Greenpeace centra en municipios valencianos la mala gestión del litoral

Ocho campos de fútbol al día. Este ha sido el ritmo de la destrucción del litoral español durante dos décadas, según el informe Destrucción a toda costa 2013 de Greenpeace. Ojo: el estudio de la organización se refiere al periodo de 1987 a 2005, lo que significa que las cifras son conservadoras y la realidad supera todos los datos, según admite la propia ONG. Pero fueron suficientes para elaborar un ranking de los 25 municipios cuyas costas son las más destruidas del país. Ocho de ellos están en la Comunidad Valenciana, el 32% del total.

Para elaborar esa lista, la entidad tuvo en cuenta las localidades que poseen una gran superficie artificial, en la franja de los 500 metros, donde el impacto sobre el total de la costa es mayor. Son municipios que tienen, además, un porcentaje elevado de su zona costera ocupada respecto al total y que, proporcionalmente, más han agotado su territorio con la construcción. La ONG también considera a los que más rápido han destruido su costa entre 1987 y 2005, y que, de seguir el actual ritmo, quedarán totalmente colmatados en pocos años.

Esos son los ocho municipios valencianos en los que la burbuja inmobiliaria tuvo el efecto más devastador:

Calp (Alicante)

Greenpeace explica que esta localidad se ha basado en el modelo de la ciudad vecina de Benidorm, con edificios altos y de fuerte impacto paisajístico, con ocupación de salinas, marismas y zonas de gran valor ecológico. La ocupación ha sido muy rápida y muy reciente, lo suficiente para que el 70% de su primera franja esté ocupada. El incremento anual de superficie artificial es de un 0,5%. 

Cullera (Valencia)

Son 245 hectáreas de superficie ocupada en la franja de 500 metros, y un crecimiento anual del 1,19%. Resultado: grandes edificios que dan sombra sobre la propia playa. Las márgenes del rio Júcar están completamente urbanizadas. El denominado Manhattan de Cullera, que prevé la construcción de 33 torres de 25 alturas (6.000 viviendas) y dos hoteles de 40 pisos junto a la desembocadura del río, se ha paralizado por la crisis.

Oliva (Valencia)

Su superficie artificial es la que más ha crecido desde 1987. El número de ocupaciones en la primera línea se ha multiplicado casi por siete, y el 50% de la franja de 500 metros ya está ocupada.

Oropesa (Castellón)

Un ejemplo de cómo la construcción imparable en los años de burbuja inmobiliaria puede dejar cicatrices permanentes. La localidad presenta uno de los porcentajes más altos de incremento anual de superficie artificial, casi un 2%. Se debe a Marina D’Or, el megaproyecto urbanístico que cuenta con apartamentos, hoteles y balnearios turísticos que ocupan toda la zona de litoral. Si se mantiene el actual ritmo, el municipio tendrá el 92% de su zona costera construida[PIRRINCHI] en 2020.

Pilar de la Horadada (Alicante)

El 83% de la franja de 500 metros es de superficie artificial, que crece anualmente un 2,38%. Es el segundo municipio, después de Vera (Almería), que mayor porcentaje de incremento de la ocupación ha presentado. Antes de 2030 la zona costera estará totalmente ocupada, si se mantiene el actual ritmo.

Sagunto (Valencia)

Posee 369 hectáreas de superficie artificial, un 55% de su costa. Algunas de sus áreas protegidas, como el Marjal del Moro, se encuentran en peligro. El tramo de litoral entre el Puerto de Burriana y el Puerto de Sagunto presenta regresión media de la línea de costa de 1,5 metros al año, lo que supone un peligro para las viviendas construidas en primera línea.

Torrevieja (Alicante)

Su superficie artificial, que ya ocupa el 83% de la costa, crece un 1,5% anualmente. La localidad carece de planificación urbanística. Posee un modelo de construcción difusa, con grandes urbanizaciones y casas adosadas que implican un gran consumo de agua, energía y suelo.

Vinaròs (Castellón)

El 69% de la costa ya está ocupado por urbanizaciones e infraestructuras de todo tipo. En concreto, son 360 hectáreas. Al sur del puerto, los procesos de erosión por la fuerte artificialización del litoral son muy graves. Si se mantiene la tendencia actual, en 2020 tendrá el 95% de la costa construida y, antes de 2030, el 100%. En 2000, 2009 y 2011, los temporales causaron inundaciones que evidenciaron los peligros de la construcción.