Hallado el móvil del maquinista del tren del accidente de Santiago
La tableta electrónica que usaba el conductor se encuentra en estado inservible
Vagón por vagón, removiendo cada metro del amasijo de cables y hierros retorcidos en los que quedó convertido el Alvia S/730, la policía científica buscó el pasado martes durante horas el teléfono corporativo por el que el maquinista hablaba 11 segundos antes de descarrilar a 179 kilómetros por hora en la curva maldita de A Grandeira, en el barrio compostelano de Angrois. No apareció. Sin embargo, esta mañana los agentes han encontrado lo que parece ser el móvil de empresa del maquinista, Francisco José Garzón Amo.
El Tribunal Superior de Justicia de Galicia (TSJG) ha informado también de que la policía científica ya había encontrado previamente lo que parece ser la tableta en la que el maquinista se había descargado la hoja de ruta de Renfe. Pero debido al estado en que se encuentra el dispositivo tras el accidente, la policía tampoco lo puede asegurar de forma fehaciente. Durante la comparecencia del maquinista ante el juez, el fiscal le preguntó varias veces por el uso que daba a la tableta y si la estaba usando como entretenimiento mientras conducía el tren. Garzón lo negó tajantemente y aseguró que únicamente la tenía en la cabina para consultar la hoja de ruta.
Durante los rastreos del pasado martes, los investigadores también extrajeron de las tripas de un tren desfigurado restos humanos, objetos personales de los pasajeros y otros elementos que introdujeron en bolsas plásticas para su análisis y cotejo. El resultado pasará a engordar el atestado policial de la causa que le remitirán al juez instructor, Luis Aláez. Desde primera hora de la mañana hasta mediada la tarde, un equipo especial de la policía científica, el Grupo Operativo de Intervenciones Técnicas (GOIT), buceó entre los trozos desmembrados del ferrocarril que las grúas fueron retirando de la vía de Angrois para depositarlos a la intemperie en un recinto vallado junto una nave de transportes pesados en A Escravitude (Padrón), a unos 20 kilómetros de Santiago.
Uniformados con monos blancos de plástico, guantes, botas y casco de protección, los agentes del GOIT emplearon sierras radiales e incluso una especie de azada para abrirse paso entre las chapas metálicas del tren. Dos perros adiestrados de la unidad canina se fueron alternando en la búsqueda de restos humanos, según fuentes de la investigación, entre los vagones deshechos. Recogieron efectos personales de los pasajeros y otros elementos que tendrán que procesar. Solo la parte delantera del tren, que pilotaba Garzón, conserva más o menos intacta su estructura exterior con el cristal frontal de la cabina del conductor completamente estallado.
El maquinista no había bebido alcohol ni consumió ninguna sustancia ilegal. Garzón ya había declarado ante al juez que el día del accidente solo había tomado café. Y la cafeína fue lo único que detectaron las analíticas. El informe que el Instituto Nacional de Toxicología remitió al juez confirma que el conductor no tomó ninguna sustancia que pudiera alterar su mecánica laboral, según informó el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia. Corrobora, de ese modo, el resultado de los primeros análisis que le hicieron a Garzón en el hospital Clínico Universitario de Santiago (CHUS) poco después de descarrilar y al que el conductor se había sometido voluntariamente. El veterano maquinista, que habló con el interventor durante poco más de minuto y medio cuando encadenaba túneles y viaductos en los últimos metros hacia la estación de Santiago, atribuyó el accidente a un “despiste” en un tramo que conocía bien.
Aláez, titular del Juzgado de Instrucción número 3 de Santiago, ha pedido que se incorporen a la causa las conclusiones de las comisiones investigadoras creada por Fomento, Adif y Renfe. No obstante, y aunque sumará esos tres informes al procedimiento, el instructor ha ordenado también una prueba pericial judicial que encargará a tres expertos ingenieros —Telecomunicaciones, Caminos y un tercero de la rama Industrial— que serán designados por sus colegios profesionales o escuelas oficiales entre las personan que acrediten mayor conocimiento en infraestructuras ferroviarias.
De los 178 pasajeros atendidos en urgencias la noche del 24 de julio, siguen ingresados en distintos hospitales gallegos 41 pacientes, siete de ellos en unidades de críticos. El número ha ido descendiendo progresivamente y el último menor que permanecía en la Unidad de Cuidados Intensivos ya ha pasado a planta. Desde el pasado fin de semana, han recibido el alta 13 pacientes. Solo uno de los heridos falleció en el hospital de Santiago cuatro días después del accidente.
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