Una simbología admitida o manipulada
De la Granja: “Tras Estella, el PNV retomó Euskadi” De Pablo: “El monolito de Amaiur lo financió un conde”
La elaboración del Diccionario ilustrado de símbolos del nacionalismo vasco (Tecnos) coordinada por cuatro profesores de Historia Contemporánea —Santiago de Pablo, José Luis de la Granja, Ludger Mees y Jesús Casquete— ha necesitado seis largos años de trabajo. En esta amplia obra, de una docena de expertos y a lo largo de 900 páginas, se abordan medio centenar de iconos, entre los que se incluyen himnos y lemas, fechas y lugares, personajes reconocidos o controvertidos; unos consolidados como la ikurriña, y otros manipulados, incluso inventados. Algunos, como la noción de Euskadi o Euskal Herria, reflejan todavía las paradojas que rodean al nacionalismo moderado y al radical y a sus señas de identidad.
Pregunta. El nacionalismo vasco ha generado una importante simbología y gran cantidad de iconos muy por encima de otros partidos políticos o movimientos.
S. de Pablo. Más que otros. Pero eso, también, tiene que ver con la propia evolución histórica, y se refleja muy bien en el paso del PNV a ETA y a la Izquierda Abertzale (IA). En realidad lo que ha estado haciendo la IA, en estas últimas décadas, ha sido casi lo que hacía el PNV en sus treinta primeros años de historia; que era movilizar por medio de una gran cantidad de símbolos. Parecería de alguna manera que el PNV ha sentado ya sus símbolos, los más importantes, y ha conseguido que formen parte de la sociedad vasca, incluso, que sean oficiales, y ahora el que necesita movilizar, mucho más, por medio de símbolos es ETA o la IA.
Perfil
Santiago de Pablo (Tabuenca, Zaragoza, 1959) es desde 2001 Catedrático de Historia Contemporánea en la facultad de Filología y Geografía e Historia de la UPV-EHU. Es autor de numerosos artículos en revistas científicas y de comunicaciones en congresos nacionales e internacionales, así como de varios libros, entre los que se pueden destacar: El péndulo patriótico. Historia del PNV coautor con Ludger Mees. Es también, codirector de la revista de investigación y cultura vasca Sancho el Sabio.
P. Pero en este país hay símbolos compartidos que unen y otros que dividen dentro del mismo nacionalismo y dentro de la sociedad.
J. L. de la G. Los mayores aglutinantes de una comunidad política y social son precisamente los símbolos. Efectivamente, es tanto para cohesionarse a nivel interno, como para diferenciarse de los ajenos a esta comunidad. Y de ahí la abundancia de símbolos, y su cambio. Hay que plantearse, —cuando en los años ochenta, hasta la derecha más españolista, todos aceptaron el término Euskadi—, ¿por qué a partir de ese momento el llamado MLNV, el nacionalismo vasco radical cambia? Porque es una forma de diferenciarse de los demás y de volver al nombre tradicional de Euskal Herria, cuando anteriormente había sido utilizado sin problemas por los carlistas, por los franquistas, o por Fraga, y cuando hace un siglo era el término precisamente no nacionalista. Es ese afán de diferenciarse y también el hecho de que Euskadi se identificaba cada vez más con la Comunidad Autónoma Vasca. El PNV asume el término Euskal Herria con el Pacto de Estella pero en los últimos años, precisamente cuando ve que la vía de Estella ha fracasado, vuelve al término Euskadi, sobre todo, después de Ibarretxe, y lo contrapone al de Euskal Herria para diferenciarse a su vez del nacionalismo radical. Aunque hablen del mismo territorio pero con distintos nombres.
“Telesforo Monzón es un símbolo vampirizado por la izquierda ‘abertzale”
P. Entre el medio centenar de símbolos que componen el extenso trabajo del diccionario, escojamos algunos, y el primero puede ser uno de los más reconocidos aún con connotaciones distintas, pero que une, a su vez, a muchos vascos. Es Gernika.
S. de P. Sí porque Gernika es un símbolo muy especial. Primero porque es previo al nacionalismo. No es un invento. Segundo, porque es un símbolo universal en el País Vasco e internacionalmente. Y tercero, porque Gernika no es un solo símbolo, es un conjunto de símbolos. Es el símbolo de la libertad vasca que cada uno interpreta de manera distinta con la Casa de Juntas, el árbol…, y es el símbolo de la paz después del bombardeo, y el cuadro de Picasso. Tres símbolos en uno como mínimo, y en ese sentido es el que une a toda la sociedad vasca desde el PP hasta la izquierda abertzale que se reúnen ahí. Pero con connotaciones distintas, desde los Reyes a los carlistas como unión con España, y al siglo XX con los nacionalistas.
J. de la G. Un símbolo sobre todo foral, que identifica a los Fueros de Bizkaia y por extensión a los Fueros vascos con el árbol de Gernika.
S. de P. Y luego tenemos las manifestaciones recientes de los expresos etarras con el Guernica de Picasso, que al principio ningún nacionalista aceptó, ni le gustó. No aparece, prácticamente, hasta los años sesenta en la prensa del exilio. Entonces, Gernika en ese sentido es paradigmático, y un símbolo muy especial, donde juran los lehendakaris con liturgias distintas, pero el lugar es el mismo.
P. En su trabajo los símbolos no solo se centran en lugares o signos, también en algunos personajes destacados de nuestra historia convertidos en mitos o referencias del nacionalismo vasco, como Sancho el Mayor, Tomás Zumalacarregui, José Antonio Aguirre, Txabi Etxebarrieta, San Ignacio de Loyola, y por supuesto el fundador del PNV, Sabino Arana.
Perfil
José Luis de la Granja Sainz (Bilbao, 1954) es catedrático de Historia Contemporáneo en la UPV y profesor tutor de la UNED en Bizkaia. Ha sido profesor visitante en las Universidades de Provence (Francia); Reno, Nevada (EE UU) y Alicante. Especialista en la historia de Euskadi en el siglo XX, es autor de numerosas obras, entre las que cabe destacar el libro Nacionalismo y Segunda República en el País Vasco (1986 y 2008). Es coeditor de las obra colectiva Tuñon de Lara y la historiografía española, entre otras.
J. L. de la G. No solo es el fundador de un partido político al que dota de una ideología, de una prensa. Para mí no es solo el padre del nacionalismo vasco, sino el padre también de una idea de nación vasca en el sentido moderno del término, y por eso le da los símbolos principales que tiene toda nación. No le gusta el nombre tradicional de Euskal Herria porque se relaciona con la lengua e inventa el neologismo Euzkadi y lo relaciona con su idea de Nación Vasca vinculada a la raza y a la religión. No le gusta el Gernikako arbola que todos aceptaban históricamente, derechas e izquierdas, y entonces escribe la letra de lo que se conoce como el Gora ta gora, aunque hoy lo oficial sea solo la música. Precisamente no le gustaba el carácter universalista del Gernikako arbola y a su himno le da una connotación claramente religiosa. Luego el País Vasco tenía escudo pero no tenía bandera. Algún intento anterior había fracasado, y entonces inventa una bandera pero con esa peculiaridad de que como el primer nacionalismo es bizkaitarrismo, él y su hermano la diseñan para Bizkaia y no para Euskadi. Luego al tener mucho éxito dentro del nacionalismo y más tarde también fuera de él, pasa a ser la bandera de Euskadi. En definitiva, que Sabino Arana es el creador de los principales símbolos del País Vasco. Pero lo que llama la atención es que en cuanto muere en 1903 siendo un líder carismático, se convierte en un símbolo en sí mismo. Es uno de los principales símbolos de todo el nacionalismo, y reconocido como el único padre fundador del movimiento. Es literalmente santificado. La propia prensa nacionalista habla del culto a Sabino, y no es solamente político, es también religioso. Los dos aglutinantes de la comunidad nacionalista vasca nucleada por el PNV hace un siglo eran el aranismo y el catolicismo. Es como una doble religión.
P. Se da también, a veces, la recuperación de cierta simbología histórica como Amaiur utilizada por el nacionalismo más radical.
S. de P. Es más reciente pero tiene sus antecedentes. En Amaiur está por un lado el hecho histórico, es decir, ser el último castillo donde defienden los agramonteses de 1521 a 1522 a los reyes de Navarra exiliados en Francia. Realmente es un tema muy desconocido en la historiografía de Navarra hasta finales del XIX, que es cuando en un ambiente no nacionalista, y en defensa de los Fueros, se recupera la memoria de Amaiur. En 1922, fecha del quinto centenario se instala en monolito, y uno de los que contribuye, por ejemplo, a su construcción es el conde de Rodezno, futuro ministro de Franco. O sea, que realmente ahí no hay una relación vasquista o nacionalista. Y a partir de esa fecha el PNV en Navarra, empieza a recuperar a Amaiur como símbolo, y uno de los principales periódicos del partido en Navarra, precisamente, se llama Amaiur. Durante la Guerra Civil se forma un batallón de gudaris con ese nombre. Hay una leve recuperación, pero realmente no es hasta fechas relativamente recientes, después de la Transición, cuando, sobre todo, desde la IA se recupera esa idea de Amaiur, y que con ello se intenta vincular la integración de Navarra en la nación vasca. Amaiur, es una búsqueda artificial, una recuperación reciente porque hace dos o tres décadas nadie hablaba de ello, ni del arrano beltza.
J.L. de la G. Un factor fundamental es que el aranismo siempre ha sido bizkaitarrismo y por eso sus mitos históricos son vizcaínos como la batalla de Arrigorriaga o la de Mungia, y en cambio el nacionalismo vasco radical reciente los aparta. Ha buscado siempre en Navarra la base de esa idea, no solo de nación, sino de Estado vasco, y no le interesa la batalla de Arrigorriaga, prefiere la de Roncesvalles. Es el mismo esquema, pero los mitos históricos de la época medieval pasan de Bizkaia, que era con Arana, a Navarra con el nacionalismo radical que quiere hacer de Pamplona la capital de ese Estado vasco.
S. de P. Pero esto es reciente porque la misma ETA de los años sesenta dice en un Zutik que hablar de que los reyes de Navarra tenían conciencia nacional no tiene ningún sentido. ¡Hombre! se puede pensar que tiene más contendido histórico que la batalla de Arrigorriaga, pero la reinterpretación que se hace, desde luego, es igualmente falsa.
J. L. de le G. ¿Os acordáis del eslogan de la Transición Nafarroa, Euskadi da?, ahora parece al revés Euskadi, Nafarroa da.
“Amaiur es una búsqueda artificial, una recuperación reciente de la IA”
P. Como Sabino Arana, otros personajes nacionalistas se convierten en símbolos y mitos como puede ser José Antonio Aguirre, el primer lehendakari.
J. L. de la G. Diría que Aguirre es el político vasco más importante de siglo XX, y el único equivalente que tiene fuera del nacionalismo es Indalecio Prieto, y después de Aguirre dentro del nacionalismo pondría a Manuel Irujo. Los tres fueron los padres fundadores de la Euskadi del 36, del Estatuto y del primer Gobierno vasco. Aguirre es mitificado también, pero la diferencia con Arana es que no es sacralizado. Ha pasado medio siglo y el nacionalismo ya no es tan integrista como lo fue hasta la Segunda República. Se ha modernizado, se ha secularizado política y religiosamente. Arana fue el gran ideólogo, pero Aguirre fue el gran político. La diferencia es que Arana nunca puede ser un símbolo de todos los vascos y para mí es una diferencia fundamental. A la figura de Castellao, hoy en día símbolo de todos los gallegos, sean nacionalistas o no, le honran el galleguista radical o lo hacía Fraga siendo presidente de la Xunta. Es asumido por todos los gallegos. Eso no sucederá con Sabino Arana, porque es un personaje muy controvertido. En cambio, Aguirre ha sido homenajeado, como hace dos años, por todas las fuerzas políticas, incluidas las no nacionalistas.
P. Y dentro de esa lista de mitos o símbolos, reconocidos o discutidos, está también la figura de Telesforo Monzón.
S. de P. Telesforo Monzón es un caso muy especial porque es un símbolo vampirizado por la izquierda abertzale, no como el Gudari Eguna o el Eusko Gudari, sino porque el mismo ha dado el paso. En ese sentido, el PNV ha prescindido de él como símbolo, es decir, se ha olvidado de la primera parte de su vida, y no lo reivindican para nada. Al revés, parece que para la IA el único Monzón que existe es el Monzón que se acerca a ETA a partir de finales de los sesenta, y no el Monzón de origen aristócrata con muchos contactos monárquicos, que juega la carta de Don Juan en el exilio, que pertenece al Gobierno vasco durante la guerra y poco después, y con un sentido religioso pronunciado. Es un símbolo muy particular, que se reconvierte en un nuevo y distinto icono a diferencia de otros. Y luego está todo el tema de su vinculación con el euskera que para la izquierda abertzale está teniendo un componente distinto que para el PNV, porque es más real.
“Aguirre fue el político vasco más importante del siglo XX”
P. ¿Y cómo se explica ese cambio?
S. de P. Quizá por su propio carácter. Mi impresión es que, leyéndole y recogiendo testimonios, era un hombre muy temperamental, con un carácter firme capaz de irse de un extremo a otro. Hablando del péndulo él se desboca. Sus propias ansias de protagonismo le llevan al exceso.
J. L. de la G. No olvidemos que Monzón que tenía muchísimos contactos con monárquicos y se entrevista con conspiradores en la primavera del 36 en Guipuzkoa. Por eso es un personaje muy contradictorio.
S. de P. Monzón deja pronto a Aguirre y abandona el Gobierno en el exilio para dedicarse a sus negocios. Se desliga de su pasado y reaparece a finales de los sesenta a través de Anai Artea con el padre Larzabal, y su nacionalismo muy sentimental, muy literario hasta entonces, se va radicalizando. Acaba siendo un poco el profeta, y es la imagen que tenemos de él en un mitin de La Casilla, blandiendo la makila, queriendo llevar al pueblo a su tierra prometida. Es el que sirve a la idea de los gudaris de ayer y de hoy, del 36 y de ETA, que son los herederos. Eso es claramente Monzón.
P. Pero siendo católico y del PNV acaba aceptando la violencia, o por lo menos no condenándola.
S. de P. En ese sentido el PNV siempre lo ha tenido más claro, afirmando que los verdaderos gudaris no son los que matan a sangre fría, son los que han defendido y han muerto por su patria, pero no utilizando el tiro en la nuca o el secuestro.
J. L. de la G. La diferencia es del péndulo patriótico. A principios de los sesenta cuando empieza ETA, en el año 1962, Manuel Irujo es el primero que advierte al PNV y dice casi literalmente: “ETA es un cáncer que si no lo extirpamos va a degenerar todo el cuerpo político”. En cambio, para Monzón son los hijos de JEL, con la idea de volver a la casa del padre, que es la de Sabino Arana y la del PNV. En todo caso, y a lo sumo, son hijos descarriados pero, que antes o después, volverán a casa. Es como la metáfora del hijo prodigo. Años más tarde, en 1977 en la reunión histórica de Txiberta cuando en el PNV se impone lo tradicional, que es moderación, autonomismo y alianzas con fuerzas no nacionalistas, Monzón propone el frente nacionalista vasco por la independencia y no quiere saber nada con los no nacionalistas. Lo que importa es la independencia a cualquier precio.
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