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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Dinosaurios y bosques en el siglo XXI

"Ahora la prioridad no es la obtención de madera. Las llamadas funciones ambientales son mucho más valiosas. Se trata de proteger el suelo fértil"

En el País Valenciano aún hay bosques. Sí, aunque reducidos y degradados en relación a los existentes antes del impacto humano sobre el medio natural. También hay dinosaurios, aunque esto sorprenda más. Se trata de la mayor parte de los políticos y técnicos que se encargan de la gestión de estos bosques. En vías de extinción, pero aún perduran. Resultan obsoletos, anacrónicos y destinados a desaparecer; pero cada día, al despertarnos, aún siguen ahí.

Las prioridades en la gestión forestal en el siglo XXI son obviamente diferentes a las de los siglos XVIII y XIX, especialmente en nuestro territorio. Ahora la prioridad no es la obtención de madera ni otras actividades extractivas (por otra parte, la baja productividad de las áreas en las que se ha confinado lo que resta de los bosques valencianos, no puede ofrecer grandes alegrías). Las llamadas funciones ambientales son mucho más valiosas. Se trata de proteger el suelo fértil, de mantener un nivel elevado de biodiversidad, de recargar los acuíferos, de mantener los ciclos atmosféricos y climáticos… Estos servicios gratuitos que ofrecen los ecosistemas naturales multiplican varias veces la suma de los beneficios extractivos de los bosques.

Sin embargo, nuestros dinosaurios no se han enterado. Siguen manteniendo ideas heredadas de siglos anteriores. Consideran que gran parte de los ecosistemas forestales, los arbustos, componentes esenciales de los bosques mediterráneos, son suciedad; simplemente porque no son pinos. Aún practican intervenciones agresivas con maquinaria pesada, desprotegiendo, alterando y removiendo el suelo fértil, ignorando el riesgo erosivo de nuestras áreas de montaña, uno de los más graves deterioros ecológicos que pueda darse y que conduce a la desertificación. Aún piensan que "el hombre" debe mejorar, rectificar o conducir a la naturaleza, porque ella sola no sabe valerse. Se trata de concepciones burdamente antropocéntricas que surgieron durante la Ilustración y sirvieron de coartada ideológica al capitalismo más expansivo y depredador. Recuerdan aquel “todo para el pueblo, pero sin el pueblo”, ya que éste, ignorante y basto, no está preparado para gobernarse a sí mismo. Tampoco la naturaleza está preparada ella sola para sobrevivir. Han de ser ingenieros y otros expertos quienes allanen montañas, desvíen cauces de ríos, caven minas, conviertan bosques en carbón y, en definitiva “mejoren” la naturaleza “inculta”, como se decía.

“Las prioridades han cambiado, pero los cambios no llegan a la gestión”

Hace poco los medios de comunicación se hacían eco de la sorpresa y el escándalo generados por la subasta de montes públicos, a precio de saldo, para que entidades privadas los puedan expoliar a gran velocidad y sin demasiados miramientos. Ante las dificultades legales encontradas, ha surgido un mensaje de apoyo por parte de técnicos forestales, ciertos propietarios y algunos ayuntamientos de interior: estegosaurios, tiranosaurios, triceratops y ovoraptores, reptando penosamente en la misma dirección, hacia una vía sin salida. En este siglo XXI amenazado por el cambio climático, con niveles de contaminación en aumento, con una preocupante reducción de ecosistemas naturales y de biodiversidad,… las prioridades han cambiado. Sin embargo, los cambios no llegan a la gestión real de la administración. Los dinosaurios siguen ahí. Los ciudadanos nos hemos de mover para desplazar de los puestos de mando a tanto dinosaurio destrozón y corrupto, si no queremos que el planeta avance en la senda del tenebroso desastre al que parece abocado.

Carles Arnal es doctor en Biologia y miembro de la Comissió Forestal d'Acció Ecologista-Agró.

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