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Victoria del recambio

La venta de terrenos de La Caixa, aprobada el jueves, permitió a Mas presentar ayer el proyecto

De izquierda a derecha, Xavier Adserà; el secretario del Gobierno catalán, Germà Gordó; Enrique Bañuelos; Andreu Mas-Colell; el presidente de La Caixa, Isidre Fainé; Artur Mas; Lluís Recoder, y Francesc Xavier Mena.
De izquierda a derecha, Xavier Adserà; el secretario del Gobierno catalán, Germà Gordó; Enrique Bañuelos; Andreu Mas-Colell; el presidente de La Caixa, Isidre Fainé; Artur Mas; Lluís Recoder, y Francesc Xavier Mena. ANDREU DALMAU (EFE)

Enrique Bañuelos llamó a la puerta de La Caixa el pasado mes de febrero. “Vosotros tenéis un activo y nosotros una idea”, vino a decir el que fue uno de los señores del ladrillo en la época del boom inmobiliario, según explicaba ayer Xavier Adserà, su mano derecha. La idea no era descabellada: desarrollar un inmenso resortturístico en unos terrenos propiedad de la caja de ahorros que rodean Port Aventura, con el nombre de Barcelona World. El promotor inmobiliario sacaba tajada del negocio y La Caixa conseguía desprenderse de unos activos que quería poner en el mercado, pero no a cualquier precio.

Gracias a la implicación de la entidad financiera, la carpeta dio el salto rápidamente hasta la mesa del consejero de Empresa, Francesc Xavier Mena, que recibió el asunto por su alto contenido turístico. Pero no es hasta mayo cuando se empiezan a intensificar las conversaciones. El consejero de Territorio, Lluís Recoder, y el de Economía, Andreu Mas-Colell, se suman, como en el caso de Eurovegas, a las negociaciones. Presidencia controla todo el proceso a distancia hasta que, ya en los últimos días, toma las riendas para cerrar el acuerdo.

En paralelo, el Gobierno catalán continúa negociando con el magnate estadounidense Sheldon Adelson para ubicar Eurovegas en el área metropolitana de Barcelona. El de Bañuelos es entonces un segundo plato, como hace 20 años lo fue para la Generalitat el actual Port Aventura, ya que quería captar Eurodisney, que finalmente recaló en París. El promotor de Barcelona World, con todo, advierte: si se filtran las negociaciones, el proyecto se esfuma.

De ahí que el Gobierno catalán haya mantenido con tanto sigilo la operación. “Esta negociación ha pasado por muy pocas manos”, aseguraba ayer un alto ejecutivo que también fue víctima del silencio. No conoció la existencia de Barcelona World hasta el miércoles. Para entonces ya estaba todo casi atado. El consejo de La Caixa, en sesión ordinaria, acababa de aprobar la venta de sus 447 hectáreas. Poco después, la Generalitat convocaba una rueda de prensa para presentar “una gran inversión industrial”: 4.775 millones de euros. Veremonte, la compañía de Bañuelos, suscribirá una opción de compra por dos años, tiempo que ha de ser suficiente para que la Generalitat allane las licencias y los permisos de edificación, y la promotora logre los inversores y operadores necesarios.

Por su parte, La Caixa mantiene una posición pragmática. En la reunión del jueves, la dirección de la caja dejó claro que la entidad financiera no tiene intención alguna de participar en el accionariado ni en la financiación del proyecto (la ubicación de Eurovegas en Cataluña sí le hubiera obligado a prestar dinero). Así, su presencia en la operación consistirá en la venta de los terrenos donde se levantará Barcelona World por su valor contable, más plusvalías, y el mantenimiento en el accionariado de Port Aventura, del que controla el 50%.

Otras fuentes aseguran que la caja catalana ha desempeñado otro papel determinante, el de la oportunidad. El alumbramiento de Barcelona World se ha podido adaptar a las necesidades del Gobierno catalán, apremiado por el silencio de Las Vegas Sands en torno a la ubicación definitiva de Eurovegas. El presidente de la Generalitat, Artur Mas, necesitaba un golpe de efecto en un regreso aciago de las vacaciones. En la primera semana, por la petición de rescate del Estado, y en la segunda, por las continuadas declaraciones que situaban a Madrid como virtual vencedor en la carrera por el macrocasino de Sheldon Adelson. En este asunto, el Gobierno catalán no quería prolongar la agonía. El consejero de Economía, Andreu Mas-Colell, ya había advertido al consejo de dirección de Las Vegas Sands en julio —de palabra y por carta— de que la oferta catalana por el macrocasino expiraba el 31 de agosto.

La celeridad que ha tomado el proceso en las últimas semanas, el sigilo y la falta de permisos impidieron que la presentación pudiera ir acompañada de planos y maquetas que permitieran hacerse una idea más gráfica de los seis resorts. En todo caso, el hecho de que la zona ya esté planificada es para la Generalitat una garantía de que se ganan al menos de dos años para iniciar la construcción respecto a Eurovegas. Siempre y cuando Bañuelos consiga atraer a los operadores necesarios. “No viene de vacío”, aseguraban ayer fuentes del Gobierno catalán.

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