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Encierro en el hospital Ramón y Cajal contra los recortes

Cerca de 400 personas se concentran frente al centro al grito de ¡Sanidad pública! Una coordinadora de nueva creación, sin sindicatos, ha organizado acciones de protesta

Elena G. Sevillano
Encierro de trabajadores del hospital Ramon y Cajal de Madrid. (DVD 566)
Encierro de trabajadores del hospital Ramon y Cajal de Madrid. (DVD 566)CLAUDIO ÁLVAREZ

Decenas de trabajadores de la sanidad pública empezaban a sentarse en el hall de entrada del hospital Ramón y Cajal de Madrid al grito de “no nos mires, únete” cuando Elpidio Gómez, de 78 años, decidió hacerles caso, salir del grupo de curiosos y sentarse con ellos junto a las pancartas y frente a las cámaras de los periodistas. Muchos le aplaudieron.

Él, a diferencia de la mayoría de los congregados, no es profesional sanitario ni de servicios auxiliares (cocinas, lavandería…), sino paciente. “Hace muchos años que vengo a este hospital. Ya me han hecho cuatro o cinco operaciones”, cuenta. “Y ahora, desde hace cuatro, estoy con un problema de ganglios linfáticos que me están tratando”. Vive bastante lejos, “al lado del tanatorio de la M-30”, pero ha cogido tres autobuses para apoyar la protesta. “La sanidad se va a la mierda”, dice. “Quieren que nos vayamos todos a la privada, pero hay que luchar antes de que nos lo quiten todo todo”.

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Antes de que la concentración se trasladara al interior del hospital y se transformara en encierro, cerca de 400 personas estuvieron esta mañana coreando lemas como ¡sanidad pública! y no hay pan para tanto chorizo en el exterior, en las escaleras de la entrada principal. Fue como una especie de asamblea: todo el mundo estaba invitado a intervenir. Un enfermo de VIH tomó la palabra y aseguró estar muy agradecido por cómo le habían tratado en la sanidad pública.

Otro señor llamó a la unidad y lanzó una crítica: “Veo pocas batas en las que pone médico. Ellos también se van a quedar en la calle si no luchamos todos juntos”. Uno de los organizadores, de la recién creada Coordinadora de hospitales y centros sanitarios públicos de la Comunidad de Madrid, informó de que “esta es solo una de las acciones previstas, pero tiene que haber muchas más”.

La coordinadora nació el 5 de julio pasado por la tarde, tras una asamblea en la puerta G del hospital Clínico San Carlos. Forman parte de ella trabajadores de centros de salud y de otros hospitales como el Marañón, el 12 de Octubre, La Paz, el Niño Jesús… No hay sindicatos, al menos presentes con sus siglas. Está previsto que el encierro se prolongue durante 24 horas, hasta las once de la mañana del viernes día 13. La cita se ha estado anunciando mediante carteles y octavillas por muchos centros sanitarios. Uno de los miembros de la coordinadora invitó a participar en el encierro a los asistentes a la presentación del corto Tijeras, en el que el director de cine Fernando Colomo denuncia los recortes en la sanidad pública.

“Mi hija Alba, de 15 años, me ha estado ayudando a hacer el cartel en casa, por las noches”, contaba Ángeles Segura, pinche de cocina, mientras sostenía una pancarta en la que se leía: “Nos exterminan”. Su oficio, igual que otra veintena, está condenado a la desaparición en Madrid después de que el Gobierno regional lo haya declarado “a extinguir”. La Consejería de Sanidad va a privatizar todos los servicios no sanitarios de los hospitales públicos, por lo que se esperan decenas o centenares de despidos del personal interino y eventual.

“Los usuarios tienen que darse cuenta de que esto no es un conflicto de los trabajadores. La sanidad nos la quitan a todos. Tienen que concienciarse, porque si nos unimos, lo de los mineros no va a ser nada”, decía Paqui, también pinche de cocina. Tres horas después del inicio de la concentración, los encerrados seguían en el hall. Prevén ir turnándose en función de los horarios de trabajo para que siempre haya unas decenas de personas allí durante las 24 horas del encierro.

Los encerrados celebraron una asamblea a las siete de la tarde en la que participaron algunas decenas de personas. Entre las propuestas que barajaron para protestar por los recortes se habló de cortar la carretera de Colmenar.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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