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Aquel ordenador de Munich

Dos ingenieros donostiarras que fundaron su empresa en Alemania siguen con interés la ‘fiebre’ por aprender alemán “Es una experiencia muy recomendable”

Mikel Ormazabal
Ainhoa Lete y Raúl Navas, ayer en la sede de Bunt Planet en San Sebastián.
Ainhoa Lete y Raúl Navas, ayer en la sede de Bunt Planet en San Sebastián.JAVIER HERNÁNDEZ

Ainhoa Lete y Raúl Navas, dos contrastados ingenieros donostiarras, observan con sumo interés cómo se han multiplicado en el País Vasco y el resto de España las matrículas para estudiar alemán, con vistas a encontrar en este país un futuro profesional que está complicado aquí. La curiosidad tiene su explicación, porque ellos también emprendieron la misma aventura al país centroeuropeo, donde trabajaron durante cuatro años, hasta que decidieron coger el billete de vuelta para fundar y ponerse al frente de la empresa BuntPlanet, radicada en San Sebastián y dedicada a la ingeniería del software. “Cualquier persona que esté dudando en irse a Alemania, yo le animo a embarcarse en la aventura. La experiencia es muy buena”, asegura Raúl, director técnico de la citada compañía.

La avalancha de jóvenes a las puertas de academias e institutos oficiales para aprender alemán “está justificada”, según Ainhoa, gerente de la firma, porque el potente germano “ofrece muchas posibilidades y trabajo seguro”. “Los vascos somos muy dados a echar raíces, a estar junto a la familia y los amigos”, le apunta Raúl, “pero eso nos resta competitividad. Ahora se presenta una buena ocasión para salir, porque la situación aquí no es buena”.

Un año antes de terminar en 1998 la carrera de Ingeniería en Tecnun-Universidad de Navarra, Ainhoa y Raúl —en la actualidad tienen 37 años— comenzaron a enviar sus currículos a las principales empresas alemanas que encontraron en Internet: Bosch, Siemens, Bayern... “Nuestra sorpresa fue que nos ofrecían trabajo, alojamiento...”, recuerda Ainhoa. Aceptaron la de Siemens, después de que el director de un departamento de esta multinacional llamara personalmente a casa de Raúl. “Nos encontramos en otro mundo. Fue un shock, porque nuestro centro de trabajo era como una ciudad con 15.000 ingenieros juntos haciendo programas. Solíamos comentar que sería bueno contar con algo así en San Sebastián”, comenta la gerente. Era la época en que Alemania disparó la contratación de ingenieros de todo el mundo, antes del batacazo de las <CF1001>puntocom, en 2001. No necesitaron apuntarse a una academia, porque habían cursado sus estudios básicos en el Colegio Alemán.

Ainhoa Lete y Raúl Navas dirigen en San Sebastián la firma BuntPlanet

Allí encontraron un país con “grandes proyectos”, que “apoya la investigación” y tiene “muchos recursos”, además de una “potentísima capacidad organizativa”, según Ainhoa. Y Raúl agrega: “Están impulsando todo lo relacionado con la ciencia y la investigación, la creación de nuevos productos, y eso va a seguir. Necesitan ingenieros, físicos, químicos, informáticos... Aquí deberíamos hacer lo mismo. Tenemos que ser capaces de atraer talento del extranjero. Es bueno que la gente se vaya, porque la rotación es necesaria, pero es interesante que gente de fuera venga y nos aporte otra visión, como están haciendo los alemanes”.

A los tres años de estancia, decidieron alumbrar su aventura empresarial: “Planteamos la idea directamente a Siemens, les pareció bien y creamos la empresa, con domicilio social en San Sebastián aunque trabajábamos desde Alemania, porque nuestro principal cliente fue Siemens”.

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“Para trabajar en Alemania no es imprescindible saber su idioma”

BuntPlanet era en su inicio “un ordenador colocado en la esquina de una habitación”. En 2002 decidieron poner fin a la etapa germana e instalarse en la capital guipuzcoana. En la actualidad, con 21 empleados de máxima cualificación, han logrado consolidar la firma, que desarrolla productos software para empresas de telecomunicaciones, transporte y relacionadas con el medio ambiente para la gestión del agua, los residuos, la energía… Quieren ampliar su negocio al sector de la salud, donde “hay mucho por hacer”, dice Ainhoa.

Ante la fiebre por el alemán, echan la mirada a su pasado y se encuentran con la paradoja de que “para trabajar en Alemania no es imprescindible saber su idioma”, asegura Raúl, “aunque facilita mucho las cosas”, replica ella: “En el trabajo se habla en inglés, sobre todo en empresas como la nuestra, con un componente técnico muy alto y trabajadores de todas las partes del mundo. Es verdad que el alemán ayuda a integrarse, hacer amigos y entender su cultura, y ellos agradecen”. Ellos, los alemanes, son “gente muy hospitalaria, a la que le encanta hablar español”.

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Sobre la firma

Mikel Ormazabal
Corresponsal de EL PAÍS en el País Vasco, tarea que viene desempeñando durante los últimos 25 años. Se ocupa de la información sobre la actualidad política, económica y cultural vasca. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra en 1988. Comenzó su carrera profesional en Radiocadena Española y el diario Deia. Vive en San Sebastián.

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