La vuelta al cole más crispada
Unos 800.000 estudiantes de infantil y primaria empiezan el curso en medio de protestas
Xavi Paba acompañó a sus dos gemelos de siete años y su hija de cinco en su primer día de clase en la escuela L’Arrabassada de Tarragona. Los pequeños tenían sentimientos encontrados: ilusión por inicar un nuevo curso, pero nostalgia por haber dejado atrás a sus compañeros y su anterior colegio, el Olga Xirinacs. La familia Paba ha vivido uno de los recortes más duros emprendidos por la Generalitat: el cierre de escuelas. Este curso se han clausurado seis. Xavi asegura que, aunque los niños se adaptan a todo, no siempre entienden algunas decisiones. “¿Por qué solo cierran mi escuela?”, le preguntó su hija en medio de una manifestación.
El curso escolar empieza en Cataluña teñido del amarillo de las camisetas contra los recortes educativos y con un tono de protesta mucho más elevado que el de hace un año. Entonces, la comunidad educativa se puso del lado de la Administración para defender la inmersión lingüística, días después del varapalo judicial que instaba a la Generalitat a incorporar el castellano como lengua vehicular en la escuela. En aquel momento, recortes como la eliminación de la sexta hora quedaron en un segundo plano. Este septiembre, los tijeretazos han puesto a profesores y familias de espaldas al Departamento de Enseñanza, que dirige Irene Rigau.
A los docentes se les recorta el sueldo y se les aumentan las horas lectivas, lo que les quita tiempo para preparar las lecciones. Además tendrán que asumir el trabajo de los maestros que se pongan enfermos, ya que la Generalitat no enviará un sustituto hasta pasados 10 días lectivos. Y ello, teniendo que atender a más niños, a raíz del aumento de las ratios de alumnos por clase. Con todo, el curso tendrá 30.000 alumnos más, pero 3.000 profesores menos. “Quien diga que con más esfuerzo se puede cubrir lo que dejan de hacer 3.000 maestros, miente”, espetó ayer la portavoz, Montse Ros, a Rigau por sus exigencias al profesorado.
Las familias también se ven salpicadas por los recortes. Las cuotas de las guarderías se han incrementado notablemente, el material escolar se ha encarecido por la subida del IVA y se reducen las becas de comedor. Este último recorte ha llevado a Sandra López a tener que prescindir de este servicio. Con su marido en el paro y sin posibilidad de acceder a una beca, esta madre afirma que ya no puede asumir los 150 euros mensuales por cada una de sus tres hijas que le cuesta el comedor. A modo de protesta, Sandra vistió a sus trillizas de cinco años con la camiseta amarilla en su vuelta al colegio Ramón y Cajal de Terrassa. “A ver si así nos hacen un poco de caso”, pedía.
En muchos centros se hicieron caceroladas de protesta antes de las nueve de la mañana. En la escuela Camí del Mig de Mataró optaron por protestas llamativas, como hacer pasar a alumnos y padres por una pequeña puerta donde se leía: “Nos asfixian”. Así querían ilustrar el ahogo que los recortes están provocando en las escuelas. En esta, por ejemplo, empiezan con dos profesores menos, lo que ha obligado a suprimir talleres y a reducir horas de atención individualizada. Los niños se divertían con la original forma en que la escuela les daba la bienvenida y a los padres se les explicaba su significado.
De la fachada del colegio Frederic Godàs de Lleida colgaban papeletas amarillas en las que se explicaban los recortes. Aquí la ratio es de 27 alumnos por aula, pero tienendos docentes menos. El profesorado lucha contra el desánimo. “Haremos todo lo que podremos, pero a todo no llegaremos”, afirmó un tutor.
La reducción de plantillas ha llevado a los centros a tener que hacer malabarismos para poder cuadrar horarios y minimizar el impacto de los recortes. Varios directores coincidieron en alertar de que el equilibrio conseguido es muy frágil y puede verse trastocado repentinamente si se produce la baja de un docente, ya que el sustituto tardará dos semanas en llegar.
Estos profesores precisamente son los más perjudicados por los recortes. Los sustitutos solo cobran el 85% de la jornada, ya que no se les pagan las horas de preparación —reuniones, claustros...— ni las que dedican a vigilar el patio. “Además, los maestros sustitutos fueron contratados el pasado viernes, por lo que no han tenido tiempo de preparar el curso”, lamentó la directora de la escuela Jovellanos, Conxa Carreño.
Sindicatos de docentes y de estudiantes, familias de alumnos y movimientos de renovación pedagógica amenazaron con movilizaciones generalizadas, incluida la huelga, si la Generalitat no cambia el rumbo de sus políticas educativas. Este miércoles se produjeron protestas en muchas ciudades. Solo la CGT —minoritario en el sector— había convocado un paro general, que tuvo un seguimiento escaso, pero interrumpió la actividad en media docena de escuelas del área metropolitana. También llevó a unas 300 personas a manifestarse ante la Generalitat. Se espera que el amarillo de las protestas vuelva a aparecer este jueves en los institutos, que empiezan las clases un día más tarde.
Con información de Mercè Pérez, Eva Visa, Gorka Ellakuría y Anthony Coyle.
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