La huelga ‘light’ de los médicos se presenta como un desafío a Aguirre
El sindicato asegura que quería condenar los recortes sin perturbar a pacientes
No es fácil movilizar a los médicos. Lo reconocen ellos mismos. Les cuesta convocar huelgas y aún más secundarlas. La última fue en 2008, cuando el consejero de Sanidad Juan José Güemes agitaba los hospitales públicos con cada una de sus visitas. Entonces pedían más medios humanos y técnicos y mejores condiciones laborales. Ahora se quejan de la “prepotencia” del Gobierno de Esperanza Aguirre y denuncian que en los últimos cuatro años han perdido cerca de un 25% de su poder adquisitivo. La gota que ha colmado el vaso ha sido la última rebaja salarial a los empleados públicos: un 3,3% que se viene a sumar a otras que los médicos ya venían acumulando.
“Hemos querido que la huelga tuviera el mínimo impacto en los pacientes y en nuestros bolsillos”, decía la tarde del martes Daniel Bernabéu, radiólogo del hospital de La Paz y delegado de Amyts, el sindicato médico que ha convocado dos días más de paros, miéercoles y jueves, en protesta por los recortes de Aguirre. Los facultativos han hecho huelga este martes tres horas por turno, de ocho a once en el de mañana y de tres a seis por la tarde. Los servicios mínimos han cubierto todas las urgencias. En algunos centros de salud, como Martín de Vargas, en Arganzuela, el paro de la mañana no tuvo ningún efecto: todos los médicos han acudido a su puesto y ningún paciente citado se fue sin consulta. En otros, como en Benita de Ávila, en Hortaleza, sí se suspendieron visitas.
Paro imperceptible
“Ah, ¿pero hay huelga?”, contestaba una señora en una sala de espera del hospital de La Paz a la pregunta de si le había afectado el paro. Muchos pacientes con cita posterior a las once de la mañana ni siquiera se enteraron. En Atención al Paciente tuvieron que entregar varios justificantes para el trabajo a los usuarios que tenían visita a primera hora y se encontraron con la consulta vacía. “A los médicos nos han quitado 200 euros de media desde enero con la entrada en vigor de la jornada de 37,5 horas, pero vemos que luego nuestro dinero va a parar al negocio de la privada, a donde se derivan muchos pacientes”, se lamentaba Bernabéu. “En los hospitales podríamos hacer más”, añadía. “Podría haber turnos de tarde”, según Alfonso López de Biedma, médico de familia en el centro Benita de Ávila. “Hay tantos sitios de los que recortar… Lo fácil es ir a por las nóminas de los funcionarios”, decía.
Amys calcula entre un 65 y un 70% de participación, con datos desglosados por atención primaria, especializada y emergencias. La Consejería de Sanidad solo ofrece un dato global: 12,4% por la mañana y 2,8% por la tarde (pese a que en los hospitales no existe el turno de tarde). Los servicios mínimos estaban pactados en un tercio del total (35%).
“Que yo no apoye la huelga no quiere decir que no haya descontento. Lo hay, y mucho. Existe una falta de consideración absoluta hacia el trabajo de los profesionales, además de la cuestión salarial”, decía una médica de Martín de Vargas que se encontraba de servicios mínimos, pero que admitía no estar de acuerdo con los paros. “Creo que con huelgas de tres horas no se consigue nada. Ni los pacientes lo notan, puesto que haces el trabajo en el resto del turno”, añadía.
Los paros, sin embargo, no pretendían paralizar la sanidad pública, tal y como han reconocido en Amyts desde que los convocaron. Eran un mensaje a la Consejería de Sanidad, una respuesta a los últimos recortes que, cuando se anunció, motivó que Esperanza Aguirre ordenara en público a su consejero de Sanidad, Javier Fernández Lasquetty, que suavizara los artículos del proyecto de ley de modificación del presupuesto que afectan a los facultativos. “Ha sido un éxito rotundo más allá de las cifras de participación”, decía el secretario general del sindicato, Julián Ezquerra, a última hora de la tarde.
“Hemos mostrado a la Consejería que estamos realmente enfadados, que hasta aquí hemos llegado. Ahora les toca a ellos dar el paso y llamarnos”. Sanidad trató de desactivar la huelga con dos reuniones y llegó a cambiar el redactado de varios artículos del proyecto de ley mediante una enmienda. Los médicos mayores de 55 años, por ejemplo, podrán seguir haciendo trabajo de tarde en lugar de guardias, algo que Aguirre inicialmente quería suprimir. Sin embargo, deja la medida al criterio de los superiores de cada médico. “Es decir, a la arbitrariedad”, le critican ellos.
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