona mejor los residuos trasladados allí durante años y comienza a diseñar el futuro de El Cabril como cementerio nuclear. Primeras campañas y movilizaciones en contra de El Cabril en Córdoba.
  • 1992. El Cabril comienza a operar como almacén de residuos radiactivos. Desde entonces ha recibido una media anual de 2.000 metros cúbicos de basura nuclear procedente tanto de las seis centrales españolas como de instalaciones hospitalarias e industriales.
  • 1993-2000. El Cabril dispone de 28 celdas de almacenamiento de 24 por 19 metros de base y nueve metros de altura. Cada una tiene capacidad para guardar 320 contenedores cúbicos de residuos. Las celdas se sitúan sobre dos plataformas de hormigón y se tapan con el mismo material. Cuando las celdas de las dos plataformas se llenen por completo se terminarán de sellar con tierra y vegetación, reintegrándose en el paisaje. El isótopo radiactivo más longevo que se encuentra en El Cabril es el cesio 137, con una vida media de 300 años.
  • 2000. Comienza a estudiarse la instalación de un nuevo vertedero destinado a los residuos de muy baja intensidad radiactiva en El Cabril con una actividad radiactiva media de 60 años.
  • 2008. Entra en funcionamiento el almacén de muy baja intensidad de El Cabril. Se trata de la llamada celda 29. Se espera que entren en funcionamiento dos más en los próximos años.
  • 2013. El Gobierno suprime la Fundación Enresa que gestionaba ayudas a los municipios del entorno de El Cabril por un valor anual de 400.000 euros.
  • 2014. El presidente de Enresa, Francisco Gil Ortega, anuncia que la empresa pública se plantea doblar la capacidad de almacenamiento de El Cabril si se cumplen las previsiones de generación de basura que supondrá el cierre de las centrales. La noticia reaviva el debate sobre la presencia del vertedero en Córdoba.

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