Tres asuntos (uno tenebroso) y un recuerdo
¿Dónde está la España plurinacional de Zapatero? Si el PSOE fuera valiente seguiría los pasos de Canadá o Alemania
1. Concierto por la libertad. Sé que ha pasado tiempo, pero no puedo reprimirme hacer un comentario al respecto. Lo he visto por televisión. En su contenido ideológico no voy a entrar. Sucedió lo previsible: un discurso por el derecho a decidir, debo decir que muy correcto y respetuoso. Lo que no era tan previsible, por lo menos yo no lo preví, era el homenaje a Lluís Llach. O sea, que el concierto para la libertad se convirtió en el concierto por el cantautor de Vergès. Esto me lleva a dos consideraciones: a) ¿Por qué necesita tanto Lluís Llach, un gran baladista y melodista, que le hagan tanto la pelota?, y b) La mayoría de los teloneros no pasaban de la medianía artística, pero lo que todavía me sigue sorprendiendo es que toda una señora de la cançó como Maria del Mar Bonet se preste a semejante rosario de adulaciones. (¿Y por cierto, por qué el de Verges no recupera aquella preciosa canción que extirpó para siempre de su repertorio: me refiero a Irene?).
2. Ahora sí vamos a la actualidad. O mejor dicho, a una de ellas. El documento federalista acordado y refrendado en Granada por el PSOE (y apoyado por los socialistas catalanes) es el fiel reflejo de lo que los socialistas españoles entienden que es España. ¿Se supo algo de la España plurinacional de Rodríguez Zapatero? ¿Se dijo algo de reformar la Constitución para suprimir, entre otras cuestiones, la más espinosa de todas: el trasnochado artículo 2, que nos recuerda que vivimos en una “indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles bla, bla, bla”?
No habría más que comparar la propuesta federalista del PSOE (previo cepillado seguramente de Alfonso Guerra) con las estructuras federales de Alemania y Canadá para concluir que aquí todo seguirá igual, igual para seguir engordando las pulsiones independentistas en Cataluña. ¿Tiene algún problema de convivencia social y política el Gobierno de Otawa cuando reconoce absolutamente a Quebec como una nación? Y más aún: ¿tiene ese mismo Gobierno algún problema en reconocer (desde 1998) a sus provincias (entre ellas Quebec) el derecho a negociar bilateralmente la secesión? ¿Sabe el señor Rubalcaba (doy por supuesto que Pere Navarro sí lo sabe) que Baviera es un Estado libre asociado? Si el PSOE (y los socialistas catalanes) tuviera el valor de introducir estos conceptos (nación, derecho a secesión) en su articulado federalista, estoy seguro, segurísimo, que el empuje independentista se reduciría a sus otroras cifras residuales.
Todo un partido de Gobierno a rebufo siempre de los titulares de prensa, sin brújula ni iniciativa
3. Asunto Bárcenas. Todo penoso y esperpéntico. Pero no da menos pena que todo un partido de alternativa de Gobierno como el PSOE, necesite de este repugnante asunto mafioso para intentar subir un peldaño en las encuestas con vistas a las próximas citas electorales. Todo un partido de Gobierno a rebufo siempre de los titulares de prensa, sin brújula ni iniciativa para poner pausa e inteligencia (toda la que falta en los que nos gobiernan) en las dos cuestiones más urgentes que nos aquejan: la política económica y social y la estructura del Estado.
4. Concha García Campoy. Siempre recuerdo una columna de Josep Maria Espinàs donde comentaba cómo le había impresionado la voz de Jacqueline Kennedy. Leída la columna, me fui rápidamente a YouTube: allí encontré una entrevista que le hacían en la Casa Blanca al poco tiempo de ser presidente su marido. Cuánta razón llevaba Espinàs. Como decía él, no parecía la de Jacqueline la típica voz aflautada de las chicas americanas. Honda, pausada, envolvente. No suelo escuchar la radio. Nunca me interesó, salvo para escuchar música. Así que no puedo hablar de Concha García Campoy como la figura estelar de la radio que fue. Pero sí la recuerdo cuando nos hablaba desde los telediarios de La 1. Recuerdo su voz. Esto días recuperé en YouTube un agradecimiento que hizo en febrero a sus colegas con motivo de un premio. Me sucedió lo que a Espinàs con la voz de Jacqueline. Y me pregunté, ¿Dios mío, cómo pude perderme estos años esta voz?
J. Ernesto Ayala-Dip es crítico literario
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