Una bandera franquista colgó del balcón consistorial de Moraleja en fiestas
El alcalde, del PP, afirma que no se dio cuenta hasta después de las celebraciones Los vecinos dicen que es habitual que se cante en este pueblo el 'Cara al sol'
Dos operarias del servicio de limpieza se afanan en barrer lo que queda de las fiestas mayores de Moraleja de Enmedio, al sur de la Comunidad de Madrid. Las celebraciones en honor al Santísimo Cristo de la Salud terminaron el martes y en la acera se amontonan los excesos habituales de este tipo de eventos: colillas, cascotes de botellas, plásticos rotos... Aunque este año, la fiestas de este municipio de 4.984 habitantes se recordarán, sin embargo, por otro tipo exceso; este de índole institucional.
Durante el pregón del pasado sábado, una bandera preconstitucional colgó del balcón del Ayuntamiento. Nadie de este pueblo de chalés y casas a medio construir habla abiertamente del asunto; pero en privado algunos de ellos reconocen que “esto” es lo habitual. “Todos los años se canta el Cara al sol durante el desfile de carrozas. Así que no me extraña que exhiban su bandera. Es un pueblo muy facha”, afirma uno de estos vecinos que dice llevar en esa localidad más de 20 años. La explicación parece ser más histórica que ideológica. “En Arroyomolinos estaba una de las fincas de Franco. Para ir hasta allí, tenía que pasar por aquí. Y se ve que aquello dejó huella en la gente”, ejemplifica. Pide que no se le identifique.
El PSOE presentará este mes una moción de censura contra el regidor
Este vecino compara el ambiente en el pueblo con la novela Gomorra, de Roberto Saviano. Algunos árboles tienen pintadas cruces célticas. “Aquí no sabes quién es quién, así que lo mejor es no hablar de política”, confirma otra de estas vecinas con cierto poso en esa localidad.
La legislación vigente no impide cantar el himno de la Falange en la vía pública. Blandir una bandera franquista en medio de un acto público es otra cosa. Su alcalde, Carlos Alberto Estrada (PP), asegura que no se dio cuenta. “Me enteré después. Había unos 2.000 vecinos en la plaza. Si nos hubieran avisado, habríamos retirado la bandera independientemente de que esté o no prohibido o que en otros sitios luzca una bandera republicana”, deja caer.
Antes del pregón, una de las peñas cantado el 'Cara al sol' en la plaza del pueblo.
Entonces, ¿cómo llegó el emblema hasta lo más alto del Consistorio? Según Estrada, un miembro de la peña El Apretón, de ideología fascista, la llevaba escondida. “Subió al balcón y cuando aquello se llenó, la desplegó”. Sus recuerdos de la fiesta no concuerdan con el relato que hace la oposición. Faustino de Lucas es portavoz del PSOE en Moraleja y asegura que todo el mundo vio subir a ese individuo. “Además, el tercer teniente de alcalde es miembro de esta peña”. Su jefe en el Gobierno local lo corrobora a su manera: “Aquí cada uno es hijo de Dios”.
Los populares tomarán medidas por la exhibición de la enseña
El PP gobierna ese municipio desde 1999. La peña El Apretón está situada a unos 400 metros del Ayuntamiento. Sobre su fachada se puede leer el siguiente mensaje: “Cuando somos buenos, nadie nos recuerda. Cuando somos malos, nadie nos olvida”. El caserón está coronado por un paño con el águila de San Juan amarrado a un mástil. Al conocer los hechos, el PP de Madrid mostró su sopresa y su intención de tomar medidas. “Es algo que no se puede admitir. En las fiestas hay excesos pero no todo vale”, afirmó una portavoz. El PSOE de Moraleja, por su parte, tiene intención de presentar una moción en el próximo pleno de este mes.
La última reforma del Código Penal que propuso el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, modifica el artículo 510 para castigar con penas de prisión el fomentar el odio o la violencia por motivos racistas, antisemitas, ideológicos o de creencias. Además, según este anteproyecto que está pendiente de tramitación, la elaboración y difusión de material que incite a ese odio también estará penada. De tal forma que el enaltecimiento o justificación de estos delitos se castigará, presumiblemente, con penas de seis meses a dos años de prisión y multa de seis a 12 meses.
A falta de cifras oficiales, los historiadores estiman que entre 1936 y 1943 hubo aproximadamente unas 150.000 víctimas mortales en actos de represalia por los excesos de la Guerra Civil y la posguerra.
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