Arza y Collantes buscan liderar UGT en la mayor crisis de recortes sociales
La pugna será en Barakaldo donde hace 30 años libraron la reconversión
Hubo más porcentaje de parados y más desempleados, pero nunca tanto conformismo y resignación con ante la actual situación económica y laboral. Hubo sectores productivos obsoletos, pero nunca se había caído el mercado de una manera tan global. Las perspectivas fueron muy malas, y peores las coberturas sociales de los afectados en la década de los 80, o incluso en la de los 90, pero en esta ocasión, después de cinco años de crisis galopante, a la falta de recursos de muchos empleados, se une una pérdida masiva de derechos.
Cuando los parados se reincorporen al mercado laboral, si eso sucede algún día —en función de la edad que tengan— nunca lo harán como antes. Ni en protección ante un eventual despido, ni con las mismas garantías de mantenimiento de las condiciones en caso de convenios inestables, y por supuesto tampoco en materia de salarios ni de conciliación familiar.
Raúl Arza, 50 años, y Pilar Collantes, 47, van a saltar al ruedo de la primera línea del histórico sindicato socialista, la UGT, con el objetivo de readecuarlo al mayor cambio de las condiciones laborales y de negociación colectiva de las últimas tres décadas, y con el reto de preservar los derechos que se puedan para miles de trabajadores, que media docena de reales decretos, —primero del ex presidente socialista, José Luis Rodríguez Zapatero, y después del conservador, Mariano Rajoy— se han llevado por delante.
Dos perfiles diferentes pero con un nexo de unión importante: conocen el sindicato de arriba abajo como para tomar decisiones que modifiquen el rumbo de la histórica central, después de unos años en los que, quizás, la organización no se ha sabido adaptar con la debida rapidez a los radicales cambios que experimenta la sociedad europea, española y especialmente la vasca.
Los dos conocen el sindicato de arriba abajo como para afrontar el cambio
UGT, el sindicato que resultó definitivo en Euskadi y que prácticamente facilitó la transición durante el periodo crítico de la reconversión industrial, en el contexto de Gobiernos socialistas en Madrid, tiene ahora por delante otra gran reconversión. Posiblemente como el resto de los sindicatos, tendrá que adaptarse a un tipo de negociación en la que los empresarios tienen, después de muchos años, prácticamente todo el respaldo legislativo para modificar las condiciones laborales de sus empleados. Y en la que como nunca antes, van a entrar factores como la flexibilidad sin contrapartidas, la movilidad, y la inseguridad contractual.
Una tarea que en Euskadi es todavía más complicada por la división sindical y por la fragmentación del sindicalismo, con dos bloques separados por la política, ELA y LAB, por un lado y CC OO y UGT por otra, pero cuya línea se vuelve más difusa en cuanto al modelo sindical. Una tarea, además, que se va a centrar mucho más en la empresa —la reforma laboral prioriza sus condiciones a las del sector— abriendo brechas salariales y de condiciones, en función del tamaño de la empresa y de que tengan o no acceso a una representación sindical.
El XI congreso de la UGT se va a celebrar, quizás precisamente por eso, en Barakaldo. En una especie de mirada retrospectiva al ADN de la central, Collantes y Arza, van a pugnar por la secretaría general en una plaza en la que sus mayores defendieron el modelo social y de negociación colectiva que se va a terminar el próximo siete de julio con el fin de la ultractividad.
Van a batallar el próximo jueves y viernes, allí donde se libraron las grandes luchas sindicales de la reconversión; en la localidad que simboliza el auge del socialismo de la Margen Izquierda de la Ría, y donde se vivió la primera fase del desmantelamiento del sector público, con las privatizaciones de los astilleros. A quien gane el congreso le va a tocar reinventar las nuevas vías de defensa de los trabajadores en una sociedad que se transforma a gran velocidad.
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