"Perdí a mi bebé por no saber español"
El juzgado investiga si una mujer argelina firmó un consentimiento de adopción creyendo que era el alta hospitalaria tras dar a luz en Burela
En la casa argelina en la que nació Aisha hace 38 años, que una mujer soltera se quede preñada es una vergüenza, pero que una vez parida no asuma las consecuencias es imperdonable. Aisha (que en realidad tiene otro nombre pero prefiere ocultarlo para no hacer sufrir a los suyos) asegura que a ella jamás se le pasó por la cabeza renunciar a su bebé. Lo quiso siempre, cuando empezó a notar que se movía dentro de ella, y también antes. El 11 de febrero de 2011, mientras visitaba a unos amigos en Burela, esta vecina de Lugo se sintió mal e ingresó de urgencia en el Hospital da Costa. Nour (que también se llama de otra forma) nació por cesárea ese mismo día, a las nueve de la noche, y desde el primer momento, según denunció después la madre, estuvieron separadas. Aisha tenía un quiste en la matriz, y permaneció sola cinco días. Después la cambiaron de habitación, y durante las dos jornadas siguientes las enfermeras le llevaron a la niña “unas dos o tres horas”. Aquellos ratos Aisha era feliz. Le daba el biberón a la cría, y se olvidaba de lo que dolían los puntos. Pero entonces (según el atestado de la Guardia Civil de Lugo, a la que después de meses mendigando explicaciones en la Xunta terminó pidiendo auxilio Aisha) en el hospital le dijeron que ya estaba recuperada y que la niña “tenía que quedarse” porque “estaba enferma”. O eso entendió ella.
A la mañana siguiente, la chica acudió al hospital a ver a Nour y le espetaron que la niña ya no estaba. Según su denuncia, allí mismo le informaron de que la criatura “se la había llevado la Xunta”. El último día de hospitalización le habían dado a firmar unos papeles. Ella, que asegura tener aún hoy unas dificultades insalvables para comprender el castellano y que pese a haberse criado en Argelia tampoco sabe francés, explica que aquel día entendió que se trataba de su alta hospitalaria y de un asentimiento para que el bebé permaneciese ingresado mientras siguiese enfermo. No le facilitaron un intérprete: Perdió a su bebé, dice, “por no saber el idioma”.
Y a pesar de que, tal y como explica su abogado, “peregrinó” una y otra vez, durante meses, a Menores reclamando a su niña y hasta llevándole ropa, por si se la podían hacer llegar, hasta finales de octubre de 2011 no supo lo cierto. Ese día acudió a la delegación de Menores de Lugo acompañada por una amiga que habla español, y entendió que lo que había firmado creyendo el alta era en realidad el “consentimiento para la adopción” de Nour. “La niña ya la tiene otra familia”, afirma su letrado que le dijeron en la Xunta.
Fue entonces cuando Aisha sospechó, por fin, que se trataba de un delito. Y presentó denuncia en el cuartel de la Guardia Civil. Después, pidió ayuda a una ONG de la ciudad, y esta le facilitó un abogado. Como se trataba de una niña nacida en el Hospital de Burela, el caso recayó en el juzgado de Viveiro y en la fiscalía de Mondoñedo. En mayo de 2013, el representante legal de Aisha solicitó la acumulación del procedimiento, por su llamativa similitud, con los que investiga la Operación Bebé de Lugo; un traslado todavía en trámite.
Este último sumario, actualmente en manos del Juzgado de Instrucción número 2 de la ciudad, indaga si se han producido retiradas irregulares de niños pequeños a familias con pocos recursos, madres solteras, inmigrantes, prostitutas, en situación de clara desventaja con respecto al resto de la sociedad. En la instrucción se citan supuestos delitos de falsedad documental o prevaricación. El abogado de Aisha habla también de presunta “detención ilegal”. Y en el punto de mira de la primera juez que llevó el caso, Estela San José, estaban funcionarios de la Xunta, aunque hoy por hoy aún no hay imputados.
La madre argelina, que desde que llegó a Lugo ha encadenado varios contratos como trabajadora doméstica, sigue necesitando resolver sus trámites acompañada de algún compatriota que se desenvuelva en español. Tal y como declaró, durante las primeras pesquisas de la Guardia Civil, la dueña de la casa en la que sirve, Aisha “entiende con límites”: “Un día le pedí el carné y me vino con un papel del banco”, relató su jefa a los agentes.
Pero la justicia, que tiene fama de lenta, corre a velocidades radicalmente distintas según el dónde y el qué. Nour ya ha cumplido dos años, vive en régimen de acogimiento con una familia de Pontevedra y no sabe nada de su madre. Ni conoce su cara. Mientras tanto, el ánimo de Aisha va decayendo, y a ratos pierde toda esperanza. Ahora su familia en Argelia la apoya. Sus padres, consecuentes con el ya citado principio doméstico de que lo hecho, hecho está, quieren conocer a la nieta, aunque su hija pariese siendo soltera.
Y aquí, mientras la Embajada de Argelia se empieza a interesar por el oscuro asunto que denuncia su ciudadana y la fiscalía de Mondoñedo ha solicitado en el juzgado de Viveiro que sean llamados a declarar un par de responsables de Menores de Lugo y personal hospitalario, un juzgado de Pontevedra tramita el procedimiento civil de adopción de la cría a propuesta de la Xunta. Es la segunda vez, en poco tiempo, que Benestar intenta poner fin a la situación de acogimiento de Nour por la vía rotunda, y definitiva, de la adopción. Aisha logró pararlo una vez, y ahora su abogado lo intenta de nuevo apelando a algo que a ojos de cualquier lego parece lógico: ¿Cómo se va a resolver “a toda prisa” la adopción de un bebé que es reclamado por su madre biológica por la lenta vía penal y cuya tramitación está bajo sospecha en otro juzgado?
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