La pregunta de la consulta divide a CiU y a los asesores de Mas
Parte del Consejo de Transición Nacional rechaza que se pregunte exclusivamente sobre la independencia
La consulta soberanista de Cataluña no tiene ni fecha de celebración ni mucho menos la garantía legal de que pueda celebrarse. Pero el simple planteamiento de este referéndum genera ya tiranteces en el seno de Convergència i Unió, así como entre los asesores de Artur Mas. El motivo es que crecientes sectores de CiU, especialmente de Unió Democràtica, rechazan que la Generalitat pueda formular a los catalanes una pregunta cerrada como la que propuso Artur Mas hace unos meses: “¿Quiere usted que Cataluña se convierta en un Estado de la Unión Europea?”.
Los críticos defienden que sería un error preguntar a los catalanes solo por la independencia de Cataluña con una respuesta de sí o no y que se tendría que preguntar a los catalanes de forma más abierta. Concretamente defienden una consulta en la que se pregunte qué tipo de vinculación debería tener Cataluña con el resto de España: una autonomía, un Estado federado o, directamente, la independencia.
El secretario general de Unió Democràtica, Josep Maria Pelegrí, insistió ayer en que no hay diferencias de criterio entre CiU y que es pronto para hablar de la pregunta concreta de la consulta, pero sí dejó caer que la pregunta que propuso Mas no genera el consenso deseable. “Si queremos llegar a la consulta imponiendo una pregunta seguramente no vamos a llegar”, dijo. Y remachó: “Cuando se tenga que preguntar, ya se verá cuál es la formulación de la pregunta o de las preguntas, porque no sé si será una o varias”.
Fuentes de la dirección de Convergència consideran “lógico” que haya quien empuje para que la pregunta sea lo más abierta posible, ya que el escenario de preguntar sí o no a la independencia “lleva a la colisión frontal de los dos socios de federación”.
Fuentes del Consejo explican que en las primeras reuniones del Consejo, así como en sesiones informales, se ha visualizado una línea de división clara entre los partidarios de preguntar solo por la independencia y los que prefiere una cuestión con múltiples respuestas. Los defensores de esta última opción son, básicamente, algunos de los juristas que forman parte del Consejo. Entienden que una pregunta múltiple no solo representaría mejor las diferentes sensibilidades de los catalanes, sino que también sería recibida con menos rechazo por parte del Gobierno central.
Quienes defienden la pregunta única lo hacen asegurando que es la única forma de que la comunidad internacional se “tome en serio” la consulta catalana y que esta genere un resultado claro a favor o en contra de la independencia. Dan por hecho que el presidente Artur Mas se inclinará por defender hasta el final una única pregunta clara, concisa y que no genere dobles lecturas.
Convergència i Unió se dedicó ayer a asuntos más domésticos y cortoplacistas, como el de intentar restaurar la paz interna que perturbaron las últimas declaraciones de Josep Antoni Duran i Lleida el pasado fin de semana. El líder democristiano dijo el pasado domingo en una entrevista que, pese a los múltiples gestos del Gobierno de CiU y del Parlament, “en realidad, del proceso soberanista no hay nada”.
Ayer se reunió la comisión ejecutiva nacional de CiU, que había generado gran expectación en los dirigentes de la federación. Sin embargo, el propio Duran contribuyó a apaciguar el debate al no presentarse a la reunión por una indisposición. La ausencia sorprendió a muchos dirigentes de CiU, que esperaban escuchar una explicación del porqué de los constantes desmarques del líder democristiano. Pero al final todo quedó en nada.
Si Duran acabó contribuyendo con su ausencia a disipar el malestar que hay en la cúpula de Convergència, el presidente Artur Mas también evitó añadir leña al fuego. Según varias fuentes de la ejecutiva, el presidente catalán se limitó a hacer un resumen de la situación política y centró su intervención en asuntos como la reforma educativa que promueve el ministro José Ignacio Wert y que hoy será objeto de una reunión de partidos en la Generalitat. Mas se limitó a dejar constancia de que el pacto entre CiU y ERC sigue su curso y que el grupo que apoya al Gobierno no ha sufrido de falta de apoyos en el Parlament. El mensaje de fondo fue, pues, que el proceso soberanista sigue adelante por más que Duran lo cuestione en sus declaraciones públicas.
La ejecutiva aparcó en este punto las discrepancias públicas de Duran Lleida. Los encargados de dar la cara ante los periodistas después de la reunión fueron el secretario general de Unió, Josep Maria Pelegrí, y el alcalde de Barcelona, Xavier Trias, por parte de Convergència. Fue Pelegrí quien llevó la voz cantante. Y lo que intentó en todo momento fue rebajar el nivel del enfrentamiento.
El democristiano evitó comentar las declaraciones de Duran y se remitió al programa electoral de CiU y al pacto de estabilidad parlamentaria con ERC, que incluye la preparación este año de la consulta con la idea de convocarla el año que viene.
Para Pelegrí, la hoja de ruta del proceso soberanista de CiU “está trazada y nadie se ha movido de esta trayectoria”.
El dirigente de Unió evitó entrar a valorar si la ley de consultas que se tramita en el Parlament sería una opción alternativa para convocar la consulta si el Gobierno central no la autorizara, porque considera que no se debe pronunciar antes de que se concrete la negativa.
El Partido Popular está sacando todo el rédito posible de las discrepancias públicas de Convergència i Unió. La presidenta regional del partido, Alicia Sánchez-Camacho, aseguró que, tras las palabras de Duran, se detecta una mayor “división” tanto en el seno del Gobierno como en la federación nacionalista. Avanzó Camacho que antes del verano su partido presentará oficialmente la campaña por el “derecho a saber”, en contraposición al “derecho a decidir” de los partidos favorables a la consulta para alertar de los riesgos de la apuesta soberanista.
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