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No hay gas para tanto ‘fracking’

La Generalitat descarta el ‘fracking’ porque su uso solo aseguraría el consumo de ocho meses

Dani Cordero
Un campo en el Lluçanes.
Un campo en el Lluçanes.albert alemany

Cataluña no será tierra de fracking. Y no lo será solo por la negativa de la Generalitat, sino porque su subsuelo no reúne las condiciones necesarias para explotar esa agresiva técnica consistente en aflorar gas y petróleo del subsuelo tras destruir la roca madre mediante agua y productos químicos a presión. El informe que utilizó el Gobierno catalán el pasado martes para negarse a dar licencias de explotación es tajante en ese sentido. Según sus cálculos geológicos, la fractura hidráulica apenas permitiría aflorar el equivalente a 0,7 años del consumo de gas natural en la comunidad.

Otras estimaciones, derivadas de un estudio elaborado por la asociación de empresas españolas de exploración y producción de hidrocarburos Aceip y la consultora especializada Gessal, elevan esa expectativa de producción al consumo de siete años. Pero el Gobierno matiza esos datos, al considerar la energía necesaria para extraer el potencial gas del subsuelo. Ante tal horizonte, al menos con las actuales técnicas de extracción, el Ejecutivo de Artur Mas ha optado por dar carpetazo a las peticiones para evitar sus “costes sociales”. Ni su impacto ambiental ni los costes para mitigarlo lo harían rentable. Tampoco el desgaste de enfrentarse a las plataformas ecologistas, que yan han mostrado su oposición radical.

El informe estima que para que una explotación de gas de roca madre sea económicamente rentable debe estar a una profundidad de entre 1.000 y 4.000 metros de profundidad y con una superficie de miles de kilómetros. Asimismo debe tener un contenido de materia orgánica de como mínimo un 2%. Y, concluye el documento de trabajo, “formaciones de estas características no se encuentran en Cataluña”, por lo que descarta que la obtención de combustible mediante fracking deba tenerse en cuenta en la planificación energética de la Generalitat.

Hay dos condicionantes que impiden la rentabilidad del fracking. El principal es la falta de materia prima. Se han detectado tres potenciales zonas de explotación —Pirineo, cuenca del Ebro y sierras litorales—, pero en todas ellas la masa de roca madre es excesivamente pequeña para que salga rentable. El estudio se refiere a formaciones de entre 300 y 400 kilómetros cuadrados, una cifra que poco tiene que ver con las explotaciones existentes en Estados Unidos, México y Canada. Allí, según una comparativa que recoge el informe elaborado por los técnicos de los departamentos de Territorio y Empresa, las superficie explotadas nunca bajan de los 12.000 kilómetros cuadrados y, en un caso como es el de la explotación de Marcellus —a caballo de los estados estadounidenses de Pensilvania, Nueva York, Virginia, Ohio y Maryland— cubre 245.000 kilómetros cuadrados.

Al problema de tamaño se suma el de la escasa eficiencia de la extracción de gas mediante fractura hidráulica. Al menos con las técnicas actuales. El informe destaca que la extracción de gas a través de fracking es mucho más intensiva en consumo energético que los yacimientos tradicionales. Según los técnicos, debería gastarse un barril de gas para extraer cuatro. En el caso de los pozos petrolíferos más productivos, ese ratio es de 25 a 1. Esa ecuación es la que provoca que las reservas extraíbles netas de gas sean tan bajas como para situarse por debajo del consumo de un año.

El informe alerta que este tipo de explotaciones producen la mayoría de su gas entre los diez y los quince años, cuando se extrae hasta la mitad del gas disponible. Después, ese aprovechamiento decrece y a mayor velocidad si hay más pozos de extracción en los alrededores.

Y con esos resultados, el Gobierno catalán considera que “no parece tener sentido económico la inversión de grandes presupuestos en la realización de investigaciones más detalladas”.

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Sobre la firma

Dani Cordero
Es integrante de la redacción de EL PAÍS en Barcelona, donde ha desempeñado diferentes roles durante más de diez años. Licenciado en Periodismo por la Universidad Ramon Llull, ha cursado el programa de desarrollo directivo del IESE y ha pasado por las redacciones de 'Ara', 'Público', 'El Mundo' y 'Expansión'. 

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