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Zombis en la universidad

Trabajadores, profesores y alumnos representan 'Thriller' en defensa de la universidad pública “Queremos reivindicar que están convirtiendo a la universidad en un cementerio”

Vídeo: S. SÁNCHEZ L. ALMODÓVAR / Á. DE LA RÚA

El vestíbulo de la facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) se ha convertido este mediodía en un cementerio en el que los muertos vivientes —representados por un grupo de unos treinta trabajadores del Personal Administrativo y de Servicios (PAS), una decena de profesores y varios alumnos de la facultad— han emulado a los personajes del videoclip más famoso de la historia, Thriller, para protestar por los recortes en la universidad pública.

“Con esta performance queremos reivindicar que las políticas de austeridad están convirtiendo a la universidad en un cementerio de derechos públicos”, asegura Olga Alonso, secretaria de la facultad, situada en el campus de Somosaguas, que no se ha atrevido a disfrazarse con sus compañeros pero que apoya la acción desde la barrera.

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Batas blancas, vendas hechas de bolsas de plástico y teñidas de rojo, camisetas de la marea verde de la enseñanza pública con algún que otro descosido, pelucas multicolores y mucho maquillaje en el rostro. Así han aparecido a las dos y media de la tarde los zombis en el vestíbulo, ante la mirada de los estudiantes. La coreografía para el tema de Michael Jackson era muy simple —frente a la complejidad de la original—: un paso a la izquierda, otro a la derecha; brazos caídos y media vuelta. Un ataúd con un cisne muerto, símbolo de la UCM, presidía la performance.

Al acabar la función, los muertos vivientes han gritado: “¡Universidad pública y de calidad!”. Después, todos han abandonado el hall y se han dirigido a la cafetería del centro. Por el camino se han topado Julia Cadiano y Sabela Rodríguez que, como la mayoría de estudiantes, no esperaba encontrarse con alguna profesora o profesor disfrazado para la noche de Halloween. “Me parece muy bien que se manifiesten porque cada vez se notan más los recortes en las aulas. Nos aumentan las tasas, despiden a docentes, nos hacen que paguemos las fotocopias cuando antes nos las daban los profesores y el ambiente es muy deprimente”, sostiene Julia, estudiante de Relaciones Internacionales de 19 años.

Esta acción se enmarca dentro de la campaña de desobediencia civil que la plataforma de trabajadores de la UCM está llevando a cabo desde que empezó el curso escolar. “Hay que reconocer que la acogida ha sido bastante minoritaria pero esperamos que con protestas como esta movilicemos a más compañeros que aún tienen miedo de significarse”, explica Olga Alonso. Con esta acción, la plataforma de trabajadores también ha exigido la retirada de las leyes 14/2012 y 6/2011 porque, a su juicio, atentan contra la educación pública.

Al llegar a la cafetería, uno de los zombis ha colocado el altavoz justo en la mesa donde almorzaba David Martínez, estudiante de Políticas. “El baile me ha pillado con la hamburguesa en la boca pero me parece que la idea es muy original y tenemos que apoyarles”, dice. El comedor, repleto de estudiantes a la hora de la comida, se ha convertido en apenas unos minutos en un escenario donde los muertos vivientes han vuelto representar su baile.

Almudena de la Fuente, secretaria del decanato y una de las protagonistas de la performance, reconoce que el grupo no había ensayado la coreografía y que la idea la tomaron de un grupo de estudiantes chilenos que también hicieron una representación parecida en defensa de la educación. Al acabar la función, los muertos vivientes se han lavado la cara y han vuelto a sus clases y departamentos. David Martínez, de 20 años, se acaba la hamburguesa y recuerda: “Toda protesta es poca para frenar el desmantelamiento de la universidad pública”.

Al mismo tiempo, el presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, anunciaba los presupuestos regionales del año que viene, que suponen un recorte de más de 2.700 millones respecto a las actuales cuentas. Las seis universidades públicas obtendrán 840 millones el año, un 16% menos. Los rectores dispondrán solo de siete millones para inversiones, menos de la mitad que el presupuesto pasado.

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