La nación de la montaña

“Viendo la pared que tengo detrás, se me encoje un poco el corazón”. El alpinista Iñaki Ochoa de Olza mira a cámara y luego enfoca a la cima del Annapurna, en Nepal, la décima montaña más alta del mundo, por delante tiene el recorrido que media entre el campamento 3 y el 4, su meta del día. Así comienza Pura vida, el documental que reconstruye el operativo de rescate internacional que se gestó en mayo de 2008 para intentar sacar con vida al alpinista navarro de las fauces de una de las cumbres más peligrosas del mundo. El 40% de los que intentan alcanzarla muere, recuerda la cinta, igual que Ochoa de Olza.

Pablo Iraburu y Migueltxo Molina están detrás del trabajo, estrenado ayer dentro de la sección Zinemira del Festival Internacional de Cine de San Sebastián. 14 alpinistas colaboraron en las tareas de rescate, ninguno, como refleja el documental que viaja entre Estados Unidos y Rusia, Canadá y Kazajstán para recoger las voces de esta especie de héroes, se lo pensó. Ochoa de Olza estaba en peligro y sólo había una única opción, subir y bajarlo con vida.

Pura vida recoge ante todo valores de solidaridad, compromiso y amistad. Los tres pilares que hicieron que, por ejemplo, el alpinista Don Bowie, en Katmandú cuando Ochoa de Olza se comenzó a sentir mal a más de 7.000 metros de altitud, volviera a la montaña que acaba de bajar, o que Horia Colibasanu aguardara al lado del compañero enfermo aunque le costara la vida. “Las montañas, el Himalaya son un cruce de caminos, da igual de donde vengas porque todos somos de la nación de las montañas”, reflexiona Colibasanu en la cinta.