“Nos lo hemos cuestionado todo”
Moià consigue contener el gasto, pero no soluciona la deuda bancaria
“Tenemos un barco enorme y cargado que va a la deriva. Tenemos que enderezarlo y empezar a quitar peso. Y si no lo conseguimos, nos hundiremos”. Es el grito de alerta que lanzaba hace un año el alcalde de Moià, Dionís Guiteras (Ara Moià). El Ayuntamiento no tenía dinero ni para pagar las nóminas. Guiteras abrió el melón de los municipios ahogados por las deudas sacando a relucir una situación límite en la que no está solo. Creixell y Cunit, entre otros, han pasado a formar parte de esta liga de municipios asfixiados, que con la ayuda de las Administraciones y un fuerte plan de contención del gasto están consiguiendo remontar sin tener que llegar hasta el extremo de echar el cierre.
Guiteras convocó el viernes a su pueblo para explicar cómo lo está consiguiendo. La cita, el Espai Cultural Les Faixes. Pocos minutos antes, el alcalde repasaba en el escenario los papeles. Carmen, de 70 años, llegó de las primeras: “Antes no nos explicaban nada; ahora sí”.
El alcalde empieza su discurso pidiendo disculpas: había prometido explicarse en abril. La delicada situación del municipio (Bages, 5.700 habitantes) hace un año es conocida por todos: 25 millones en deudas con el banco y un déficit anual de cerca de un millón de euros. La sala se queda pequeña por la expectación generada.
Ante unas 250 personas, Guiteras explica que la primera medida del Ayuntamiento para enderezar la situación fue contratar a tiempo parcial (el sueldo lo cubre la Diputación) un interventor para poner orden en las cuentas.
El alcalde reconoce que la ayuda del resto de Administraciones ha sido fundamental. Además, están explotando las ayudas de la Diputación, fueron los primeros en cobrar de la Generalitat las deudas pendientes y han renegociado con el Gobierno autónomo redirigir las inversiones previstas a nuevas construcciones hacia obras más pequeñas y urgentes.
El gran problema de Moià, ha criticado Guiteras en más de una ocasión, fue la ambición del anterior gobierno de “convertir el pueblo en una capital”. Un aparcamiento, una piscina, un ambulatorio, una guardería, entre otros, forman parte de la lista de equipamientos construidos en época de bonanza, pero que con la crisis no se pueden mantener.
Moià también ha conseguido sacar rédito de la relevancia mediática a raíz de la situación de sus finanzas. No ha tenido que insistir mucho ante la Seguridad Social y la Agencia Tributaria para refinanciar la deuda a cinco años y sin cargos, confesó el alcalde. Este aplazamiento de los pagos pendientes ha dado un respiro a sus finanzas.
Paralelamente, el nuevo equipo de gobierno (de concentración, formado por los tres partidos con representación) ha elaborado un estudio económico. “Nos lo hemos cuestionado todo, desde la cosa más pequeña a la más grande, incluso la policía”, admite el alcalde. El estudio ha servido para reducir la burocracia del Ayuntamiento, controlar el abuso del material de oficina o detectar irracionalidades como medio centenar de líneas de teléfono sin usar. El recorte también ha obligado a despedir a unas 25 personas, la mayoría con contrato temporal.
La combinación de medidas permite al alcalde asegurar que este año las cuentas cuadrarán. “Si mantenemos el ritmo de estos seis meses, podemos asegurar que cerraremos el año en positivo, con 300.000 euros de superávit”, anuncia. “Hemos conseguido tapar la fuga de la máquina”, remacha. La situación de Moià, sin embargo, no está solucionada, ni mucho menos. Todavía cargan con la losa de la deuda financiera, que ahora está cerca de los 21 millones, que con paciencia, y mucho tiempo, tendrán que devolver a los bancos. La explicación del alcalde finaliza con un agradecimiento generalizado al pueblo, y en especial a las entidades, que han arrimado el hombro para organizar los festejos locales, a pesar de no tener recursos.
“Quiere dar un mensaje de optimismo, pero la cosa está chunga. Moià es un ejemplo de lo que pasa en todo el mundo, un reflejo de la mala gestión de los poderosos”, asegura al salir Cristina, una de las vecinas.
No al plan de proveedores
Otra de las deudas de Moià es la montaña de 7,9 millones de facturas sin pagar a proveedores. El municipio se aferró al plan de proveedores estatal, que permite optar a un crédito al 6% para pagar en 10 años. El Ministerio rechazó la propuesta de Moià al detectar que sería incapaz de devolver el préstamo en ese plazo. El Gobierno tumbó hasta 35 peticiones de Ayuntamientos catalanes, que hasta el viernes podían apuntarse a la repesca rehaciendo el ajuste. A esta segunda convocatoria se presentan 21 municipios. No es el caso de Moià. Su ingente deuda no le permite encajar en el plan estatal. Tampoco Creixell, Figaró-Montmany y Cunit. Las facturas pendientes de estos municipios las ha asumido el Estado, pero como contrapartida retendrá hasta el 50% (todavía por confirmar) de las transferencias que envía mensualmente a los municipios para su financiación. Este método permite a los Consistorios devolver la deuda en lugar de en 10 años, en el doble de tiempo.
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