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El Paleolítico sobrevivirá al ‘mal verde’

La Cueva del Tesoro recibirá ayudas para erradicar la plaga de algas que la invade

Manuel Laza Zerón muestra el 'mal verde' en la Cueva del Tesoro.
Manuel Laza Zerón muestra el 'mal verde' en la Cueva del Tesoro.GARCÍA-SANTOS

La Cueva del Tesoro, en el municipio malagueño de Rincón de la Victoria, es la única cavidad de Europa de origen marino que es visitable y una de las tres de estas características que existen en el mundo. Sus galerías sirvieron hace unos 30.000 años para que homo sapiens y neardentales se resguardaran de los estragos climáticos de la última glaciación y dejaron en sus paredes una rica muestra de arte rupestre fechado en el Paleolítico Superior.

Esta cueva, que se antoja un gran reclamo turístico para la zona, como ocurre con la vecina Cueva de Nerja, sobrevive desde hace una década con más pena que gloria.

Diez años en los que el custodio de la cavidad Manuel Laza Zerón —hijo del redescubridor y propietario de la cueva, Manuel Laza Palacio, con el que recorrió y estudió la gruta entre 1950 y 1980— no ha cejado en sus denuncias sobre el deterioro que sufre este monumento natural debido a la falta de inversión de las distintas Administraciones. La cueva está arrendada al Ayuntamiento de Rincón desde 1991 y fue declarada en 2002 Bien de Interés Cultural (BIC).

La Diputación de Málaga ha destinado 75.000 euros para detener el deterioro existente

Una deficiente conservación que ha quedado plasmada en diferentes informes, tanto de la Delegación Provincial de Cultura, como del Defensor del Pueblo, que resaltaron el “estado de abandono” de la cavidad marina. Una de las principales amenazas que se cierne sobre la Cueva del Tesoro es el conocido como mal verde, una plaga de algas, líquenes y bacterias producto de la humedad que afecta a la roca, haciendo que ennegrezca y se descascarille y que se acerca peligrosamente a algunas de sus milenarias pinturas rupestres.

Para su erradicación, Laza Zerón solicitó a comienzos de año a las Administraciones que interviniesen cuanto antes, ya que calibraba que con tan solo 40.000 o 50.000 euros se podría frenar el avance del mal verde, que ya acechaba peligrosamente a algunas pinturas como las de la sala del Águila. Tras un nuevo informe realizado antes del verano por Cultura, el Ayuntamiento de Rincón de la Victoria ha tomado por fin cartas en el asunto, solicitando a la Diputación de Málaga una subvención de 75.000 euros para atajar el mal verde. Los trabajos, según la Diputación, comenzarán en 2013, cuando se cuente con el permiso de la Junta.

No obstante, Laza Zerón insta a que estos comiencen cuanto antes, dada la gravedad de la situación. “No entendería que después de tantos años de batalla esto volviera a pararse. La Cueva del Tesoro es un enfermo terminal que necesita una intervención con carácter de urgencia. Cuentan con el dinero y con el informe técnico de Cultura, así que la cosa se podría solventar con un trámite de urgencia y comenzar las actuaciones en un par de semanas”, explica Laza Zerón, temeroso de que este plan acabe en un cajón durante meses y las pinturas sigan dañándose de forma irreversible.

Una vez erradicado el mal verde, el propietario de la cueva enumera otras actuaciones imprescindibles para devolverle a la gruta el esplendor perdido. “Además de cambiar el sistema de iluminación por luz fría, ya que el calor que desprende el actual favorece la aparición de hongos y algas, también habría que quitar el ascensor instalado sin permiso de los propietarios, ya que es la puerta de entrada de microbios; arreglar las filtraciones de agua del exterior que afectan a varias salas y recoger la basura que se acumula en los alrededores de la cueva”, asegura Laza Zerón, quien también pide una mejor señalización de la cueva, que incluso carece de una cartel identificativo en su entrada tras ser retirado el que siempre existió.

La cueva aspira a convertirse en atractivo turístico para, por ejemplo, los miles de cruceristas que visitan la capital. Un atractivo al que hay que sumar su leyenda, que hace referencia al tesoro que escondieron cinco reyes de la dinastía almorávide. El último, Tesufín ibn Alí, habría muerto en la plaza de Orán en el año 1145, a manos de los almohades, tras embarcar el tesoro real rumbo a Al- Ándalus. Los rastros de este tesoro se perdieron y fue Fray Agustín de Milla y Suazo, natural de Orán, quien en el siglo XVII recogió la leyenda en su manuscrito Historia Eclesiástica y Secular de Málaga y su Obispado, en el que señala como lugar de enterramiento del tesoro a esta cueva.

Más tarde, en la primera mitad del siglo XIX, un suizo, Antonio de la Nari, pasó varios años buscándolo y, después, el investigador malagueño Manuel Laza Palacio (1909-1988) dedicó desde 1952, fecha en que redescubrió la gruta, 38 años de su vida al estudio de la cueva y a la búsqueda del tesoro, de cuya existencia no dudó nunca tras encontrar un tesorillo con seis dinares de oro del siglo XII, restos de cerámicas y utensilios de la época.

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