El ‘caso Madrid Arena’ reabre la guerra dentro del PP madrileño
El Ayuntamiento se siente atacado por la Comunidad y por el PP regional Sospecha que la causa última es la ambición de Aguirre por acceder a la alcaldía en 2015 El Gobierno regional censura la gestión de la alcaldesa y redobla su petición de dimisiones Cospedal asegura que "no hay crisis" y que la "bicefalia Aguirre-González no es extraordinaria"
Aunque desde el Ayuntamiento de la capital se intenta explicar como fruto de la casualidad, es difícil imaginar una forma más teatral de escenificar el enfrentamiento abierto tras la tragedia del Madrid Arena entre el Gobierno municipal y la Comunidad de Madrid. La firma ayer de la alcaldesa, Ana Botella (PP), en respaldo de la protesta de los trabajadores del hospital de La Princesa ha sido interpretada por el Gobierno regional, que dirige Ignacio González (PP), como un torpedo en su línea de flotación, toda vez que los recortes en el área de Sanidad incluidos en el presupuesto autonómico para 2013 son su principal frente político y, a la vez, su flanco más débil.
González se ha apresurado hoy a descalificar a la alcaldesa: “No se ha enterado de lo que está pasando”. El Ayuntamiento asegura que sí que lo sabe, aunque insiste en que firmó sencillamente porque estaba visitando a un familiar en ese centro y los trabajadores se lo pidieron, informa Elena G. Sevillano. Y va más allá en sus sospechas, temiendo que lo que se esconde detrás de lo que consideran una operación de acoso y derribo contra Botella es quién será el candidato del Partido Popular para la alcaldía en 2015.
Ana Botella llegó a la alcaldía de Madrid en diciembre, cuando Alberto Ruiz-Gallardón fue nombrado ministro de Justicia. Hasta entonces no había ejercido ni como número dos ni como clave de bóveda de un Gobierno municipal del que formaba parte desde 2003. Gallardón, de cuya mano se había incorporado a la política activa aquel año, la había tutelado, otorgándola progresivamente mayores responsabilidades de gestión y, al mismo tiempo, alejándola de terrenos potencialmente peligrosos. Primero fue concejal de Asuntos Sociales, luego concejal de Medio Ambiente, y, a partir del junio de 2011, cuando el alcalde ya se sabía ya ministro, concejal del área de Medio Ambiente, Seguridad y Movilidad, que concentra la mitad del presupuesto municipal.
Pero, para Gallardón, el papel principal de Botella era otro: era su relevo para cuando cumpliera su anhelo de pasar a la política nacional. En opinión del ministro, ningún otro miembro de su equipo tenía la talla política para ostentar la alcaldía en su lugar. Su plan pasaba por ganar las elecciones locales de 2011, ceder el testigo rápidamente y permitir así que Botella se ganará el respaldo popular en los siguientes tres años y medio. Contaba además con que, siendo la esposa del ex presidente del Gobierno José María Aznar (PP), nadie se atreviera a moverle la silla dentro del partido.
Y cuando decimos nadie, Gallardón pensaba en Esperanza Aguirre. La expresidenta regional no había ocultado su deseo de ser alcaldesa de la capital, una vez frustrados aparentemente sueños de mayor fuste. Preguntada al respecto, Botella siempre se mostró evasiva pero más contundente de lo habitual: pregúntenle a ella, dijo en un acto público, sentada apenas unos metros frente a Aguirre. Su equipo más cercano era consciente sin embargo de que anular esa posibilidad dependía de que la alcaldesa no cometiera errores en los años que quedaran para las elecciones, y que se ganara a la vez el respaldo popular.
Nadie en el Ayuntamiento consideró que la dimisión de Aguirre como presidenta regional el pasado 17 de septiembre fuera una retirada definitiva; apuntaban más bien a un paso estratégico, marchándose con todo su capital político intacto, y sus sospechas se vieron reforzadas al no dejar Aguirre la presidencia del PP regional a Ignacio González. Ahora diversas fuentes consultadas creen que la supuesta falta de respaldo por parte de la dirección del PP regional y de la Comunidad, que algunos van más allá y califican de palos en las ruedas, forman parte de esta estrategia conjunta entre Aguirre y González.
La convivencia entre ambas Administraciones tras la marcha de Gallardón, enemigo íntimo de Aguirre, fue más plácida que en la etapa anterior pero repleta de conflictos soterrados. Ninguno de ellos tenía sin embargo magnitud de casus belli. La muerte de cuatro jóvenes en la fiesta de la noche de Ánimas en el pabellón Madrid Arena era otra cosa. La gestión política de la tragedia, que hasta dentro del Ayuntamiento consideran imperfecta, y los documentos que prueban que el Gobierno municipal conocía los fallos de seguridad del recinto desde 2010, podían herir de gravedad a la alcaldesa.
La Comunidad guardó silencio durante unas horas, poniéndose de perfil en un asunto que no consideraba de su responsabilidad. El viernes, un día después de la tragedia, Botella anunció que aceptaba la petición del líder municipal socialista, Jaime Lissavetzky, de crear una comisión de investigación política. Deseaba, según dijo, “un debate sereno” sobre qué cambios legislativos se podrían realizar para evitar sucesos similares en el futuro. La Comunidad, responsable de la Ley de Espectáculos que regula estos asuntos, montó entonces en cólera, atribuyendo al Ayuntamiento una maniobra para incluirlos en la lista de posibles responsables.
A partir de ese lunes, González salió a la palestra con más brío si cabe: “Los acontecimientos que se produjeron son graves. Hay que hacer una investigación en profundidad, cuanto antes y en consecuencia con lo que ha aclarado, tomar decisiones”. Al mismo tiempo, según fuentes municipales, varios concejales colocados en la lista del Ayuntamiento por Aguirre (como presidenta del PP) alimentaron las dudas sobre la relación entre los organizadores de la fiesta y algunos miembros del Gobierno local.
Y, sobre todo, nadie salió en público a defender a Botella y a su equipo. No lograron el respaldo de González o Aguirre, pero tampoco el de Gallardón (que tendría mucho que decir sobre un asunto del que fue responsable hasta hace menos de un año), o el de Manuel Cobo, antes número dos del exalcalde, ahora alto cargo del PP nacional. En privado, sí. En público, no. Igual lamento guardan para el Gobierno central: en privado, máximo apoyo. En público, no.
Ese enfrentamiento ha emergido con la firma de Botella en el hospital de La Princesa. “Han pasado 10 días, y ha llegado el momento de pedir esas responsabilidades”, ha afirmado esta mañana González a la pregunta expresa de los periodistas sobre posibles dimisiones en el Ayuntamiento.
Fuentes regionales señalan que la relación de Botella con Aguirre no era mala, pero las cosas se torcieron desde el principio con González. La alcaldesa evitó respaldarle para la presidencia del PP regional cuando parecía más que probable que Aguirre también le cediera ese asiento. “No estoy interesada en la carrera por la presidencia del PP de Madrid. Ahora hay un apoyo por parte de todo el PP, incluido todo el equipo municipal, a González como presidente de la Comunidad; la otra cuestión de momento no se ha planteado”, dijo la alcaldesa.
Botella se remitió a la línea oficial de la dirección nacional, expresada antes por la secretaria general, Dolores de Cospedal, y en el Ayuntamiento creen que la Comunidad malinterpretó sus palabras. Pero la relación se agrió, y la crisis del Madrid Arena la hizo saltar por los aires. Fuentes regionales critican la gestión política de la tragedia, y muestran su sorpresa y disgusto al ver saltar una historia diferente cada día, a cual peor. En concreto, consideran un error de bulto que la alcaldesa decidiera irse de vacaciones a Portugal el fin de semana posterior a la tragedia. Y censuran que, a su juicio, el Ayuntamiento esté “echando balones fuera” hacia la Comunidad.
La semana pasada, Aguirre intervino en el comité regional del PP, pidiendo responsabilidades políticas, lo que molestó profundamente al Ayuntamiento. Luego, ante los medios de comunicación, insistió: “Caiga quien caiga”. Se le preguntó si eso significaba que podían caer miembros del Gobierno municipal. “Caiga quien caiga”, reiteró. El vicealcalde, Miguel Ángel Villanueva, no despierta antipatías en la Comunidad, pero no se puede decir lo mismo del concejal de Economía, Pedro Calvo. De él depende además la empresa municipal Madrid Espacios y Congresos, dueña del pabellón Madrid Arena.
Las declaraciones de Aguirre terminaron en cualquier caso por desquiciar al Ayuntamiento. La firma del hospital de La Princesa, días después, puede haber sido casual, pero desde luego no lo parece. Preguntada al respecto, Cospedal ha dicho esta mañana que no ve un enfrentamiento entre González y Botella. En su opinión, la alcaldesa firmó la petición del hospital "para que se llegue a una solución más satisfactoria para todas las partes". En su opinión, no hay duda de que Botella "respalda" a González, según informa Francesco Manetto.
Preguntada sobre la bicefalia de González y Aguirre, Cospedal ha respondido que la presidenta regional "dijo que dejaría la presidencia del PP de Madrid cuando procediera”. Y ha asegurado que “la bicefalia no es una situación extraordinaria” antes de matizar que “no hay un problema de presidencia”. “Ya veremos cómo se desarrollan los acontecimientos. Pero no hay crisis”, ha zanjado.
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