La cámara de vídeo como medio de inclusión social
El proyecto YouthMe, de la fundación Pere Tarrés, pretende contar la realidad y descubrir las potencialidades de los jóvenes de origen inmigrante en documentales
Alham Saha nació hace 20 años en Barcelona, vive en Mataró y actualmente estudia segundo de derecho en la Universitat de Barcelona (UB). La única circunstancia que la diferencia del resto de chicas catalanas es su nombre y que sus padres son de origen marroquí. Esta chica morena, de pelo largo y sonrisa sincera habla un catalán perfecto, viste de una forma totalmente occidental, se mueve con energía y se expresa con seguridad, pero no siempre ha sido así, “antes era mucho más insegura”, explica. Saha tiene las mismas dudas que cualquier joven de su edad pero el factor de la migración añade, si cabe, más contradicciones. Integración, identidad y pertenencia, son algunas de las cuestiones sobre las que trabaja YouthMe, el proyecto llevado a cabo por la Fundación Pere Tarrés en el que ha participado Saha.
Gracias a YouthMe, cerca de 180 jóvenes de origen inmigrante y en situación de vulnerabilidad social han utilizado la cámara de vídeo para contar su realidad, descubrir sus potencialidades mediante el vídeo social participativo y servir así de modelo de inclusión para otros jóvenes de su edad. El resultado; ocho documentales que tratan temáticas como los estereotipos negativos hacia la inmigración. Los sueños personales de doce chicas inmigrantes, como sería el barrio del Raval si los jóvenes tuvieran el poder, entrevistas sobre amor, amistad, faena o salud son los ejes de algunos de los documentales. La misma iniciativa se ha desarrollado en otros cuatro países europeos;: Francia, Italia, Rumanía y Grecia. En España, se ha centrado en Cataluña, donde han participado más de 50 chicos y chicas de entre 14 y 23 años de Barcelona, Salt, Mataró y Cornellá.
El proyecto se centra en el empoderamiento, el proceso para que el/la joven consiga ser consciente de sus propias capacidades y oportunidades y opte por desarrollarlas a nivel personal y como parte de un colectivo. La cámara de vídeo es el medio para potenciar habilidades como el trabajo en equipo, la creatividad, la empatía o la resolución de conflictos. “He aprendido, entre otras cosas, a aceptar mis contradicciones, he resuelto dudas pero me han surgido nuevas”, comenta Saha “ahora hay que encontrar respuesta a las que se me han creado”. Una de las contradicciones que más la atormentaba era la de su identidad, “no sabía si sentirme de aquí o de allí, ahora sé que soy de donde me siento a gusto en cada momento”, explica.
La segunda fase de YouthMe pretende que los participantes se identifiquen como crossworkers o jóvenes resilientes, personas que aprenden a vivir en contextos de dificultad social y se convierten en agentes transformadores de su propio colectivo con el objetivo final de especializarse en la relación de ayuda y acompañen a otros con la misma problemática. Saha ya se encuentra en este proceso y acaba de terminar las prácticas en la fundación SOS Racisme. Su ilusión es seguir colaborando con la Fundación Pere Tarrés y YouthMe, igual que Dragos Catalín, un joven rumano que también ha acabado la formación como crossworker “tenemos que hacer todo lo posible para que YouthMe siga adelante no para nosotros si no para todos los que vendrán”, asegura Catalín.
YouthMe se enmarca en el Programa Daphne de la Unión Europea, que pretende prevenir y combatir la violencia ejercida sobre los niños, los jóvenes y las mujeres y proteger a las víctimas y grupos de riesgo. El proyecto ha sido coordinado por el Grupo de Investigación IFAM de la Fundación Pere Tarrés con el apoyo y participación de UNICEF, la Fundación Barclays, la Fundación Quepo y Cáritas.
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