_
_
_
_

Santa Perpètua ha visto cerrar 195 empresas desde el inicio de la crisis

La industria ocupa al 45% de los trabajadores del municipio donde se ubican Alstom y Panrico Desde 2008 la población, de 25.000 habitantes, ha perdido casi 4.000 empleos La Riera de Caldes, que agrupa a 5 ayuntamientos, ha perdido 800 empresas y 12.000 empleos

Clara Blanchar

“Esto se fue arriba, todo el monte era orégano, ibas a los polígonos y veías colas de camiones y estaba lleno de coches de los empleados. Ahora da pena, están más solos que la una. Pero los de Alstom y Panrico le han echao cojones, quieren que trabajen más por menos, hasta aquí podíamos llegar”. Desde el huerto de Manuel Bajo, jubilado de 69 años, se ven los talleres de la multinacional francesa. Están en una colina, en la carretera de Mollet, que ofrece una buena vista de Santa Perpètua de Mogoda. Panrico está en el otro lado del pueblo, yendo hacia Barberà. Los conflictos laborales de las dos empresas han convertido las últimas semanas el pueblo en el epicentro de la crisis industrial en Cataluña.

La planta de la multinacional francesa ha echado un pulso a la matriz al rechazar trabajar hasta 490 horas más (y de un día para otro) sin apenas ganar más y sin un compromiso claro de fabricar más trenes. En Panrico, en manos del fondo americano Oaktree, llevan dos semanas en huelga indefinida contra el impago de la nómina de septiembre y el plan que prevé casi 2.000 despidos en toda España, además de la segunda rebaja salarial en año y medio. Ayer, los trabajadores reunidos en asamblea votaron por amplia mayoría (219 votos frente a 73) mantener el paro. Son dos guerras que tienen a la Generalitat y al Ayuntamiento en vilo.

La asamblea

No es para menos. En Santa Perpètua la industria ocupa a casi la mitad de los asalariados (5.400 de 12.000 personas). Desde 2008 el pueblo, de 25.000 habitantes, ha perdido 195 empresas y casi 4.000 empleos. La industria empleaba en 2008 al 55% de los trabajadores, un porcentaje que ha caído al 45%. La recaudación del impuesto de actividades económicas (IAE) ha caído de cinco millones de euros a 4,1 millones, un impacto menor al del paro, porque las empresas de mayor facturación son las que mejor han resistido.

La alcaldesa, Isabel García (ICV), explica que el próximo jueves su grupo municipal junto a CiU y PCCA presentarán una moción en defensa de la industria y mostrando solidaridad con los trabajadores de Panrico y Alstom. Entre otras cuestiones, la moción reclama al Gobierno de la Generalitat “que no acepte el abaratamiento de las condiciones de trabajo como única forma de hacer más rentables las empresas” y le insta a “fomentar una nueva política industrial”.

El viernes pasado, el secretario de Empleo de la Generalitat, Ramon Bonastre —que ha mediado entre empresa y trabajadores tanto en Panrico como en Alstom—, afirmó durante una visita a Delphi (cuyos empleados también aguardan un ERE en Sant Cugat), que la Generalitat trabaja para mantener la actividad industrial de la zona, pero que no puede garantizar el mantenimiento de todos los puestos de trabajo y reconoció que los trabajadores tendrán que asumir “sacrificios”.

La industria ha pasado de emplear al 55% de los trabajadores al 45%

Quien tiene una visión global, pero a la vez local, es el presidente de la Unión de Polígonos Industriales y vicepresidente de la Agrupación de Industriales del Baix Vallès, Josep Morell. Eleva hasta el 50% los puestos de trabajo que se han perdido desde el inicio de la crisis en la zona del entorno de Mollet. Morell pone en cuestión la forma de actuar de los dos actores de los conflictos que hay sobre la mesa. Como empresario, reclama flexibilidad a los trabajadores; pero también cuestiona a las multinacionales. “No me acabo de creer que las alternativas de Alstom fuera de Cataluña sean tan superiores como para darlo todo por hecho”, dice. Y señala que en caso de cierre, además del paro, el drama aumenta cuando se trata de “empresas tractoras que generan demanda local de suministros”. Entonces, “llueve sobre mojado”, suspira Morell.

La destrucción de tejido industrial es de tal calibre que los Ayuntamientos de Santa Perpètua, La Llagosta, Polinyà, Palau-solità i Plegamans y Sentmenat hicieron pública este verano la Declaración de la Riera de Caldes,el área económica que se extiende al lado del lecho fluvial y que suma 28 polígonos con 1.500 industrias que emplean a 45.000 personas. El eje ha perdido 800 empresas y 12.000 empleos desde 2008.

Son datos del Observatorio de la Riera que facilita la responsable de Promoción Económica e Industria del Ayuntamiento de Santa Perpètua, Úrsula Cornejo, que alerta de que el cierre de empresas y la destrucción de empleo “representa un descenso de la capacidad económica de las familias y una pérdida de liderazgo del tejido productivo”. “Afortunadamente nuestra industria tiene un buen nivel exportador, lo que nos permite mantener la esperanza en la recuperación”, dice. También da motivos para la esperanza la buena ocupación del CIM Vallès o inversiones como la de Honda (12 millones) que acaba de inaugurar en su antigua fábrica el centro logístico que abastecerá de piezas el sur de Europa y el norte de África. Pero en empleo, son solo 39 trabajadores.

El Ayuntamiento presentará una moción en defensa de la industria y mostrando solidaridad con los trabajadores de Panrico y Alstom

Los apuros que pasan muchas familias de Santa Perpètua se notan en el barrio residencial de Valleslona. Entre las novísimas unifamiliares con piscina o pisos grandes con zona comunitaria levantados al calor del frenesí inmobiliario abundan carteles de “se vende”, “se alquila”, o las dos cosas. A primera vista, los vecinos de Valleslona parecen más ricos que los de la vecina urbanización de La Florida. “De ricos nada, lo deben todo al banco y más de uno y de dos no puede pagar la hipoteca; en cambio, los de La Florida se hicieron las casas ellos mismos, son pobres, pero no tienen deudas”, sigue lúcido el jubilado Manuel Bajo enseñando en su huerto de Can Molins: “Entre los payeses y la industria en este pueblo ha habido dinero, la gente se meneaba mucho, pero ahora hasta me he encontrado chavalines robándome en el huerto. ¿Y qué les voy a decir?”.

La semana pasada, mientras los trabajadores de Alstom votaban en referéndum si aceptaban o no las rebajas que plantea la empresa, un prejubilado, Santos Imbernon, cargaba contra la multinacional y exponía en la puerta de la empresa su temor a que la plantilla aceptara: “El miedo trabaja mucho y la gente traga y traga”, argumentaba. Salió el no con un apoyo del 65% de los votos. En Panrico, seguirán en huelga. Los piquetes siguen turnándose. “Con 1.400 euros de salario tras 28 años en la empresa, no tengo miedo”, aseguraba el jueves Xavi bajo el toldo que les protegía del sol.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Clara Blanchar
Centrada en la información sobre Barcelona, la política municipal, la ciudad y sus conflictos son su materia prima. Especializada en temas de urbanismo, movilidad, movimientos sociales y vivienda, ha trabajado en las secciones de economía, política y deportes. Es licenciada por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_