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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Los legados y la cultura histórica

"Es esperar demasiado que se aprecie y se considere aquello a lo que no se otorga valor"

Es sencillo deducir que los valencianos carecemos de cultura histórica. Hemos sido incapaces de construir un relato del pasado a nuestros días que integre experiencias compartidas, los avatares de la gente corriente y de las personalidades significativas de la vida pública y la creación cultural, que ayude a explicarnos cómo hemos venido a ser lo que somos en términos de comunidad social y de identidad colectiva, de dalt a baix. No ha sido por falta de estudios eruditos ni por algunos esfuerzos destinados a difundir el pasado entre el gran público. Es una cuestión de receptividad social, de interiorización de la cultura histórica, en un medio donde las estadísticas recuerdan que disfruta del discutible honor de situarse entre los de menor índice de lectura de España.

Es esperar demasiado que se aprecie y se considere aquello a lo que no se otorga valor. Es el caso de los legados de personalidades relevantes de la cultura y de la vida pública.

Hace poco conocimos que el archivo del poeta Miguel Hernández ha sido trasladado a Jaén, donde la familia ha encontrado una receptividad que se le negó en la Comunidad Valenciana, cuyas autoridades se precian de haber dado su nombre a una universidad. En estos días se anuncia el traslado a Madrid de una parte de los fondos del legado de Vicente Blasco Ibáñez. Hace una década se transfirió al Ministerio de Cultura el archivo del político exiliado Carlos Esplá, después de una corta estadía en Alicante.

Los archivos han dejado de ser lo que eran, depósitos de custodia exclusiva de la información que atesoran. La digitalización de los recursos y su acceso libre en la red posibilita la consulta sencilla y generalizada de un gran número de contenidos. La Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes ha puesto al alcance de estudiosos y el público común el fondo Esplá, en la actualidad en el Archivo General de la Guerra Civil, en Salamanca. El Ministerio de Cultura creó el portal PARES que permite la consulta libre de centenares de miles de documentos de los archivos de titularidad estatal. La magia del contacto con los papeles originales se ha perdido a la vez que el investigador ha ganado eficacia —volumen de datos, tiempo, viajes— al tener la información a un clic del teclado.

En los casos de Miguel Hernández y Blasco Ibáñez, los papeles no están disponibles en versión digital y se desconoce cuándo lo estarán.

Pero un estudio no se reduce a hacer acopio de información, importa también conocer cómo se ha generado y a veces las características que reúne el soporte que la contiene. Y la proximidad de los archivos facilita, o al menos debería hacerlo, la proliferación de estudios por expertos y jóvenes universitarios, como ha sucedido con el legado de Max Aub que se custodia en Segorbe. La conservación de manuscritos, correspondencia, libros, fotografías y otros objetos, facilita la revisión periódica de la obra y el personaje, a la vez que permite reconstruir los diálogos con sus contemporáneos y con el tiempo presente.

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En el caso de Blasco Ibáñez, en lugar de las reiteradas exposiciones que se han brindado en los últimos años, la última en 2011 en el enésimo intento de su apropiación simbólica después de despojarlo de su significado, el personaje se ofrece como ninguno para recorrer el itinerario de la modernidad valenciana y su hipotético (y probable) extravío: la recepción del naturalismo en literatura que indaga en la realidad frente al costumbrismo castizo, el nacimiento del intelectual en España a la par que Zola lanzaba su J'accuse contra los prejuicios y los abusos del poder, la implicación de las masas en los asuntos públicos, la teatralidad de la política moderna, la creación de tipos literarios que identifican a lectores de varias generaciones, la aproximación de la democracia al obrerismo y el papel que en el mismo corresponde al municipio, el concepto de educación popular y la función reservada al periódico y a las editoriales populares, la dignificación del humilde comerciante, un concepto de ciudad viva cuyas voces se escuchan como el coro de Nabucco, la disyuntiva entre un alma federal y el sentido jacobino de la organización del Estado, la oposición a las guerras coloniales, la curiosidad por lo que sucede fuera, la intuición ante medios tan novedosos como el cinematógrafo, en fin, el personaje devorado por sus excesos… De ayer al presente valenciano de nuestros días, tan necesitado.

El espacio natural de esta herencia sería la sociedad que la hace propia porque se considera colectivamente legataria de sus contribuciones, porque nos ayuda a entendernos y nos identifica.

José Antonio Piqueras es catedrático de Historia Contemporánea de la Universitat Jaume I y fue guionista de la exposición La aventura del triunfo.

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