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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Compromís, la cooperativa

"Curiosamente, Morera ha hablado también de “apostar por la economía del bien común”, un concepto en alza"

La realidad cambia, los analistas se equivocan. Afortunadamente. Cuando en las últimas elecciones locales y autonómicas, Compromís consiguió situarse como tercera fuerza política tras obtener seis escaños en las Cortes Valencianas y tres concejales en el ayuntamiento del Cap i Casal, fueron muchas las voces que desde los partidos tradicionales, la prensa y la universidad analizaron el resultado con un cierto desdén, como si el avance de la coalición fuera un espejismo momentáneo. Casi todas las previsiones auguraban un rosario de disensiones internas que acabarían quebrando una coalición que se les antojaba cogida por alfileres: los nacionalistas del Bloc, por un lado; los izquierdistas de Iniciativa del Poble Valencià por otro; y más allá, los ecologistas.

Cuando, un año después la coalición repitió resultados en las generales —unas elecciones siempre difíciles para ellos, víctimas del voto útil en favor del PSOE— no se produjeron cambios sustantivos en dichos análisis que optaron por hablar de inercia respecto a las autonómicas del año anterior. Han pasado los meses y la legislatura autonómica avanza hacia su ecuador sin que tampoco se haya producido cumplido la predicción de un choque de trenes entre el líder del Bloc, Enric Morera y la proteica diputada Mònica Oltra.

Los augures han fallado de nuevo y la coalición, lejos de resquebrajarse por las alturas, se refuerza por la base, según se deduce de la información publicada por este periódico el pasado domingo. Una información según la cual se abre un proceso de reestructuración interna por el que se transforma la organización de partidos coaligados en favor de una nueva estructura local y comarcal común, a la que se incorporarán los simpatizantes, que sin pertenecer a ninguna de las tres formaciones, vienen colaborando con Compromís. La previsión de integrar a 5.000 independientes junto a los 5.000 militantes que suman los tres partidos coaligados da una idea del alcance de la operación.

Con todo, lo interesante del proceso, no reside tanto en los cambios orgánicos (¿cuántas energías ha derrochado los socialistas en reestructuraciones internas?) sino en el hecho de que esta transformación viene marcada por la dinámica política y social de la coalición. De manera que si se está produciendo un cambio en la organización es porque el trabajo político que está desempeñando así lo exige. Y aquí conviene poner el acento, porque lejos del viejo nacionalismo de campanario, a lo largo de estos meses Compromís ha desarrollado una política de oposición muy pegada a la realidad social: frente a los recortes en sanidad y educación, contra los desahucios y denunciando las grandes ayudas a la banca con dinero público.

La idea de cooperativa política esbozada por Morera es muy sugerente, porque por un lado remite a la imagen de un modelo de economía social —el cooperativismo— con una gran tradición en el territorio valenciano. Y por otro, aúna el cambio organizativo en ciernes con una concepción de la política como búsqueda del bien común hecha desde la base. Curiosamente, Morera ha hablado también de “apostar por la economía del bien común”, un concepto en alza que conecta con la economía social y con las nueva formas de cooperación surgidas en las redes sociales.

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