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En busca de una Apple catalana

Las tecnologías de la información han transformado el mundo Cataluña necesita empresas innovadoras de mayor tamaño y más potentes para sobrevivir

Daniel Sánchez, de Novarama.
Daniel Sánchez, de Novarama.JOAN SÁNCHEZ

Carles Ferreiro fomenta el desarrollo de aplicaciones y Xavier Carrillo crea videojuegos. Ferran Laguarta dirige Sensofar. Los equipos de medición que crea esta empresa mejoran los productos de otras compañías. Pau Garcia-Milà se inventó eyeOS, un escritorio de ordenador libre para tener los archivos en la nube.

Todos son emprendedores catalanes que triunfan en el mundo. Saben qué tiene Cataluña de potencial y en qué debe mejorar para convertirse en un puntal tecnológico. Coinciden en que tiene buenas universidades y escuelas de negocio y, también, grandes centros de investigación. Pero carece de tejido empresarial. Y el que hay es pequeño. Cataluña necesita empresas de mayor tamaño y más potentes para sobrevivir en un mundo globalizado donde la competencia llega de cualquier compañía de cualquier país.

La tecnología ha transformado el mundo. Y lo cambiará mucho más en el futuro. “Podemos jugar a ser motores del cambio o ser meros espectadores”, sostiene Francesc Subirada, director asociado del Barcelona Supercomputing Center (BSC). Los superordenadores del BSC ayudan a las empresas a mejorar su ventaja competitiva. De Repsol a Microsoft. También dan servicio a proyectos de todo el Estado para estudiar “cualquier área de la ciencia”, ya sea el genoma, el cambio climático... “Lo que me gustaría”, prosigue Subirada, “es que Apple fuera catalana. Pero para ello hay que crear compañías innovadoras. Lo fundamental es convertir en economía real la investigación que ya se realiza aquí”. Es decir, pasar del entorno académico al de la producción industrial, centrándose en la innovación. Su apuesta: la unión entre biología y tecnología.

Las instituciones han apostado por centros como el BSC o el Instituto de Ciencias Fotónicas. Sus resultados han colocado a Cataluña en el mapa tecnológico. “Sin embargo, no generan empresas a corto plazo”, dice Laguarta. Su empresa, Sensofar, comercializa perfilómetros ópticos, instrumentos topográficos para observar los objetos a escala nanométrica. Como cada vez se construyen productos más pequeños, fabricantes de led, instrumentos médicos, semiconductores, móviles y hasta de discos duros los usan para comprobar que durante la fabricación cada unidad tiene la forma exacta para realizar su función. La clientela, de la NASA a Sony.

Sensofar, Visiometrics y Snell Optics, entre otras, han salido del centro de desarrollo de sensores, instrumentación y sistemas CD6, creado a finales del siglo pasado en la sede de la UPC en Terrassa (Vallès Occidental). Su objetivo, ayudar a las empresas a crear productos innovadores. “Es importante fomentar estos centros orientados a la innovación porque al final son estas empresas innovadoras las que generan la riqueza de un país”, sostiene Laguarta.

Cataluña también necesita más espíritu emprendedor. Algo complejo de adquirir, según Subirada, porque supone un cambio cultural: no temer al riesgo. Garcia-Milà coincide: “Pasa por incorporar el fracaso a nuestras vidas y que las instituciones no pongan palos en las ruedas”.

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Al escaso espíritu emprendedor se añade que hay poca inversión en capital riesgo. Y la extranjera llega con cuentagotas. Antes incluso de la crisis, costaba encontrar financiación. “Siempre piden activos materiales cuando lo que tienes es inmaterial. ¿Cómo creas una industria tecnológica potente si la banca carece de mecanismos para dejar el dinero a los innovadores? Están diseñados para financiar el ladrillo y la industria pesada, cuando nosotros tenemos capital intelectual”, dice Carrillo. Él dedica su vida a los videojuegos. “El modelo de negocio más desarrollado y sostenible del sector digital”. Su actividad no es, pues, ningún juego. Solo Call of Duty, el último superventas ha recaudado más que la película Avatar.

Ferreiro y Carrillo coinciden en algo: el futuro es el móvil. Y no solo porque Barcelona sea su capital mundial. El mercado es inmenso y las posibilidades de crecimiento aún son mayores: Hay 5.000 millones de teléfonos circulando y 1.000 millones de ellos son teléfonos inteligentes.

“El móvil es la puerta de entrada al mundo digital y facilita la innovación horizontal. Hasta 2005, tenías que estar en Silicon Valley. Ya no es así. Las aplicaciones han invertido la situación”, considera Ferreiro, impulsor de App Circus, un concurso itinerante de aplicaciones que siguen cinco millones de personas y que entrega sus premios durante el Congreso Mundial del Móvil. Esta plataforma global, de apoyo gratuito a la innovación en el desarrollo de aplicaciones, ha organizado más de 100 eventos en 50 ciudades de 30 países. “Las aplicaciones son una industria, no solo en el sector de entretenimiento, sino en cualquier otro, que Cataluña debe potenciar”.

La empresa que fundó Carrillo en 2001, Digital Legends, pasó de diseñar videojuegos para ordenadores y consolas a hacerlo para el móvil. Ahora, además de seguir licenciando su tecnología a terceros, desde Disney a Electronic Ars, quieren centrarse en generar valor. Es decir, en diseñar, producir y distribuir su capital intelectual desde Cataluña, como ya hiceron con el juego Kroll. “Debemos centrarnos en la innovación y la calidad para mirar al futuro con optimismo”, concluye Carrillo.

Cuenta con el apoyo de Devicat, la asociación catalana de desarrolladores de videojuegos que impulsa junto a Social Point y Ubisoft, entre otros, y que fue creada con un doble objetivo: potenciar el desarrollo de un sector que ha visto alumbrar al menos a 70 compañías en los últimos cinco años, que facturan 50 millones y da empleo a 700 personas, para plantar las semillas que permitan florecer las grandes multinacionales del sector en Cataluña.

Daniel Sánchez, fundador de Novarama, es otro de los casos de éxito de este sector en Cataluña gracias a su Invizimals. La clave del éxito, asociar el videojuego a la realidad aumentada. Este fenómeno lo siguieron con las peleas gamberras de Reality Fighters, un juego en exclusiva para la Playstation Vita de Sony.

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