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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Se abre la veda

En lo de la financiación autonómica hay mucho tomate y conviene hilar fino de cara a la parroquia

Era inevitable. Empieza a haber malas expectativas electorales para el partido popular y los dirigentes regionales están en pleno sálvese quien pueda. ¿Qué fue de ese gran partido que solo pensaba en el bien de España, en el que todos eran como una piña, aquel que mantenía el mismo discurso en todas partes, se acuerdan? Ahora nos encontramos con que los líderes de Valencia —ya era hora— y Murcia se alinean, nada menos, que con Mas, frente a los caudillos de la España eterna, los de las regiones centrales. Así, ¡cómo no va a volver la noche de los muertos vivientes! Pero hombre, si empiezan a parecerse al partido socialista. Imagino a Mariano Rajoy abrumado por la falta de sentido común de esta gente. ¿Es que no saben lo que hay que hacer? Se ve que no. En lo de la financiación autonómica hay mucho tomate y conviene hilar fino de cara a la parroquia.

Me temo que soy un poco lerdo y no lo comprendo bien. Vamos a ver. Hay comunidades que reciben una financiación ajustada a la media, otras que están por encima y otras que se quedan por debajo. ¿Es así, no? En los tiempos de vino y rosas, que ya no volverán, esto se justificaba con el argumento de la solidaridad porque los peor dotados eran los más ricos. Es igual que la declaración de la renta: el tipo impositivo va subiendo conforme aumentan los ingresos. OK, nada que objetar. Pero héteme aquí que ha llegado la crisis y todos tienen que apretarse el cinturón: las regiones peor financiadas —los antiguos ricos, recuerden— lo tienen peor porque los gastos son los mismos que en cualquier otra, de manera que o se hunden los servicios o tienen que endeudarse. Vaya, esto ya no lo entiendo: si el año fiscal te ha ido mal y has tenido muchos menos ingresos, el tipo bajará automáticamente y tendrás que pagar menos a Hacienda. Aquí resulta que no, que Hacienda se había encariñado con lo que le pagabas y tienes que pedirle un préstamo al banco para cumplir con el fisco. Curioso, ¿no? Bueno, pues ahora, imagínense que cuando vas a pagar con ese dinero que no es tuyo, encima el tipo que tienes detrás en la cola, y que es de los antiguos pobres, va y te dice: ¡derrochador, sinvergüenza, cómo te atreves a pedir prestado para pagar a Hacienda! Y tú, en vez de partirle la cara, tienes que mirar avergonzado al suelo y hacerte el disimulado. Increíble.

Ya perdonarán mi simpleza: es que soy de Letras. No entiendo casi nada de macroeconomía. Los mapas se me dan mejor. Por ejemplo veo que la mayor concentración de tráfico ferroviario de Alemania no se da en el centro del país sino a lo largo del Rin, cruzando las regiones más ricas y pobladas, También veo que en Francia el TGV se bifurca desde París con un ramal a Lyon-Marsella y otro a Burdeos, dejando en medio el despoblado macizo central. Se supone que en España un gobierno sensato debería privilegiar las líneas que unen las regiones de mayor población y actividad económica; además, por si las moscas y puestos a promocionar líneas deficitarias, deberían ir remozando la salida alternativa de Valencia a Francia por Canfranc. Pero no, resulta que los mismos salvapatrias de antes, mientras asisten impávidos al cierre de sus líneas regionales, proponen unir la frontera de Portugal con la boca de un túnel en proyecto, o sea, un trazado que va de ninguna parte a ninguna parte, Y lo peor es que esto no solo le ocurre al tren, también le pasa al antiguo partido del sentido común. Apañados estamos.

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