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El PP hace sufrir a CiU en el Parlament, pero sale de nuevo en su auxilio

La Cámara vivió una vodevilesca escena de apoyos y retirada de votos respecto a la ley de renta mínima de inserción

Francesc Homs, portavoz del Gobierno de la Generalitat.
Francesc Homs, portavoz del Gobierno de la Generalitat.JOAN SÁNCHEZ

Francesc Homs, portavoz del Gobierno de la Generalitat, dejó claro que CiU y el PP no han roto relaciones, y que nada tiene por qué cambiar en Cataluña porque los nacionalistas se opongan en el Congreso a la convalidación del decreto sobre los nuevos ajustes de Rajoy. Efectivamente, por la tarde se visualizó en una escena vodevilesca que poco o nada ha cambiado. En el Parlament se discutió una proposición del PSC para modificar la ley de la renta mínima de inserción (RMI). Eva Granados, diputada del PSC, defendió la propuesta de reabrir el debate, que gozó del apoyo de todos los grupos, salvo el de CiU. Los populares volvían a ser claves para inclinar la balanza y todo indicaba que se iban a alinear con la izquierda después de que la popular Marisa Xandri anunciara el apoyo del PP al PSC.

Pero no fue así. En el momentro de la votación, el portavoz popular, Enric Millo, levantó tres dedos de la mano derecha, marcando la abstención de sus 16 diputados. El voto en blanco salvó a CiU, que logró 60 votos, frente a los 51 de la izquierda. El resultado dejó estupefactos a los diputados populares, incluida Xandri. Tanto es así que algunos parlamentarios le enviaron mensajes de apoyo y le hicieron guiños de complicidad. No solo ella se quedó de piedra: el propio portavoz adjunto del PP, Santi Rodríguez, había tuiteado en la red durante el debate estas frases: “detecto nervios en las filas convergentes”, “daremos apoyo a la propuesta del PSC. Cruz y raya”, “los teléfonos echan humo”, “pues no; no hay cruz y raya. Esperamos que Duran y CiU entiendan que no tienen mayoría absoluta en el Parlament”.

La situación rozó lo grotesco. Millo aclaró que sus propios diputados no lo sabían, pero que instantes antes de votar recibió una propuesta del Gobierno, avalada por Mas, con el compromiso de modificar la ley de la RMI antes de final de año, y que en esas negociaciones in extremis, en el mismo hemiciclo —de las que estaba al corriente Alicia Sánchez-Camacho, ayer en el Senado—, participaron la vicepresidenta Joana Ortega y varios consejeros.

La realidad es que CiU había dado la votación por perdida y quizás los nacionalistas hoy devolverán el gesto al PP rechazando los recursos de inconstitucionlidad contra los decretos de los recortes de sanidad y educación de Rajoy, y contra la Ley de Estabilidad Presupuestaria. Tras el debate, los populares Millo, Rodríguez y Xandri, y el consejero de Empresa y Empleo, Francesc Xavier Mena; el de Bienestar y Famlia, Josep Lluís Cleries, y dos diputadas de CiU se reunieron media hora para trazar un plan. Millo subrayó el compromiso de los dos consejeros de impulsar la nueva ley y dijo que prefieren trabajar sobre un proyecto del PP a hacerlo sobre uno del PSC. “Hace un año que pedíamos una reforma de la RMI. Lo tramitaremos por vía de urgencia”, destacó. La cuestión es que esa ayuda social ha corrido una suerte paralela a la del euro por receta: el PP también defendía antes de votar la anulación de la tasa, pero al final pactó con CiU evaluar la medida a final de año, dejando colgados a los partidos de izquierda. “Ha sido un espectáculo lamentable”, acertó a decir Granados. “Se ha vuelto a demostrar que CiU y el PP tienen firmado un pacto de hierro, un pacto de clase”.

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