La Generalitat abre la puerta a una zona de tiendas con horario libre en Barcelona
El portavoz del Gobierno catalán dice que si se hace será "de acuerdo con la ley catalana" El Ejecutivo catalán mantiene que denunciará el decreto estatal por invasión de competencias
El Gobierno catalán no está dispuesto a tolerar la invasión de competencias por parte del Estado. De ahí su airada respuesta al plan del Ministerio de Economía para introducir una nueva oleada liberalizadora en el sector comercial, contra el que la Generalitat recaba los apoyos del pequeño comercio y prepara el terreno para recurrir ante el Tribunal Constitucional. Pero mientras arma ese frente, el Ejecutivo está dispuesto a asumir alguna de las medidas del ministerio, como la posibilidad de que Barcelona tenga una zona con plena libertad para los comercios, con el objetivo de cubrir la potencial demanda turística que se genera en días festivos. “No descartamos tomar decisiones en ese sentido”, señaló ayer el portavoz, Francesc Homs.
La Secretaría de Estado de Comercio quiere forzar a Barcelona y a otras 13 ciudades a crear esa zona de libertad horaria para el comercio y no se conforma con el centro comercial del Maremàgnum, excepción barcelonesa a la restricción de aperturas en festivos. Es justo la obligación que quiere imponer el Estado la que no acepta la Generalitat, que llama a mantener la esencia de su modelo comercial y rechaza cualquier medida que “llegue impuesta de Madrid, vulnere competencias propias y sin hablar con el sector”. Si se hace, se hará “de acuerdo con la ley catalana”, señaló Homs, quien asumió que “las cosas evolucionan”.
La propuesta de
El discurso más aperturista de Homs no es exactamente el mismo que utiliza la Dirección General de Comercio de la Generalitat en sus encuentros con los agentes del sector, en los que no se ha llegado a plantear la creación de zonas de libertad horaria. La predisposición de las cúpulas de las asociaciones de comerciantes y sindicatos es total, y hoy lo harán público con la lectura de un manifiesto conjunto en el Parlament de Cataluña, donde defenderán que la legislación comercial en Cataluña emana de su Cámara legislativa y no de Madrid.
El alcalde de Barcelona, Xavier Trias, tampoco se negó ayer a la posibilidad de crear zonas de libertad horaria, pero reclamó consenso total para sacarlas adelante. “No tenemos que cerrarnos a buscar acuerdos”, señaló.
Xavier Trias reclamó que se piense en las reformas de “modo global para toda la ciudad”, asumiendo el difícil equilibrio de convencer a todas las partes: “No estaremos en una posición contraria a lo que decidan los comerciantes, y hablo de todos, no de unos grupillos”. En todo caso, señaló, “se pueden buscar soluciones dependiendo de qué zonas”.
El alcalde de Barcelona denunció, no obstante, el “batiburrillo de horarios, libertades, superficies y zonas turísticas” que contiene el anuncio que realizó el lunes el secretario de Estado de Comercio, Jaime García-Legaz, y defendió también denunciar sus planes ante el Tribunal Constitucional.
En la misma línea, el secretario general de la Confederación del Comercio de Cataluña, Miquel Àngel Fraile, indicó que la creación de una zona especial para el comercio en Barcelona no es lo más grave de las medidas que Madrid prepara en forma de decreto. Para Fraile, como para el conjunto de las asociaciones de comerciantes y los sindicatos, el problema de las propuestas del Gobierno central es el fondo: el ataque a la normativa catalana con el argumento de la unidad de mercado y la imposición de medidas que pondrán en apuros al pequeño comercio, desde ampliar de ocho a 10 el número de festivos que podrán abrir los comercios al año y de 72 a 90 las horas semanales de apertura, hasta dar libertad horaria a las tiendas con una superficie de hasta 300 metros cuadrados (ahora son 150 metros) o fijar para toda España los días festivos en que se podrá abrir.
Barna Centre defiende una zona especial y BCN Comerç se opone
El sector pone en duda que esas propuestas vayan a permitir incrementar ingresos y, en todo caso, rentabilizar los costes generados por la ampliación de horarios. El presidente de Pimec, Josep González, insistió ayer en que la liberalización total de los horarios comerciales perjudicará a los pequeños comercios, que abundan en Cataluña, y emplazó al Gobierno a “pactar” antes de “imponer” regulaciones como esta.
Pero lo que sí ha logrado la propuesta del Gobierno central es reabrir un debate que las direcciones de las principales organizaciones de comerciantes intentaban evitar, sobre todo en la Fundació BCN Comerç, que integra todos los ejes comerciales de Barcelona.
Javier Cottet, presidente de Barna Centre, la principal concentración de tiendas de Barcelona, en el Barri Gòtic, es uno de los partidarios de flexibilizar la apertura en festivos en determinadas zonas, pese a la posición contraria que defiende BCN Comerç, asociación en la que está integrado su eje. De hecho, hace unas semanas la directora de Comercio Interior del Ministerio de Economía, Carmen Cárdeno, le pidió su opinión al respecto en presencia del director general de Comercio de la Generalitat, Josep Maria Recasens.
“Abrir en el centro de Barcelona aprovechando la afluencia del turismo sería una buena opción para vender un poco más que ahora”, señaló ayer Cottet, quien puso como ejemplo que en París y Milán tampoco se podía abrir en festivo y ahora, en las zonas más turísticas, se ha acabado permitiendo.
El presidente de Barna Centre asume que en determinados barrios, como Sants y Sarrià, no sea factible abrir en domingos, pero critica que en ciudades calificadas de turísticas como Figueres haya libertad para abrir en domingo y en una ciudad como Barcelona se restrinjan las aperturas “por la oposición” de las patronales comerciales.
Cottet sostiene que los ejes comerciales que representan el paseo de Gràcia y la Rambla de Catalunya también reclaman al menos generar el debate. La polémica está servida y el presidente de BCN Comerç, Vicenç Gasca, se plantea avanzar la reunión de patronos de la organización a finales de julio para poder plantear el debate, aunque él asegura que no está dispuesto a cambiar su discurso, totalmente contrario a la creación de una zona especial, si bien dice respetar “todas las opiniones que surjan de los ejes comerciales”.
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