La memoria busca su película en Lavapiés

La memoria de Lavapiés es en blanco y negro y también a todo color; a veces tiene la velocidad algo retardada del súper 8 y del single 8, y otras, 16 milímetros de ancho. Es una memoria tan larga como frágil, almacenada durante décadas por los vecinos que decidieron mirar el mundo que les rodeaba por el ojo de una cámara, grabando o fotografiando día a día la vida de uno de los barrios más vivos y populares de Madrid.

Cine hecho a mano es el proyecto de rescate fílmico organizado por la galería Off Limits y los artistas uruguayos Ángela López y Guillermo Zabaleta, residentes en Montevideo, pero flechados “a primera vista” por Lavapiés. Juntos lanzaron este verano el reclamo, y juntos lo cerraron el 28 de septiembre para empezar a ordenar, clasificar y restaurar el material recibido —fotografías, películas, carteles, carretes—. Pretenden crear una película viva, “performática”, que se hará pública el día 21 en un lugar emblemático del barrio. Antes, el 15, organizarán una charla con los vecinos para que compartan sus recuerdos de teatros, portales, colmados, cafeterías, plazas y corralas. “Queremos hacer un banco de memoria oral”, afirma Ángela López.

“No se trata de construir un archivo fijo al que la gente vaya a informarse o documentarse y nada más”, explican. Lavapiés no es un barrio grande, pero todavía esconde secretos. En su taller de trabajo, estos días siguen la pista de un banderillero y están locos con un hallazgo: la filmoteca taurina. “El plus de hacerlo aquí es que es un barrio de migración constante, y este trabajo va a ser muy importante para rescatar la memoria afectiva del lugar, para que también las nuevas generaciones o quienes recién lleguen conozcan las historias de vecinos y lugares tradicionales del entorno”.

Los talleres (gratuitos) ya están en marcha. En ellos se selecciona el material para la “relectura” final. Y en ese proceso se generará el debate sobre el pasado, sobre los recuerdos que ahora van pasando de mano a mano y en diferentes formatos. “La metodología es básicamente práctica: los participantes tomarán contacto directo con el soporte fílmico. Conocerán desde la tecnología de cámaras de cuerda a la manipulación de celuloide, el revelado artesanal y la digitalización final”, señala Zabaleta. Un circuito por las labores del cine artesanal para el que no se requieren conocimientos previos. Revolver en el armario nunca es una tarea tan sencilla. “Y ha sido difícil remover estas capas en plena crisis. En momentos así, todo el mundo mira hacia otro lado. A nadie le interesa la memoria”, explica López. “Pero, pese a todo, los vecinos se han acercado cargados de historias. Trabajé en una experiencia similar en Murcia, Memorias celuloides, y se presentaron 180 filmes familiares. Todos muy interesantes debido al contenido documental de fiestas típicas y tradiciones perdidas. En Montevideo, por ejemplo, hemos encontrado un documento histórico del primer Mundial de fútbol, de construcciones de edificios, de bailes típicos. Al final, todo tiene su encanto”.