El regreso de los camaradas del frente
Sale a la venta la colección de objetos militares del novelista Sven Hassel
Observé con melancolía la gorra de oficial de la Wehrmacht que perteneció a Sven Hassel (Frederiksburg, Dinamarca, 1917-Barcelona 2012). ¡Cuántos recuerdos de los viejos camaradas del frente! Hermanito, Porta, Barcelona, El Viejo, El Legionario. Aquellas nociones de ruso recreativo —iob tvoiemad! (¡al diablo con tu madre!)—. Yo no estuve en ese frente, el de la II Guerra Mundial, claro, y a lo mejor ni siquiera estuvo Hassel, pero las novelas del popular escritor de aventuras bélicas, traspasado el pasado septiembre, forman parte de mi vida. Me ayudaron a sobrevivir en el patio del colegio, un lugar en el que no había T-34 ni comisarios de la NKVD empuñando su nagan, pero era peor que Kotelnikovo, sobre todo si eras de los pequeños, malo en fútbol y medianamente sensible. Llevar Batallón de castigo (1962) bajo el brazo, me granjeó algo de respeto y complicidad entre los matones del recreo y, significativamente, también entre los curas, que en cambio me habían decomisado Sinuhé el egipcio,que contenía, me riñeron, serias amenazas a mi pureza (?). Quizá fuera esa advertencia lo que me catapultó a la egiptología, .
Yo ya era un aficionado a las historias de la II Guerra Mundial: Piloto de Stukas, Cornelius Ryan, la colección de libritos de editorial San Martín, León Uris… pero con Sven Hassel descendí a la brutalidad real de la guerra, a la experiencia del soldado corriente. Entre la fascinación, la repugnancia y el espanto leía esos pasajes en que las orugas de los tanques reducían a papilla a los combatientes, las ametralladoras los partían en dos, derramando sus vísceras; los lanzallamas los transformaban en teas aullantes y las luchas cuerpo a cuerpo, con bayoneta y pala de infantería, los convertían en fieras inhumanas. "Reíamos, vociferábamos como locos, los aplastábamos, ebrios de alegría porque también nosotros éramos bestias de rapiña que matábamos por el placer de matar". Jope. ¡Y pensar que el consejero espiritual padre Martínez prefería eso que a Nefernefer pacíficamente desnuda en su estanque de lotos! Bueno, imagino que lo prefería para mí, porque nunca me devolvieron mi Sinuhé...
Con el tiempo llegué a leerme casi todos los 14 títulos de Hassel (en ¡Liquidad París! sale Hemingway); además un día inolvidable lo entrevisté en su casa junto al parque Turó (llena de objetos militares, un verdadero museo) y el año pasado escribí su obituario. Daba por cerrado así el capítulo Sven Hassel cuando el viejo, ambiguo y controvertido escritor —no está claro hasta qué punto se inventó su biografía militar, parece que mucho: una cosa es que fuera soldado y otra que condujera un Tiger— ha vuelto a aparecer.
Sus cosas, su estupenda colección de uniformes, gorras, cascos, etcétera, las ha adquirido a la familia la tienda Militaria que las tiene a la venta: son unos 500 objetos. Y su editor noruego Nova ha publicado la novela en la que llevaba años trabajando el autor cuando murió y que dejó inacabada. La gloriosa derrota relata el final de las aventuras de su puñado de personajes entre las ruinas de Berlín en abril de 1945. Esa 15 ª novela póstuma son solo 50 páginas, pero para la ocasión se han complementado con cinco capítulos casi inéditos (aparecieron solo en la edición original danesa) de La legión de los condenados la primera novela de Hassel (1953), y una selección de textos de las otras, además de muchas fotos.
El hijo del escritor, Michael, me ha explicado que está prevista la publicación del libro en octubre en Dinamarca y Suecia. Para la edición española no hay fecha pero es posible que se publique en Ediciones Librería Universitaria, que ya ha reeditado seis de las novelas clásicas de Sven Hassel, tras quedarse con los derechos que poseía la editorial Inédita.
La novela inacabada 'La gloriosa derrota', que acaba la serie en Berlín en 1945, se ha publicado póstumamente en Noruega
En fin, decía que en Militaria están vendiendo las cosas de Hassel. Lo descubrí el otro día en la bélica tienda de la calle de Bruc mientras buscaba un regalo para un amigo que acaba de casarse. Dudaba entre un casco o una bayoneta cuando me resultó conocido un maniquí vestido de húsar que parecía guiñarme un ojo "Sí, es el de Sven Hassel", me confirmó el dueño de Militaria, Xavier Andreu (dirigente de UNC), que ha adquirido toda la colección del escritor, a excepción de algunos recuerdos que conserva su hijo. El uniforme, de 1923, es de oficial del Real regimiento de húsares daneses, incluye guerrera, pantalón y pelliza y sale por 1.500 euros, que es dinero pero hay que ver qué chulo está uno de húsar danés. Me podría haber vestido así para la boda. La colección incluye muchos sables (hay uno imperial alemán que cuesta la friolera de 4.500 euros). En cambio es pobre en condecoraciones y carece de armas de fuego. Es muy buena en material danés y en lo demás muy caprichosa, nada sistemática: Hassel adquiría lo que le gustaba. Tenía piezas muy interesantes de la II Guerra Mundial, y te haces la ilusión de que eran las que llevaban los personajes de sus novelas. La gorra del oberst Hinka (990 euros), la placa de asalto de infantería de Hermanito (160), la bayoneta de El Legionario (220)… Uno buscará inútilmente la chistera amarilla de Porta, el collar del gato Stalin (atropellado al tratar de pasarse a los rusos) o el brazalete de ese 27º regimiento pánzer Strafbattalion (batallón de castigo), la unidad penal de las novelas en la que se pone incongruentemente en manos de los reclusos material de élite como los tanques Panther y Tiger.
En realidad los de la colección son todo objetos que fue adquiriendo Sven Hassel después de la guerra. Andreu no ha puesto a la venta las gorras de las SS y otro material de especial valor para coleccionistas que confía irá subiendo de precio cuando lleguen, si lo hacen, mejores tiempos. Uno espera que no lleguen nunca buenos tiempos para las gorras de las SS. Él se ha quedado las insignias de tanquista que Sven Hassel decía que eran las originales suyas y tenía enmarcadas en un lugar destacado en su casa. La colección va saliendo, aunque lentamente. El fetichismo con las cosas de Hassel tiene menos tirada de lo que uno imaginaría, sobre todo si se tiene en cuenta que se han vendido 53 millones de ejemplares de sus libros en 50 países. Hay gente que compra sin saber lo que se lleva. Uno de los sables de la colección lo ha adquirido una cofradía del cava para descorchar tradicionalmente sus botellas…
El reencuentro con Sven Hassel me ha llenado de una extraña melancolía. He desempolvado sus libros, he releído pasajes buscando mis emociones de juventud entre las líneas sangrientas, para acabar dando con una canción de los viejos camaradas: "Der mensch lebt nur einmal/und dann nicht mehr". El hombre solo tiene derecho a una vida /una sola, y después ha terminado.
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