Pues, ¡que viva la fiesta de los muertos!
Teatro en el Aire celebra una cena de difuntos mexicana con veinte comensales en el ritual festero ‘Bailando tus huesos’
Una mesa larga pintada con coloridas calaveras mexicanas, veinte comensales sentados alrededor y tres cantineras, celebrando todos la fiesta de difuntos. Bailando tus huesos, de la compañía madrileña Teatro en el Aire, revive con libertad poética la tradición pagana de los convites fúnebres, que tan viva se mantiene en buena parte de la Norteamérica hispana, pero que forma parte también de nuestras raíces anegadas por una ola de Alzheimer inducido. Si Don Juan Tenorio invita a comer a la estatua del comendador, su víctima, en El convidado de piedra, es para desafiar la creencia, aún entonces vigente, de que los muertos salían el 2 de noviembre a tomar los manjares que sus familiares les servían sobre sus propias lápidas, en los altares de las iglesias donde fueron enterrados o en los comedores de sus casas, donde se añadía un juego de cubiertos por finado.
Esa tradición de origen precristiano (griegos, escandinavos, bretones, eslavos y árabes la celebraban en campas, fiordos, bosques y playas) se mantenía a finales del XIX en los cementerios de Lisboa, en Bretaña y en el departamento francés de La Manche, y, desleída, en lugares de Galicia y Asturias, según documenta Víctor Said Armesto en su olvidado ensayo La leyenda de Don Juan. Las hogueras del magosto en origen se prendían para calentar a las ánimas, y parte de las castañas que en ellas se asaban eran para ofrecérselas.
Bailando tus huesos
Idea y dirección: Lidia Rodríguez. Dramaturgia: Rocío Herrera y L. Rodríguez, a partir de textos de Pepe Henríquez. Intérpretes: Laura de Casas, R. Herrera y L. Rodríguez. Jefe técnico: David Resino y Rafael Villaplana. Música: Mil i María y Mauricio Corretjé. Vestuario: La Negra. Escenografía: La Negra, R. Herrera y Celia Teira, construida por Venancio Sánchez. Compañía: Teatro en el Aire. Sala El Sol de York. Del 31 de octubre al 9 de diciembre.
Así pues, burla burlando y sin pretenderlo, la chilena Lidia Rodríguez, la hispanoargentina Laura de Casas y la española Rocío Herrera, tres de corazones del Teatro en el Aire, vuelven sobre una tradición sincrética europea a través del ritual festero mexicano, adaptado y reinterpretado.
Bailando tus huesos es un espectáculo que engulle al público y lo hace participar de cuanto sucede, cena incluida (nachos con guacamole y sendos burritos que cada cual se prepara al gusto). Aunque el trío de cantineras mantiene limpiamente el control de los acontecimientos, deja también cierto margen para que el espectador los comente con sus compañeros de mesa, los apostille en voz alta e interprete a su manera la parte que le toca en juego tan singular. Lidia Rodríguez, directora de espectáculos donde la sugestión y la participación del público desempeñan un papel decisivo, articulados en torno a un eje temático (la intimidad de un hamman femenino en La piel del agua, el ciclo de la vida en La cama) o en torno a un libro de poesía (Plagio a mí misma), calza esta vez en su ritual textos de Pepe Henríquez y canciones de Rocío Herrera y de Mauricio Correjté, e invita, en el elocuente tramo final, a que cada espectador reflexione sobre la presencia de sus ausentes, la finitud de la vida y la futilidad de las humanas vanidades.
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