La ministra no se presentó
La miembro del Gobierno senegalés se reúne con el Ayuntamiento y exaspera a sus compatriotas
Era el Día de África. Se habían puesto sus mejores galas, trajes con corbata —ellos— y vestidos de vivos colores —ellas (pocas)— para recibir a la ministra de Senegaleses en el Exterior, Seynabou Gaye Touré, en el que es uno de los mayores asentamientos del Poblenou formado por un conjunto de naves. Muchos se habían desplazado de otras ciudades, como Mataró. La ministra ya se había entrevistado con los responsables de Inmigración del Ayuntamiento de Barcelona y un centenar de senegaleses aguardaban su visita —comprometida— en las naves. También estaban representantes de la red de entidades sociales de Poblenou que apoya a ese colectivo y el edil Ricard Gomà (ICV).
Escoba en mano habían intentado adecentar los espacios que ocupan en lo que fue una industria de la calle de Josep Pla, a un paso del Pere IV más desangelado. Hay naves para los objetos de hierro que reciclan o venden a chatarreros, en otras se amontona la ropa, zapatos... En uno de los edificios se arreglan los electrodomésticos que recogen por las calles de Barcelona en los carritos de los supermercados.
Un centenar de senegaleses confiaban en poder exponer sus cuitas a la ministra de su país especializada, precisamente, en atender las necesidades de sus compatriotas en el extranjero. El colectivo afincado en Barcelona —en un número difícil de concretar, pero que no baja de varios centenares— teme por su suerte ya que el 11 de junio está señalado el juicio —es el segundo— en el que la propiedad —una inmobiliaria— exige que sean desalojados.
La responsable
De todo eso y mucho más querían hablar con la ministra de su país. Pasaba el tiempo y ella no llegaba. La espera se volvió enfado cuando Seynabou Gaye Touré cambió los planes alegando una indisposición. “No estaba claro si se retrasaba o no venía”, comentaba Gomà. “La verdad es que ha sonado a excusa improvisada”, apuntaba Manel Andreu, de la red de entidades que ayuda a los senegaleses.
La indignación fue a más por la tarde cuando estaba previsto un encuentro entre la ministra y senegaleses que viven en Cataluña. La cita era a las cinco en un centro cívico del Casc Antic. Pasó media hora y ella no llegaba. Una hora y tampoco. Se presentó a las seis y media y tuvo que oír los gritos de sus compatriotas: “Es la ministra que tiene que escucharnos. Viene y se entrevista con el Ayuntamiento. ¿Y nosotros?”. Al final, el encuentro se produjo en otro local, de una de las entidades de senegaleses. Pero ya eran muy pocos.
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